SEPTIMO DÍA

HORQUILLA BIZANTINA

Alguien con buen criterio leyó el Kama Sutra para infantiles donde la “pinza birmana” era una derivación del “churro, media manga, mangotero” con menos agresividad y para chiquillos de seis años y en esos pueblos del interior donde se estudia la gramática parda (no sirve para ser abogado o periodista) pero que te soluciona problemas de la vida, especialmente en barrios con conflictividad de convivencia…vamos de pandillas a la antigua, donde no había armas blancas, ni maras, ni truchas, si no piedras y algún que otro empujón porque has mirado a mi chica…donde les poníamos aspirina en la coca cola para despertarles el deseo de llegar a un casto besito o un repaso de teta con coraza a modo de corsé apretado, y no como ahora que hay que acudir a esas sustancias que te atontan el cerebro y debilitan voluntades…eran otros tiempos. Pues la lectora o presunta lectora (seamos rigurosos) creyó (en su recuerdo al castillo del siglo IV que acaba de ver o cual traición del subconsciente) que esa pinza era una horquilla (gajes del oficio, antes femenino, de tender la ropa) y que birmana (natural femenino de Birmania) se había transformado en aquel Bizancio precursor del imperio otomano…ducha en historia que está la señora.

Cuento esto porque entre risas, aclaraciones sobre la pinza birmana u horquilla bizantina nos dieron las once, algunos se fueron a dormir  a las ocho en Canarias y ni siquiera la canción de Sabina: “nos dieron la diez, las once, las doce….”o una confesión intima del capitán hizo que alargáramos la velada más allá de la caída de párpados.

Antes toda una odisea de navegación, las fragatas de la armada turca, helicópteros a modo de traslado del presidente (¿Sánchez, acaso?) Plácida tarde en busca de un rayo de sol distraído de una nube amenazadora (eso de justificar las vacaciones a modo de que moreno estoy) Yo prefiero correr el botón del pantalón apenas unos milímetros y no estar pendiente de la sentencia de la nutricionista, ¿por qué siempre son mujeres? A la que pago para que me maltrate de palabra y obra, como los pecados del catecismo del padre Astete (tiene pelendengues el nombrecito) Antes, me consta, que hubo siestas gloriosas, incluso algunas de babilla en colchón, pero me abstendré de decir el culpable de tal desfachatez, aunque después insistió en que no había dormido…otro interpretando la canción del olvido…que tendrá esa zarzuela a la que acudimos cuando de algo nos gustaría pasar página para que nadie pudiese leerla…

Con anterioridad al relato de la tarde (léase después de comer) a eso de entrada la mañana con navegación y desayuno, desembarco en Kalkan para compras de penúltima hora, bolsos especialmente de a 30 el que vale 500 (tengo que decirlo, para todas, menos para una que protestó de forma airada el olvido masculino, sin resultado positivo…ya lo ven compuesta y sin bolso la chica) si es que pagamos el oro y …no lo diré por aquello de ser políticamente correcto. Aunque con elecciones el 23 de julio está permitido el insulto, la ordinariez y hasta meterle el dedo en el ojo de Pedro Sánchez…sino que se lo pregunten a Angels Barceló cuando se enteró que se quedaba sin vacaciones…

Un pueblo con vistas al mar, pero en cuesta permanente. Toda clase de tiendas de souvenirs, de medio pelo, de lujo asiático, de relojes caros con precios de risa (deben ser truchos, bueno son truchos) Un aperol y algún cafemartini despistado bajo cuatro gotas mal contadas y a por la comida…póngame otra de dos milímetros de botón del pantalón, eso si con yogurt…mientras que algunas deberán pedir un justificante para demostrarle a la nutricionista (que en estas ocasiones suele cobrar por anticipado) que su salto de rayita bascular (me han entendido, verdad) ha sido contra su voluntad y que todo lo sucedido es por imperativo legal, cual promesa de político de Esquerra republicana y otros ante la constitución española…Fin de una crónica que empezó con una pinza y termina con una horquilla.