AL NORTE

PRIMER DIA

Hacia el Norte

Lo primero es llegar al Cabo de Gata e instalarse. Según dónde residamos hay que escoger el medio de transporte, pero una vez en Almería el mejor medio es el coche. Situados en Almería tomamos la Autovía del Mediterráneo dirección a Murcia y la dejamos en la salida 471  en el indicador de Cabo de Gata-San José. Una carretera estrecha, en ocasiones nos parecerá que nos hemos perdido, pero si sigues las indicaciones: San José y luego a unos 17 kilómetros un desvío que dice: Los Escullos-Rodalquilar-Las Negras; llegas a un cruce que te indica una pedanía Las Presillas Bajas.  A un km. unas pocas casas blancas y una de ellas es la que hemos escogido como residencia.

Un apartamento de dos habitaciones con cocina, comedor, un cuarto de baño y una terraza (suficiente), conforman un lugar acogedor, limpio y a 50 € el día. La dirección en este enlace www.parquenatural.com/iluminada

Pero encontraremos todos los servicios en la página web del Parque Natural: http://www.parquenatural.com/. Si uno quiere seguir informado otra dirección online: http://www.degata.com/

Las Presillas Bajas es un pequeñísimo pueblecito en un entorno espectacular. El paisaje nos ofrece todos los colores y matices típicos del Parque, con una gran riqueza geológica y botánica.

Para recrearse la vista hay que aprovechar las primeras horas de la mañana y los atardeceres, con unos cielos sorprendentes: nunca olvidaréis los atardeceres rojos, garantizado.
El porqué de “mirar” al principio y al final del día se debe a la intensidad de la luz en esta tierra, que hace que en la mitad del día los colores sean planos y apenas se distingan.

Cualquier momento del año es bueno, sobre todo la primavera, con su rambla llena de adelfas, higueras, esparragueras, flores, tomillos… el monte está lleno de esparto, salvia, meloncillos…ojo con probarlos, no hay nada más amargo en el mundo.

Las Presillas Bajas es un lugar totalmente tranquilo, rodeado de paisaje virgen, no hay nada más que la naturaleza y sus habitantes. Un destino para el descanso, lejos de las aglomeraciones hasta en pleno verano, sin carretera, sin bares, sin tiendas.

Los habitantes de Las Presillas son gente tranquila que se dedican a sus cosas: fotógrafos, cineastas y escritores conviven con gente de aquí y de allá y con los habitantes que siempre estuvieron allí, y que siguen estando, con más de noventa años, en sus casas viviendo como lo hicieron siempre y cuidando de sus animales, como si el tiempo se hubiera detenido.

Presillas Bajas

Desde la terraza

Ya estamos instalados. Comienza el día, hace sol y desde la terraza se puede observar ya la playa del Arco en Los Escullos. Una más en estado semisalvaje.

Es una playa de tamaño medio de las más tranquilas del parque, a pesar de su fácil accesibilidad en coche, ya que apenas hay edificaciones cercanas. Casi no tiene ningún mantenimiento, por lo que a menudo podemos encontrarnos algas o la basura que se ha dejado algún desaprensivo pero es por lo demás, como todas las playas del parque, un lugar sin contaminación y tiene muchos atractivos. Uno de ellos su gran valor geológico: a la derecha (mirando al mar) de la pequeña bahía en forma de arco que da nombre a esta playa, lo que se nos presenta es una enorme duna fosilizada con aspecto de acantilado que hace miles de años formaba parte del fondo marino, ya que el Parque y sus volcanes, hoy las montañas de la zona, estaban bajo el mar. También a la derecha veremos Los Frailes o Las Hermanas, dos conos volcánicos de los más altos de la zona y una imagen muy representativa del lugar. A la izquierda hay formaciones rocosas que se extienden por el mar dando lugar a una interesante vegetación que hace muy atractiva esta zona para los aficionados a las gafas de buceo y dando cobijo a una variada flora y fauna acuática. Con respecto al baño la playa hace forma de escalón, lo que nos permite cuando el mar está en calma tirarnos desde la orilla. Tiene bastantes piedras y si el mar está agitado hay que ser muy cauto, ya que es una playa bastante abierta y puede haber corrientes y resaca, pero cuando el mar está en calma o sopla el viento de poniente se convierte en un lago cristalino ideal para la natación y para observar el fondo marino. Además se puede ir andando sin mucha dificultad, calzado adecuadamente para caminar por las rocas, hasta el cercano pueblo de pescadores de La Isleta del Moro. Para disfrutar plenamente de la zona cubierta por el mar con muy poca profundidad es recomendable llevar sandalias de plástico ó calzado acuático adecuado que nos proteja de los erizos o rocas más cortantes, si bien podemos acercarnos sin ningún equipo y disfrutar de un baño en la parte menos rocosa, situada más a la derecha de la playa. Aunque no es una playa nudista hay visitantes habituales que practican el naturismo. Como siempre recomendamos llevar protección solar y algo de sombra, ya que la sombra natural de las rocas es muy pequeña y se ocupa enseguida.

