LA LLUVIA QUE NO CESA

Un café en el “Largo do Toural” de Guimarães observando a las “gentes” que van y vienen con la rapidez que marca la lluvia y sin detenerse a observar más allá de lo que se ve por debajo de un paraguas.  Aquí, a cubierto y esperando que terminen los quehaceres domésticos (lavandería, ya no quedaba según que prenda interior) es la hora de reportar como ha ido este día donde la lluvia ha sido la protagonista. Nada más desayunar y con el café de rigor en una de las pastelarias (las hay una pegada a la otra) nos vamos por carretera hasta Braga. La primera sensación confirma lo que ya observamos cuando veníamos hacia aquí desde Bragança…no hay espacios muertos…todo son núcleos habitados, a uno le sigue otro y así sucesivamente. De noche las luces parecían tener la continuidad de cualquier avenida de una ciudad grande. Y eso sucede con los 17 kms que separan las dos localidades.
Aparcamos cerca de la estación de autobuses y a caminar…Se nota que estamos en la tercera ciudad de Portugal por número de habitantes (edificios convencionales, barrios de nueva construcción, el “progreso”)…eso si el empedrado de sus calles mantiene una uniformidad con las dos ciudades  que hemos conocido. Primero topamos con el Castelo, todas tiene su castillo, fruto de una serie de luchas intestinas contra el invasor. Pero es que además Braga tuvo importantes enfrentamientos religiosos (bueno entre unos y otros al servicio del mismo dios y de la misma fe) con las diócesis españolas. La historia cuenta de las veces que tuvo que intervenir el Papa de Roma para limar asperezas (lo material siempre deja de lado a lo espiritual, incluso en los que creen en ello) De ahí entramos en el casco histórico…es lo que buscamos los turistas (para sociología están los estudiosos). Allí la entrada a la Universidad do Minho y en frente la Sé o Catedral de Braga…imponente dada su importancia en la época en que fue construida y reformada posteriormente. Románica, gótica y barroca en buena parte y según épocas. Destacan los dos órganos en su nave central, bueno en el coro. Vale la pena visitarlo por la muestra artística que supone todo su entorno…es una capilla sixtina en potencia. En una capilla adyacente las tumbas de los últimos arzobispos de Braga y los restos de otros obtenidos en las diferentes excavaciones…La Capilla de los Reyes  donde están enterrados los padres de Alfonso Henriques, primer rey de Portugal…
Un paseo por el centro comercial bajo el paraguas…foto de rigor junto al letrero de Braga y buscamos donde comer…porque lo de subir en “peregrinación” a Bon Jesus do Monte es una mera pérdida de tiempo con este “tiempo”. Regreso a Guimarães (ya teníamos echado el ojo a una lavandaria) y a las tareas domésticas imprescindibles para continuar.
Comida en un self service del Largo do Torual (buena comida y bien hecha, extraño si,pero nos lo habían recomendado gente local) mientras la primera tongada. Luego café a la espera de la secadora, y en esas estamos. Para no perder el tiempo, reportarse. Por cierto, en un olvido involuntario y ya que hemos vuelto a Guimarães. Quería contaros que a los largo de la ciudad hay unos altares con figuras de tamaño humano de cada una de las estaciones del vía crucis, un dato más que muestra la religiosidad de estas localidades. En Braga la misma referencia, pero sin la exageración de Guimarães. Nos vamos camino de Oporto…dejamos atrás Viana do Castelo, Ponte de Lima y Barcelos…la lluvia nos ha cambiado el itinerario previsto…dan ganas de recogerse en “casa” junto a la chimenea…en este caso “imaginación al poder”.

Braga

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