SANTA EUGENIA DE BERGA

Duración: 1 día
Lugar de Origen: Barcelona (Catalunya-España)
Lugar de Destino: Lluçà (Osona-Barcelona). Tona-Malla-Santa Eugenia de Berga-Oristá, son los puntos de visita obligada.
Mas o menos 45 minutos  de viaje hasta el primer destino.
Tomamos la N-152 por la Meridiana de Barcelona y nos dirigimos a Tona. Dentro del núcleo urbano sale una pista de tierra que nos conduce hasta la colina del Castillo de Tona. En ese lugar, destacado está la iglesia de Sant Andréu (San Andrés) del Castillo de Tona, documentada en el Siglo IX, fue sustituida por una iglesia románica durante el siglo XI.
Es un edificio de una sola nave  encabezada por un ábside semicircular. Característica de la arquitectura lombarda. La puerta de acceso se sitúa en el muro sur de la iglesia. El campanario, posiblemente reformado en el Siglo XVI es rectangular.
Durante el año 1943 se realizaron unas excavaciones arqueológicas que permitieron conocer la forma del anterior edificio (Siglo IX), y se encontraron monedas y tumbas antropomorfas.



Al sur del Castillo, junto a la pista que te lleva a la colina de Sant Andréu, está Santa María del Barri o Lourdes, como algunos la conocen.
Documentada desde el 1011, se rehizo en el año 1073 y sus fundadores fueron Miró Gotmar y su mujer Eicolina. Los terremotos del año 1425  dañaron seriamente el edificio, que fue restaurado en el siglo XV. Hoy del edificio románico del siglo XII, quedan el ábside y el campanario.
El campanario de dos pisos tiene ventanas de medio punto en el superior y de dos agujeros, separadas por una columna en el primero. El ábside sin ornamentación tiene en un contrafuerte la figura de un cuadrúpedo.

Saliendo de Tona tomamos la BV-5303, de Tona dirección Manresa, a poco menos de 700 metros, después de un lavado de coches (este dato es muy importante, porque antes hay un camino de tierra señalizado hacia Sant Miquel de Vilageriu, no tomarlo) hay una desviación asfaltada que nos llevará hasta la iglesia de Sant Miquel de Vilageriu, un edificio del siglo XII reformado en el Siglo XVIII, pero que ha conservado toda su estructura original. Documentado en el 958, el primer edificio del siglo X, fue sustituido por el actual dos siglos más tarde.
Edificio de una sola nave, con ábside semicircular. En el muro sur está la puerta de entrada y dos ventanas. El ábside tiene ornamentaciones lombardas.
Al salir de nuevo a la carretera BV-5303 tenemos dos opciones una la de seguir hasta la N-141C y a la derecha tomar una ruta de montaña que nos devolverá a la N-152. Hay que decir que el paisaje es francamente bonito y diferente a la N-152. La otra opción es desde Sant Miquel volver a Tona y retomar la N-152 hasta el desvío de Malla, que es nuestro siguiente destino.
Una vez tomado el desvío hacia Malla seguir los indicadores que nos llevan hasta la Iglesia Parroquial o el Ayuntamiento, equivocarse en esta zona es muy fácil, ya que existe un entramado de pistas asfaltadas que van a las diferentes granjas de la Plana de Vic.
Una vez en el núcleo urbano (cuatro casas), nos encontramos con la Iglesia de Sant Vicenç de Malla. Documentado en el 962, 90 años más tarde aparece como iglesia parroquial, pero todo hace pensar que  sobre el 1078 se reedificó, ya que se guarda el documento de una subvención  para tal fin.


Durante el siglo XIV la iglesia sufrió importantes transformaciones, se abrieron capillas dedicadas a San Pedro, San Felipe y San Juan. En pleno siglo XX se quitó el ábside principal para abrir una puerta (vaya ocurrencia), lo que cambió la orientación del edificio. Durante su restauración posterior se ha recuperado el aspecto de su segunda reconstrucción en el Siglo XII.
Edificio en forma de Basílica con tres naves encabezadas por sendos ábsides semicirculares. El central totalmente reconstruido.
Las cubiertas de las naves son de vuelta de cañón, aunque la situada al norte lo es por arista.
Cabe decir que en el Museo Episcopal de Vic se hallan la puerta original. Un soporte del altar y dos frescos de la antigua iglesia.
Dejamos Malla, y en la rotonda que dice Vic o Taradell, tomamos esta última dirección. En este punto una reflexión. Equivocarse y coger la N-152 para ir hasta Santa Eugenia de Berga es una temeridad, ya que la señalización dentro de la ciudad de Vic es tan penosa que no la encontrarían nunca. Parece mentira que un Monumento de tal categoría como es la Iglesia de Santa Eugenia de Berga esté tan escondido. La culpa es del Ayuntamiento de Vic, que duda cabe, que en su incompetencia entra el perder por la ciudad a los foráneos. Pero también tiene parte de culpa la Generalitat que no sabe cuidar su patrimonio artístico. Una lástima.
Llegados a este núcleo encontramos esta joya del románico. Datada del año 917. Sufrió modificaciones posteriores, tantas que fue de nuevo consagrada en 1050 por el abad Oliba. Tenía una nave y tres ábsides. Nuevas transformaciones hacen que en 1173 sea consagrada de nuevo.
El edificio, de una sola nave acaba en una parte de la cruz encabezada por tres ábsides. Donde se cruzan la nave y el trasversal se alza el campanario.
Destaca la puerta de entrada, esculpida en el siglo XII que revela la influencia del taller de Ripoll. Los capiteles de las columnas de esta puerta representan temas vegetales y animales. También es digno de mención el campanario de tres pisos. En el primero hay parejas de ventanas de medio  punto. Vi agujereadas las del segundo piso y triagujereadas en el tercero. Toda una visita obligada para degustadores del románico.




