LUPITA Y UN BALCÓN DESDE EL QUINTO...Día 5

Esta es la historia de un hombre que pensaba lanzarse a las aguas mansas cerca de Karaka en costas de Turquía y le dijeron que “podía tirarse de un balcón en el quinto piso”  a modo de broma (macabra a lo mejor) y que por un momento llegó a pensar que sería lo mejor. Estábamos atracando después del baño, paseo en kajak con debutantes (hubo momentos difíciles debido a la poca habilidad de algún usuario) desayuno habitual (los que dejamos la fruta para después de lo salado al final nos conformamos con algo de mermelada de higo, porque la fruta desaparece en un periquete) Traslado por aguas de mar de fondo hasta un fiordo a la turca para continuar eso de “no hacer nada” que incluye aperitivo (aún estamos haciendo la digestión) Es en ese momento cuando aparece en nuestras vidas Lupita, una jack rusell (a mi me parece de piloto de fórmula 1) de diez meses y que con carita de “lleváme a casa” cual langostino Pescanova. La emoción recorre por el grupo ante la reacción de Lola al recibir la foto de esta Lupita dispuesta a adoptar a una familia que la trate con la delicadeza. Incluso estaría dispuesta a compartir hogar y paseador de perro con amigos y amigas de la misma guisa (tengo la impresión que todas y todos vienen de colegios de pago en el mundo perro) Les he explicado que el algún caso que conocemos el “paseador de perros” ha venido a sustituir al “butanero” o al avispado “chispa” en las relaciones familiares. Pues anótenlo. Volviendo a Lupita…Se ha producido una situación de conflicto particular; mientras, el resto disfrutábamos con lo cómico de la situación. Persecución en toda regla en el circuito cerrado de una goleta en alta mar, para conseguir el consenso y llevar a Lupita hasta la casa de Samba y Rumba (completaríamos la trilogía) Resistencia numantina por parte del “varón domado”, hasta el punto de encerrarse en el lavabo del camarote tras una serie de vueltas cual “Quinientas Millas de Indianápolis”. Dudas sobre el final de esta historia de refugiados en zona de perros. Entre los testigos de la “cuita” división de opiniones, aunque la sensibilidad general, nos hacía pedir a gritos…¡Lupita, Lupita, Lupita! En un momento del fragor de la “batalla” por la adopción, a Rosa, mirándome buscando la complicidad, se le ocurrió la descabellada idea de convertirnos en “padres adoptivos” de la tal Lupita. Pueden suponer que se me pusieron los pelos como escarpias. Aunque debo confesar que el susto no impidió dar cuenta de la comida posterior (gajes de glotón) En el fuero interno he de decir que podría ser una posibilidad que seguramente terminaría en un fracaso porque la no estamos preparados culturalmente para la dependencia de un “perro en casa”. Pasada la tentación y sabiendo que se completaría la “trilogía”…pese al bueno de Viriato y su valor (siempre he dicho que al final es un “Santo Job”) Almuerzo de rigor con raviolis (rellenos de restos de barbacoa, como debe ser) y unos pimientos y berenjenas disimulados entre el relleno de arroz y tomate…en la variedad está el gusto. Siesta, bañito y a pasear antes de cenar…placidez absoluta que es de los que se trata. Tarde de asueto (vagancia a la extrema esencia) y a eso de las seis y cuarto nos llevan hasta una “Ca la Mari” a la turca en el punto final del fiordo. El bar y restaurante necesita una mejora sustancial. Sin dudar de la comida (para otra vez) Allí se mezclan las barbacoas con las gallinas, los pollitos recién nacidos, algún mastín que impresiona, las cervezas y turistas de cualquier goleta que se encaminan por entre la vegetación, casi al estilo del Camino pero con chanclas. Algún barco abandonado y vuelta al Levent Kaptan para una cena de lujo (que no es otra cosa que un brillante de pega en las servilletas) Variaciones sobre productos de la tierra con unas albóndigas a la turca. Destacable un ceviche de lubina interesante. La conversación, trufada por la presencia virtual de  Lupita saca a colación algunas “miserias” domésticas que vienen a crear un club de la comedia particular, siempre con la crítica al género masculino y su poca dedicación al orden del hogar. Hoy sin gin tonic…solo nos queda seguir el rastro de Lupita…por si las dudas.