CORDOBA

Poco a poco uno va adentrándose en las ciudades de Argentina. Incluso en las provincias, porque el país ofrece un sin fin de posibilidades. Esta vez le ha tocado el turno a Córdoba y especialmente sus alrededores o lo que es lo mismo las “Estancias jesuíticas de las primeras estribacones de la Sierra de esta provincia. Declaradas patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, constituyen un ejemplo vivo de lo que fueron los años de do indio español y religioso de la época colonial en este país.

Si bien otras órdenes religiosas habían iniciado la evangelización de estas tierras, los jesuitas llegan al sur de Perú con ánimo de establecer un colegio de educación superior y para abastecerlo estancias donde se producía lo necesario de la huerta y lo preciso para seguir construyendo y además, si era posible, venderlo en los mercados de Bolivia en la Cordillera.

De ahí nacen las estancias hesuíticas en la provincia de Córdoba y una más en Salta como punto intermedio entre esta zona y el norte del apís para después alcanzar los mercados andinos.

La primera que construyen es la de Caroya creada en 1616. Se establece como recinto de vacaciones y ejercicios espirituales para los alumnos de educación superior del colegio Montserrat de Córdoba. Una vez expulsados los jesuitas de sus estancias por la ley de Mendizabal se convierte en Fabrica de Armas Blancas durante la Guerra de la Independencia (1816-1816). Hoy es el Museo del inmigrante, debido a que su lado se establecieron grupos de ellos llegados de Italia. Si uno se desplaza no olvide en comprar salami o pasta fresca. De lo mejor…

A muy pocos kilómetros, vamos a unos dos escasos está la “Estancia de Jesús María”. Creada en 1618. Allí se establecían uno de los ciclos productivos más importantes de los jesuitas en Argentina. Atendidos como todas las estancias por esclavos negros provinentes del mercadeo español, ya que esta orden religiosa tenía posibilidades legales de importar esclavos de África.

Su producción se basó principalmente en la vitivinicultura introduciendo la uva y el vino en la zona que aún hoy tiene excelentes bodegas.

El lugar incluye iglesia, residencia y bodega. Hoy se conservan prácticamente los tres elementos y se han restaurado siguiendo un patrón de fidelidad. Allí esta la sede del Museo Nacional de los vestigios jesuitas en este país.

La “Estancia Santa Catalina” de una extraordinaria belleza plástica por la arquitectura y conservación. Está en manos privadas, excepto la iglesia. Se encuentra en un paraje único al pie de la Sierra de Córdoba y rodeada de inmensos campos, que si ayer eran arbustos hoy forman parte de la producción agropecuaria argentina (la soja es la soja, nos dijo un vecino de esta estancia).

Hemos dejado para la última de las visitadas la de Alta Gracia, no por razones especiales, sino por que en esta ciudada surgida alrededor de la Estancia jesuítica se encuentran dos museos de obligado cumplimiento, ya que en esta Villa vivió Ernesto Guevara de la Serna, el Che en su infancia y terminó sus días el maestro Manuel de Falla, las casas de ambos son hoy museo y objeto de culto.

La estancia fue creada en 1643 y en ella se instaló un productivo molino de harina de maíz gracias al lago artificial que suministraba para mover la muelas por un sistema de acequias. También instalaron en ella los jesuitas una fragua que abastecía a las centros religiosos de la forja necesaria para las construcciones. Un centro agrícola de primer orden para suministrar alimentos a los asentamientos y especialmente al Colegio Montserrat de Córdoba. La producción ganadera, ovino, vacuno y sobre todo multar, permitó la creación de una industria textil que así vez autoabastecía todo el sistema.

Una vez en Alta Gracia deben llegarse hasta la Casa Museo de Manuel de Falla. Allí encontraran la humilde morada de este español internacional que pese a quien pese decidió exilarse en solidaridad con sus muchos amigos que perdieron la libertad después de la Guerra civil española y en esta ciudad de la sierra cordobesa pasó los cuatro últimos años de su vida. Objetos y testimonios gráficos y escritos de la vida de Falla se citan en esta importante muestra (de obligado cumplimiento).

Como lo es la visita a la Casa donde vivió de “chiquito” Ernesto Guevara de la Serna que se convertiría en revolucionario y luchador contra las sociedades oprimidas (de una parte). El Che recibe aquí un homenaje gráfico de lo que fue su vida…