Un hotel, un restaurante y una pequeña haima conforman el nexo con la civilización moderna. El restaurante Casa Emilio, de buena calidad en el producto, pero algo caro para el lugar. Hay mejores ofertas en la zona. Coma solo si es estrictamente necesario.

Los Escullos

La Isleta del Moro

Dejamos Los Escullos a nuestra derecha y nos dirigimos a La Isleta del Moro. Un lugar sacado del paraíso, con algún elemento humano que empieza a afearlo, pero donde todavía se conserva cierta magia. Su playa, la Isleta,  tiene ese aspecto semisalvaje que le da un atractivo especial. Su puerto de frente a Los Escullos y al mar abierto está al abrigo de un peñón a modo de isleta que le da el nombre al lugar y sirve de refugio a las gaviotas. Su belleza radica en un paisaje que te embriaga ya sea mirando al mar o esas montañas donde florece el oasis en medio del más árido de los desiertos.



El Hostal

A cualquiera le dan ganas de visitar ese paraíso, a qué si?. Si se animan pueden encontrar toda clase de apartamentos en la zona, en la propia Isleta del Moro, precios razonables excepto en verano. Pero también puede uno quedarse en la única instalación hotelera del lugar, un hostal de buen ver y mejor comer. A 42 € la doble en temporada baja y algo más cara en la alta usted puede disponer de una habitación, sin lujos, pero limpia y con baño. Eso si frente al mar, mojándose los pies.

Hemos dicho mejor comer y cierto es. Sus platos, sencillos y basados en los productos del mar. La clase de pescado según la pesca del día. Pero con ella preparan la Cuajadera, sensacional guiso de pescado a modo de “suquet” con algo de caldo y excelente patata, se convierte en el principal atractivo de este restaurante (calidad-precio buena). Un buen vino blanco de Rueda, variedad Verdejo de excelente factura pese a ser blanco. Con una ensalada completamos la comida o cena según nos coja. El arroz, con ser bueno, no consigue el efecto de la Cuajadera. No importa repetir comida o cena, seguro que el pescado será de otra clase.

Antes de comer le invitamos a un chapuzón y si no lo ha hecho ya, o si lo ha hecho ya tambien. Dejamos la Isleta y tomamos el camino de Las Negras. A unos 4 km encontramos Rodalquilar, centro neurálgico del Parque Natural del Cabo de Gata. Antigua villa minera, allí había unas minas de nitratos, es hoy una zona de especial atractivo para el turismo de la naturaleza.

Rodalquilar es uno de los lugares más interesantes de la provincia de Almería y una visita obligada dentro del Parque Natural de Cabo de Gata por su historia, sus minas de oro, su espectacular paisaje, sus playas, su gente… y todo lo que queda por descubrir “sobre el terreno”.

En la actualidad en Rodalquilar no hay explotaciones mineras, se ha convertido en un pequeño pueblo turístico de espectacular entorno donde podrás disfrutar de su belleza y de la amabilidad de sus habitantes. Además sus cercanas playas y calas, la más emblemática es El Playazo, te ofrecen poder disfrutar de un mar limpio y amable casi siempre, con fondos increíbles para bucear.

Partiremos del desvío en la carretera de Rodalquilar a las Negras que nos indica “Playazo”. Siguiendo este camino hasta la playa, pasaremos por diferentes edificaciones como el Castillo de Rodalquilar, que defendía a los habitantes de esta zona de los ataques de los piratas en el s.XVIII. Ya en la playa llegaremos hasta la batería de San Ramón, construida en el s.XVIII, también para la protección de los de los habitantes contra los piratas. Por aquí sale una senda -cartel de inicio de sendero- que nos lleva hasta una casa en ruinas desde la que se observa la punta de Las Negras y el castillo de San Pedro, en la cala de San Pedro

