Ya hemos contado que la impresión al llegar a Lhasa es estar en una ciudad nueva donde impera el sentido capitalista de esta China post comunista. Locales comerciales a diestra y siniestra de las grandes avenidas para incitar al consumo. Especialmente de electrónica, los nuevos juguetes de los niños chinos.
Desde el propio hotel, no obstante, se vislumbra una zona con sabor a antiguo. Se trata de El Barkhor, barrio donde se han agrupado a los tibetanos de Lhasa y donde existe un floreciente mercado tradicional, tanto de productos agropecuarios, como artesanales, especialmente alrededor del templo Jokhang, donde los tibetanos rezan y ofrecen sus presentes.
La vida en este barrio es de una actividad constante, ya sea en el comercio , como en lo religioso…Eso si vigilados por columnas de policías y miembros del ejercito chino.
Los restaurantes son una más de las múltiples ofertas comerciales. Nosotros para comer escogimos aquel que nos indicaron unos comerciantes. La vista del centro del barrio tibetano desde su terraza era un atractivo añadido a la comida.
Les ofrezco unas pinceladas de este barrio de El Barkhor..
En este barrio se encuentra uno de los templos más venerados de Tibet. El Jokhang. Se aconseja su visita sobre el mediodía para conseguir que haya la menos gente posible, aunque no es fácil. Como turista es de obligado cumplimiento. Datado en el siglo VII ha idos renovándose a ritmo de los que lo han ido profanando. Los últimos la revolución cultural de los Guardias Rojos. Incluso utilizaron alguna estancia como pocilga…