Por el Eix Transversal buscamos la salida de Prat de Lluçanes, ya que nos dirigimos a Lluçá. Pero antes tenemos tiempo de hacer una rápida visita a Oristá. Su iglesia, consagrada a Sant Andréu ha sufrido muchas transformaciones. Originaria del siglo X, en el XV sufrió serias transformaciones debido a su mal estado. Hoy es una iglesia neoclásica, aunque se conserva la cripta de la iglesia original. No está claro que siempre fuera cripta, pero ha pasado a los anales de la historia de este edificio, lo cierto es que es lo único románico que conserva. De planta cuadrangular, sus ventanas ciegas fueron recuperadas en su restauración en 1969.



Salimos de Oristà y por la misma carretera proseguiremos hasta Prat de Lluçanes y allí por la carretera BV-4341 encontraremos el municipio de Lluçà. Aquí hay dos visitas obligadas, la primera a Santa María de Lluçà, pequeño monasterio que es una de las joyas del románico catalán. Las primeras noticias que se tienen de su existencia datan del año 905. Pero el edificio actual podría ser del Siglo XII, ya que se sabe que en el 1168 ya lo habitaban un prior y cuatro canónigos. Durante estos siglos del medioevo tuvo un esplendor económico fruto de las donaciones de los agricultores de todo el Lluçanés. Pero a partir del siglo XIV empezó un declive, hasta que en el siglo XIX, este esplendoroso monasterio de antaño pasó a ser una pequeña parroquia rural, ya que ni incluso pudo convertirse en imán del desarrollo de su comarca, que se trasladó al vecino municipio de Prat de Lluçanés.



Este edificio conserva perfectamente la iglesia románica que le dio nombre y el claustro con veintidós columnas y unos capiteles muy trabajados. La iglesia es de una sola nave, muy amplia, encabezada por un ábside semicircular y a modo de travesaño de la cruz, dos  capillas, encabezadas por absidiolas, también semicirculares, actualmente se conserva solo una. El visitante no puede apreciar, desde el exterior, las bellezas que encierra este Monasterio. El campanario seguramente se reformó entre los siglos XV y XVI, ya que quedó muy dañado en los terremotos de  1428 y 1448.
Visitar Santa María de Lluçà es visitar el pequeño pero singular, por su conservación, claustro. Verdadero centro de la vida monástica del monasterio, había tenido dos pisos, pero perdió el superior  con las obras de restauración.
Todo el conjunto está enlosado y esconde un buen número de tumbas, que después de estudios arqueológicos permiten asegurar que esta iglesia fue construida en el siglo X, seguramente en un momento prerrománico.
Hay que observar los capiteles de las 22 columnas, alguno de los cuales estaba en muy mal estado. El conjunto es un ejemplo de las excelentes relaciones de los monjes de Lluçà con la  escuela de Ripoll.

Dejamos la explanada de Santa María y nos dirigimos a un cruce que nos lleva hasta los restos del Castillo de Lluçà. El camino es de tierra y habrá que hacerlo a pie. En esta página leerán detalles de la Iglesia de Sant Vicenç del castell de Lluçà, pero están obtenidos de la bibliografía que utilizamos para documentarnos, pero fue imposible llegar hasta ella debido a la falta de luz, ya que desde el cruce hasta la iglesia hay unos 25 minutos andando.



San Vicenç de Lluçà, es una de las pocas iglesias de planta circular que hay en Catalunya. Aparece en los legajos en el 988. Pero a partir del siglo XV inicia un declive en el culto y ya en el Siglo XVII deja de haber culto. Entre 1987 y 1994 fue restaurada por la Generalitat.
Una vez concluida la visita a las diferentes ermitas, iglesias y monasterios de la zona bueno será pensar en comer y desde Lluçà pueden elegirse dos restaurantes de la zona, uno frente a Santa María, que se conoce como Cal Primitiva y otro seis kilómetros siguiendo la carretera hasta Santa Eulalia de Puig-oriol y que se conoce como Cal Penyora . Situado en la Plaça Mayor,42 de este núcleo urbano que conserva el aspecto medieval gracias a las edificaciones de piedra aunque sean de obra nueva. Para reservar llamar al 938554005. Y que se encontrarán pues una comida de mercado y temporada, así como platos típicos de la zona. Buena tabla de embutidos. Una sopa acorde con el tiempo (invierno), y una variedad de verduras del tiempo: Calabacín, berenjena, espárragos trigueros, alcachofas, todo revuelto y al horno de una brillantez destacable. De segundo la carne es el elemento nuclear. Ternera, pollo, conejo y cerdo forman el elenco principal de las brasas del restaurante. Pero al lado un Pato con ciruelas (recalentado, mejor no pedir) y un estofado de jabalí apetecible y bien resuelto en la cocina. Un vino del Bages (Cabernet Sauvignón) muy adecuado. Se nota que la Cooperativa de Artés tiene un excelente enólogo y ha conseguido un caldo merecedor de una mejor consideración en el mundo elitista de los vinos.  La bodega es corta pero variada. En este apartado está por encima del establecimiento, lo que es de distinguir. Tiene algún postre casero digno de mención, como una tarta de manzana excelente para el paladar. El precio guarda una excelente relación con la calidad del producto, unas 2.500 por barba, con ese vino de Artés.