El día se presentaba tempranero…ya sobre las cinco y algo. Más bien a las 5 y media empezaban los ruidos de preparación del viaje…Y a las seis (no es hora lorquiana) comenzaba nuestra andadura, en este caso singladura. Por aguas mansas nos desplazamos unas dos horas desde la proximidad de Kalka para llegar hasta una pequeña bahía de abrigo donde desayunamos y después (y nos dieron las diez y las once, las doce y ya está) un bañito, aunque algunas optaron por nadar exageradamente desde la goleta hasta las ruinas de un antiguo monasterio que se veía allá a lo lejos…los maridos en esta caso sufriendo por el atrevimiento y el que optó por ir en kayak no se despegó de su lado por aquello del “no sea qué”. La realidad es que estas “sirenas a la turca” llegaron y una de ellas hasta volvió a nado. El comentario general, después del sentimiento de admiración, no era precisamente de alabanza ante la gesta…lo que puede el conservadurismo…
Al poco de regresar y de que los menos atrevidos nos diéramos un baño (rápido y con el ojillo puesto en el gps del barco que nos informaba de la temperatura del agua y solo cuando llegó a los 22,5 grados) y duramos menos que un pastel del Bonaparte en la puerta de un colegio.
Ah, se me olvidaba que hoy es día de cumpleaños en el grupo, alguien de cuyo nombre no quiero acordarme, que diría el sabio, cumple los 65 y pasa a la condición de jubilado de los de antes. Los de ahora tienen algo más de espera…la crisis es la crisis.
Sobre las doce de nuevo en marcha, esta vez con el aliciente de desplegar las velas…el espectáculo está servido…nos fuimos hasta la orilla de la isla de San Nicolás…vermut a base de cerveza (hay que gastar lo pagado) y delicatessen del chef.
Tras este pequeño refrigerio llega la comida…espaguetis al pesto (al dente, como mandan los cánones), ensalada (tomate pelado, marca la diferencia) y un guiso de carne (entre hamburguesa y albóndiga) con tomate, pimientos y patatas. Estaba muy bueno (como todo). El comentario en la mesa era para destacar la cocina de este viaje y el hecho de que no hayan repetido ni un solo plato…extraño, pero cierto. Seguramente será lo más recordado del resumen del viaje.
Después siesta y una pequeña disfunción. Unos han bajado a la isla y otros nos hemos quedado por aquello de la desidia…Al regreso de los aventureros todos han destacado la excelencia de las ruinas de San Nicolás. Una isla con una ciudad bizantina, siglo IV , tres iglesias del siglo VII que se comunicaban por túneles (la conservación deficiente, pero se pueden apreciar). Una ciudad donde descansaban los peregrinos que iban a Tierra Santa… Las fotos prestadas harán posible reconstruir la visita. Menos mal que la ciudad en todo su esplendor se muestra a la vista de la goleta y hemos podido apreciar someramente su importancia. La verdad es que nadie nos ha dicho el valor de una visita, pero nosotros no hemos sido capaces de saber de antemano la importancia de la Isla.
Eso si alrededor nuestro un seguido de barcos partyshow con la música de discoteca turca y que invitaba a bailar, bueno a los bailongos del grupo. Los demás seguimos en nuestras tareas “íntimas” como pueden ser el seguimiento de internet (cuando llega)… No es más que turisteo.
Acabada la visita a medias y con la cara de tontos de los que no hemos ido volvemos a la ruta marina… Por un mar que invita a la lectura o a la simple contemplación de la la costa (agreste de narices) y de algunas grutas que rompen la monotonía del paisaje…el comentario general se dirige a “no llega la señal”…bueno dios no la envía a cualquiera amigos, sino todos seriamos curas y monjas. Aunque los hay con vocación de obispo de Sigüenza que es el lugar adecuado para vivir como un cura.
Sobre las seis y media llegamos a otra bahía, esta con bareto, chillout, jardín y vivero de langostas y cítalas reales incluido…todo parece que conocen al capitán. Pues allí paramos…fotos del grupo y mojitos de rigor (preparados con esmero y menta recogida al momento) caras de satisfacción colectiva por aquello de seis días y sin ningún roce verbal entre nosotros, parece incluso que sin malos pensamientos de habitación…
La cena de cumple digamos que cumplió con las espectativas. Manú súper variado de verduras y pollo con salsa de yogourt. Gambas La Sirena, calamares a la andaluza, pero con toque del chef (repetimos por que la vez anterior hubo clamor popular). Y Xiva, (no piensen mal) un pescado entre dorada y lubina, de estos lares, seguramente comprado a los pescadores de alrededor del barco hecho a la papillot y después, como el que no quiere la cosa pastel de cumpleaños, velitas incluidas de factura propia (lo que tiene más mérito), brindis colectivo incluida la tripulación y conversación entorno a “yo repetiría en viaje”. Hemos entrado en el periodo de excitación de grupo y ya pensamos en la próxima reunión…sin pararse en que cada uno es cada cual y que las obligaciones profesionales hacen muy difícil aunar voluntades y agendas. Pero confieso que volveré a escribir de este grupo…A dormir con la sensación del deber cumplido a los 65 años.