No todos los domingos son Domingo de Resurrección en Sevilla. Lo fue el 1 de abril, día grande de la Semana Santa sevillana, seguramente de las más celebradas de esta España del “fervor vacacional”. El día 8 de abril de 2018 no ha significado la “resurrección” anhelada por parte del Partido Popular en su afán de recuperar protagonismo electoral en la derecha española. Los logros económicos de estos últimos años, como la salida de la crisis (les falta solventar lo del paro, situado en esos dos fatales dígitos)…los esfuerzos en material social (especialmente en lo que concierne a la igualdad de la mujer) y otros flecos enaltecidos por los medios de comunicación de “obediencia debida” no han sido suficientes méritos como para que el PP pueda salir de Sevilla con un mensaje triunfalista que cale en una sociedad cada vez más afectada por casos como el de Catalunya donde la justicia ha sustituido a la política y eso nunca es bueno para la convivencia. A este se le añade en primer término, la corrupción en la política…algunos tenemos la esperanza de que no se convierta en una “cultura aceptada” por una sociedad cada día más escéptica. Por si fueran pocos los problemas de Rajoy y “los suyos”… hace ”cuatro” días, como quien dice, antes de la gran Convención sale a luz el “máster o no” de la señora Cifuentes que se ha convertido en el centro de atención de tertulias políticas de cualquier medio que se precie. La balanza, pese a los esfuerzos mediáticos de los “populares”, está desequilibrada en una derecha que compite por su liderazgo. Por si fuera poco El País echaba un nuevo “jarro de agua fría” a Mariano Rajoy…publicaba una encuesta en la que otorgaba, como las de los últimos tres meses, una ventaja sustancial (más de 8 puntos) a Ciudadanos en caso de unas hipotéticas elecciones generales. Bueno no tan hipotéticas, si no se aprueban los presupuestos del Estado (el apoyo de Albert Rivera, dicen que es el famoso “abrazo del oso”) y Rajoy se ve obligado, por decencia política, a disolver las Cortes.
La suerte, pese a quien pese (especialmente pesa en aquellos que trabajan en la administración publica con el actual gobierno, muchos en cargos de confianza, que pueden ver peligrar su situación laboral), está echada…La derecha catalana a raíz del 1 de Octubre ha dado la espalda al PP…unos se fueron con Puigdemont (había que salvar los muebles) y otros “radicalizados” por la vía de la DUI..se fueron con Ciudadanos (primera fuerza política en Catalunya) que ha elevado el tono con un mensaje más que duro contra los independentistas y por acto reflejo (ayudados por medios de comunicación con cuentas pendientes con Rajoy) ese mensaje ha ido captando adeptos en esa España que mira a Catalunya con cierto (yo diría que mucho) recelo. Para muchos catalanes-españoles y españoles que no son catalanes la “mano dura” del PP llega tarde y ya solo confían en los mensajes de “a por ellos” de Albert Rivera e Inés Arrimadas…Cuando se gobierna, sabe el señor Rajoy, que la demagogia es fruta prohibida. Para Rivera no…y la ha utilizado convenientemente. A este panorama se le une la corrupción que salpica en uno u otro juzgado a personajes que “algo o mucho” han sido en el PP…el tema se hubiera acabado con unas muestras de “honestidad” o un “a la cárcel quien la haga”…pero ahora los votantes ya no se fían y se marchan a paletadas… Y lo de Cifuentes es el órdago a la grande.
La derecha (lean ustedes que pasó en la primera y segunda república y si no es suficiente en los primeros años de la transición) es variable en sus preferencias y cambia de líderes, nombre e iconos según se ganen o se pierdan elecciones…(en eso la izquierda es más constante, será por ideología frente al posibilismo? Me pregunto). Pues estamos ante el cambio que pronostican todas las encuestas a 8 de abril de 2018.
Se acaba un ciclo donde una derecha. La nacida en 1982, en la que se mezclaron en su día toda clase de sensibilidades (UCD ya lo hizo), los nacional-católicos, muchos adeptos del tardo franquismo, muchos de la democracia cristiana, y algunos liberales (siempre son de derechas) que acabaron liderando el partido. Los ejemplos de Javier Arenas o Josep Piqué junto a otros “que haberlos hailos” confirman la mayor. Esa derecha de “don Manuel”,deja paso a otra derecha surgida de la necesidad de regeneración de una clase política que ha caído en vicios inconfesables que hoy están en todos los escaparates mediáticos. La oligarquía económica (la que suele “mover” los hilos) busca una salida a tanto error político (léase 1 de Octubre en Catalunya) o tanta corrupción que puedan confundirlos (qué difícil será volver a ver una foto de los ”grandes” banqueros rodeando “felices y contentos” a Rajoy y compañía, a menos que sea un acto protocolario de obligado cumplimiento). Prefieren, a escondidas, alimentar la esperanza de una nueva opción política que les perdure en eso de “mover los hilos” y que estén limpios de “polvo y paja” hasta que el BOE lo remedie.
Dicen en los mentideros, a todos aquellos que quieren oírlos, que detrás se esconde la sombra alargada de quienes representan aquel nacional-catolicismo propiciado desde las altas instancias eclesiásticas que se refugiaron en la ortodoxia de Juan Pablo II. Si Suquía levantara la cabeza diría que las “profecías de los listos” siempre se cumplen…lo ideó a finales de los ochenta. En aquellas fechas no fue posible. El propio Fraga, y 13 años y medio de gobierno de Felipe González lo impidieron…no había se construyó un proyecto de derecha ideológica con posibilidades de alternancia en el poder. Aznar tuvo que jugar al liberalismo (en el que no creía) para llegar a la Moncloa en 1996…pero ahora no tiene esa carga política y puede “aliarse” incluso con el enemigo…el adversario está en cualquiera de las izquierdas de nuestro panorama. De momento su objetivo es descabalgar del poder al PP (ese que representó y que hoy no le representa…) y en “verdad os digo” que lo va a conseguir. Es cuestión de tiempo, de Catalunya , de corrupción, incluso de Cifuentes…Ya no quedan más “domingos” de resurrección en Sevilla”. Y es que hoy es un domingo de funeral.