21 de octubre de 2019

VOLVEMOS A ENCONTRARNOS

El primer día desde este viaje era difícil, pero no imposible. Por la distancia 868 kms hasta Turín y porque no sabíamos que nos encontraríamos en el camino. A primera hora de la mañana, nuevo encuentro con “Holly”, la autocaravana que Miquel y Victoria nos dejan amablemente para que “la pongamos a punto” en esta aventura de Italia de punta a punta, con Sicilia incluida…Como Fray Luis de León y su archiconocido “decíamos ayer”. Ha pasado un año desde Portugal y parece que fue ayer (por la relación de confianza entre “Holly” y nosotros) A eso de las diez menos cuarto, aseaditos y desayunados nos ponemos en marcha en Vilassar de Mar con destino a Torino en la falda de los Alpes, donde mañana empieza la dura tarea del turista. El día amenazaba lluvia y lo ha cumplido ya entrados en la Provenza…a la altura de Montelimar. Lo peor es que no nos ha dejado hasta la misma ciudad de Torino, donde nos ha dado una pequeña tregua (ya llueve otra vez) Los puntos de paso ya son conocidos…Girona, Figueras y La Jonquera, antes de acceder a Francia por la E-9…yo no la he conocido sin obras en alguno de sus tramos (parece el aeropuerto de Ibiza). La catalana, como aquí se le conoce nos deja entrever la cantidad de viñas de este Languedoc hasta muy pasado Narbonne…yo diría que pasado Beziers también (aquí las ostras son la referencia obligada…se ven las bateas al fondo a la derecha). Luego llegamos a Mompelier, Nimes (recuerdos taurinos del 12) Avignon (que cerquita queda Chateauneuf du Pape), seguimos hasta Montelimar (la Provenza de la Lavanda, la del vino rosé paliducho la dejamos atrás, con Sain Remy de Provenza y Van Gogh) Antes de Lyon tomamos la autopista conj dirección a Grenoble y Ginebra en busca de los Alpes. Pese a la lluvia el paisaje no deja de ser singular. En las montañas de Chartreuse las nubes juegan caprichosas en las laderas creando un atractivo muy especial. Al llegar a la altura de Grenoble comienza la parte desesperante y hasta algo torturadora de este primer día. Casi cuatrocientos kms de obras en las autopistas que te hacen salir la parte autoritaria que cada uno de nosotros/as  llevamos dentro. Arranca y para hasta dejar atrás la ciudad olímpica (supongo que la hora punta tendrá algo que ver para este desespero)

No te esperas esta aglomeración de coches en un paisaje lleno de naturaleza y con poco cemento. Vegetación llevada al extremo. Hay agua en cada palmo del terreno. No les voy a contar los caudales de los ríos franceses…te dejan atónito. Después de Grenoble el camino sigue la ruta de Albertville (otra olimpiada en el recuerdo, la de Blanca Fernández Ochoa). Pero lo que realmente concitó nuestra atención fue deambular por los alrededores de cuatro cimas míticas del Tour de Francia…primero La Madelainne…a su lado el col de Glandon. Seguimos en ese salón de autopista en obras (ahora a la derecha, ahora a la izquierda) Aderezado con una lluvia a veces chirimiri y otras intensa. Unos kilómetros mas tarde (pocos) un cartel nos anuncia el Col de Fer…no lo vemos pero lo intuimos y finalmente antes de cruzar a Italia el Galibier…recuerdos de infancia viendo por la tele, la española, la única (en Italia hemos sintonizado en la tele de “Holly” 262 canales) Con estas son las siete y pico de la tarde y llevamos aquí más de nueve horas y nos quedan algo más de dos hasta Turín. Entre luces de obras en la carretera llegamos hasta el Túnel de Frejus (no sin antes un corte de tráfico y paso alternativo, desesperante). Pagas 60,40 € del  ala y a cruzar los 13 kms de túnel hasta la frontera italiana. Tengo que deciros que para llegar hasta aquí hemos desembolsado la friolera de 190 € de peajes (uno tiene la sensación de que con Ryanair hubiera sido más barato y corto) Otro dato antes de llegar a Turín…la parte de italiana de las obras y las autopistas tienen dos peligros…uno el estado del asfalto, peligrosos y con lluvia más y los camiones que te adelantan a más de cien por hora. Sin más penalidades y con cierto cansancio llegamos hasta la Avenida Agnelli de Turín, al lado de la Fiat, claro donde pernoctamos. Comida y cena en “las cocinas de Holly” chef, Rosa Mateo (hay que decir que alguno de los ingredientes estaban preparados) Impresionante. Ya empieza amanecer aquí en la factoría Fiat de Turín…