CAPÍTULO 8

Antes de comenzar con el relato del día. Una aclaración de cierta importancia. Entre el grupo de sevillanas mencionadas ayer…hay dos de Huelva. Aclarado está.

El día amenazaba lluvia y todas las previsiones, desde las aplicaciones de internet, la tele y los peregrinos consultados decían “mañana llueve”. Pero a `primera hora, a eso de las siete, todavía noche, aunque no cerrada, con alguna tenue luz decía “puede no llover” y eso hace que uno caiga en la tentación de guardarse el pantalón de agua, aunque prevea llevar el “poncho” por si acaso. Ya sé que hombre prevenido vale por dos, dice el refranero y con razón, pero es más el deseo que la realidad. Toda esta perorata para decir que nos hemos mojado y mucho en esta etapa. Hasta el punto de que andando me daba la sensación que los charcos estaban dentro de mis botas.

Al principio, entre Calzadilla y Ledigos, un viento molesto, pero agua ni por asomo, nublado, amenazante, pero todos rezando por lo bajini que se mantuviera. Un descanso en el albergue de este pueblo para reponer fuerzas y a por el siguiente recorrido hasta Terradillos de los Templarios. Poco antes de llegar a las primeras casas ha empezado a llover de forma tenue. Incluso André ha esperado a sacar el poncho de la mochila (la esperanza es lo último que se pierde) Desde la entrada al pueblo los peregrinos, incluidos los más valientes, los que todavía llevan “pantalones de mangas cortas” pasaban cubiertos con plásticos y otros enseres para combatir la lluvia.

Nada más salir de Terradillos ha empezado el diluvio. Un aguacero de justicia y un viento a veces del este, a veces del sur, pero con rachas que hacía que te golpeara el agua. Ha sido entonces cuando no han podido resistir las botas, preparadas para soportar días como este. Bueno como este no, porque se han calado, ha entrado agua por el pantalón caída del propio poncho. Caminabas con la sensación de que tenías los charcos en tus botas. Así, rápido hasta Moratinos, parada y fonda en un hostal regentado por un napolitano, cosas del Camino. Por si amainaba y podíamos seguir hasta San Nicolás o Sahagún. Ni una cosa ni otra. En esas andamos cuando Vicente nos anuncia (con la rapidez marca de la casa) que está a dos kms de Sahagún. Nos ha faltado tiempo para tomar el medio mecánico y dejar de resistir el agua y viento. No sin antes admirar en un altozano que alberga una serie de bodegas particulares donde se guardan vino y viandas. Sus chimeneas delatan alguna cocina o barbacoa al uso. Nosotros no estábamos para fiestas. Después de alojarnos, todos a la lavandería a tratar de lavar y secar las ropas para mañana (normal en un día como este) Luego comida en San Simón, lugar recomendado en Sahagún…Buena elección. Después para uno (yo) el Barça y con la sonrisa de la victoria camino de la parte monumental de esta ciudad que es, según las cuentas de por aquí, mitad del Camino Francés desde Roncesvalles (incluso si lo solicitas te dan una acreditación) San Tirso, un claro ejemplo del románico mudéjar, su hermana San Lorenzo, también estilo románico mudéjar de finales del siglo XII. San Juan y el Arco de San Benito. Misa del peregrino con sermón incluido…a uno se le ocurre: cómo está la iglesia por estos lares. Interesante la capilla del monasterio benedictino, donde está enterrado el rey Alfonso VI y sus esposas. Hasta aquí puedo leer. Mañana la gran incógnita ¿lloverá o no?…Como diría Paco Montesdeoca “os lo diré pasado mañana”