16 DE NOVIEMBRE DE 2019

EL FRÍO MÁS CÁLIDO

El Etna es sin duda el centro neurálgico de este viaje. No lo tenía conceptuado así en el momento de empezar a diseñarlo…Venezia, Pompeya (sin duda) Cinque Terre (no lo hemos visto todavía) podrían ser el lugar donde se concentraran la mayor de las muchas emociones que hemos venido teniendo. Vesubio y Etna, por su significado histórico eran imprescindibles. Ya ayer desde Taormina, cuando se disiparon las últimas nubes que lo tapaba y apareció el Etna en todo su esplendor, el impacto fue brutal.

Hoy tocaba ir a tocarlo y al final del día cuando ya pones la Holly en marcha para ir a pernoctar lejos del volcán, le das la última mirada (entre nubes) y te sigue diciendo alguna cosa que no vas a olvidar.

La previsión de hoy era andar al Etna a primera hora y luego a Catania. Pero como a veces a uno le da por pensar (ya se que de vez en cuando) y si además te ayudan algún experto que otro. Cambié el plan de trabajo…primero Catania, nos aseguramos el mercado de pescado y luego al Etna. Dicho y hecho.

La mañana no podía empezar mejor…aparcar a poco menos de 400 metros de la Catedral de Santa Ágata en la Plaza del Duomo presagiaba un buen día (el tiempo hoy era imprescindible para la subida al Etna). En esos metros nos hemos tropezado (lo digo bien) con un pequeño kiosko en la acera (tres sillas, tres mesas y un señor muy amable) que pertenece a una enoteca donde se combinan los vinos con el buen gusto en la presentación y colocados rodeados de cerámica autóctona, de Caltagirone concretamente (creo que todo lo que hay allí es de aquí…aunque algún whisky “escocés” algún champagne o ron son del más allá) Buscamos un vino del Etna…llamado Vino de Anna y que probamos en la bodega Marañones de Gredos…estaba y de él daremos cuenta esta noche mismo (luego entenderéis por qué)

Después de esta primera sorpresa, la siguiente nos estaba esperando en la plaza del Duomo… allí la columna que sustenta el elefante y que se ha convertido en icono de la ciudad de Catania, Foto va y foto viene (el Duomo lo dejamos para la vuelta. Rápidamente (no se nos vaya hacer tarde) al mercado, pero antes paso por la Fontana dello Amenano único lugar en el que se ve el río que fue sepultado en la erupción de 1669 creo (más fotos) Ahora si bajamos las escaleras y nos adentramos en un enorme bullicio y gente por aquí, por allá…es el mercado del pescado…hay de todo en cajas de plástico, de madera o de lo que sea con tal de vender… A mi lo que me ha chocado más han sido las gambas, las sardinas (algunos las abrían a modo de anchoas y tenían una pinta) pero sobre todo galeras (las que dan un sabor especial a un fumet de pescado, aunque ahora solas tienen su que siempre que no te pinches) Como es natural hemos pecado y la muestra está en que al acabar esta crónica daremos cuenta de unas gambas medianas (a precio razonable) y una ventresca de atún que se había despistado de alguna otra comanda (entienden ahora lo del vino) Pasamos por el Duomo (ya nos hemos acostumbrado y nada nos sorprende en este) Rápidamente al Castillo de Ursino (quizás de los mejor conservados de Sicilia) otro imprescindible. Nos hemos dejado para otra ocasión recorrer la vía principal de Catania donde se concentran las tiendas multimarca, pero también muchos edificios (palazzos del siglo XVIII de estilo barroco, muy común esta parte de Sicilia) Pero  había que aprovechar lo que queda de luz para el Etna. El GPS nos ha hecho pasar por un barrio decadente en una donde antes imperó un cierto lujo. A veces conviene pasar por donde no van los turistas y ver (aunque sea de pasada) este tipo de lugares dentro de una ciudad.  Eso si en cada esquina un camión con verduras y especialmente naranjas…Impresiona la cantidad y calidad de productos del campo en esta Italia de los mil días. En el norte con el agua a flor de tierra no es de extrañar la variedad y calidad de la verdura. Pero eso también pasa en el sur y en Sicilia…hoy los productos de temporada…berenjenas, pimientos y calabacines o alcachofas (a la brasa en el mercado de Catania) eran de primerísima calidad.

A lo que íbamos…ascenso al Etna. A uno se le pone la piel de gallina solo con pasar rozando la lava en cada curva del ascenso…primero por estrechas calles de pueblos pequeños donde para circular, aunque sea sábado, todo vale. Luego ya metido en harina…por una carretera ancha para dos “hollys” aunque hay que fijarse en el piso…vives leña emoción de grandes cantidades de lava de todas y cada una de la erupciones del volcán copn una vegetación de hoja perenne y caduca que contrasta el verde, el ocre, algún amarillo con el negro de la lava. A medida que subes los árboles se quedan abajo y lo que queda es lava de colores, negro o rojo, según de que erupción sea. Mientras vas conduciendo miras al cielo y el Etna sigue oscuro (las nubes no se han disipado, maldita sea) A la que llegas a la estación del funicular (un telesilla cubierto) a unos 1905 metros de altura estás sumido en cierta desesperanza. Aunque sigues confiando en el viento. En unos instantes aparece el primer hueco azul y algún que otro rayo de sol. Vuelve la esperanza y al final se van las nubes (solo unos instantes) y aparecde el coloso allí arriba…misión cumplida. Pero todavía pides más…vamos al teleférico y a buscar la cota 2500 (todavía no os he hablado del frío) Envuelto en el plumón (lo he despertado hoy después de 27 días de viaje) y con la bufanda por si acaso nos llevan en un bus 4×4 porque el viento impide subirse a los telesillas…El recorrido entre vaivenes de todo tipo pisando lava y nieve al mismo tiempo es inimaginable antes de venir…Arriba más de lo mismo (Ahora te veo, ahora desaparezco) Cosas de la montaña…Frío si, pero con un gran calor que se desprende de este volcán que te engloba en su fuego. Nada más bajar a comer (se ha hecho tarde)…en el bistró Holly, hoy ha sido una día de gran lujo con casi tres estrellas michelin…todo del mercado del pescado de Catania (había que pecar) y vinos del Etna…lo dicho un lujo. Crónica larga para un largo día de emociones continuadas y mañana promete lo suyo…Villa Romana de Casale…