El Playazo es la playa de Rodalquilar, pero está a unos tres kilómetros del pueblo. En dirección a Las Negras sale un camino de tierra hacia la derecha, está indicado, y después de atravesar construcciones, aljibes y una torre, encontramos unos de los palmerales más bonitos del parque. El Playazo es una playa de arena muy agradable. Hacia un lado encontrarás rocas y un castillo reformado sobre unos acantilados donde, si hay levante, rompen las olas. Recordar llevar agua y protección solar, no hay chiringuitos, es un paisaje de gran belleza, singular. El mar se abre dejando atrás el valle de Rodalquilar, con un poco de imaginación aún podemos soñar con  el gran vapor inglés que se resguardó en esta pequeña bahía del temporal.



De todo hay

Ya nos hemos bañado e incluso hemos comido. Pues a hacer camino. Tomamos la carretera hacia el norte y después de una larga subida hasta un punto de parada obligatoria para observar desde el alto toda la potencialidad de la imagen de esta parte de la costa; seguimos a Las Negras, quizás el último bastión que conserva el Parque Natural sin ser explotado masivamente.

Las Negras es un hermoso rincón de espectacular geología y ambiente pesquero. En su playa está El Cerro Negro que da nombre al pueblo.

En el encontraremos huertas regadas por el agua que viene de pequeños caudales en la Rambla de Las Aguillas y recogidos en unas especies de balsas próximas al mar.

El núcleo urbano está formado por un grupo de casas sencillas, blancas, y algunas instalaciones hoteleras al lado del mar; ideal para el descanso y la tranquilidad.

Sus playas, rocosas y de poca profundidad, son un bonito espectáculo para los aficionados al buceo con snorkel.

Las Negras
Playa Urbanizada
Esta es una playa con mucho encanto. El pueblo de las negras, con sus pequeñas barcas en la orilla, hace de éste un paisaje de lo más pintoresco. Desde el punto de vista estricto de un bañista, esta playa no es particularmente buena. En ella se mezclan zonas de arena con zonas de grava.

Playas nudistas

Cala San Pedro

Recóndita cala de gran belleza, pero de acceso difícil pues hay que caminar un largo trecho en el que disfrutarás de la grandiosidad y rudeza de este territorio. Presenta unas condiciones ambientales excelentes, es de aguas tranquilas y posee unos fondos marinos de gran interés para los submarinistas. En la cala existe un manantial de agua dulce y una defensa costera del s. XVIII. La cala está permanentemente habitada por una comunidad de personas amantes de la naturaleza, la práctica del nudismo y los lugares solitarios.
La Cala San Pedro, más que una playa, es una forma de vida, una filosofía, un reducto de esperanza para aquellos que todavía creen en un mundo exento de materialismos. Por supuesto, la playa es nudista, con poblado y ruinas. Aquí no hay más regla que el respeto mutuo y la convivencia en paz. Acceder aquí implica caminar 4 km por estrechos senderos que bordean las montañas pegadas al mar.

Cala del Cuervo

Esta es una estrecha cala en la que tan sólo hay un camping. Aquí se llega por una pequeña carretera que sale a la derecha, antes de llegar al pueblo de Las Negras. El entorno es recomendable, aunque vemos que hay mejores playas en la zona. La arena se mezcla con zonas de piedras y la orilla es de arena fina.

Las Negras (playa)

Cala del Cuervo

Cala San Pedro

Sin prisas, pero sin pausas seguiremos nuestro camino hacia el norte. Después de Las Negras, un inmenso pedregal, que conforma un paisaje singular. Por una carretera sinuosa, de buen piso eso si. Salimos del Parque y por tanto de la zona protegida. Y eso amigos se nota. Ya desde Carboneras el paisaje casi salvaje, empieza a adquirir tintes de civilización moderna, con sus ventajas, pero también defectos. Centros turísticos o paraísos de la segunda residencia de ciudadanos de toda Europa o de Madrid, principalmente, se suceden a los largo de la costa almeriense.
Kilómetro a kilómetro, hotel tras hotel, restaurante tras restaurante, chiringuito tras chiringuito llegamos a lo que hace unos años era uno de esos enclaves de obligado cumplimiento para los que querían conocer esta costa, que según algunos por aquel entonces era “virgen”. Mojacar nos contempla desde su trono mirando al mar Mediterráneo. Y nos recuerda en algunos de sus rincones a aquel paraíso de un mundo hippy que no se atrevió a cruzar hasta Ibiza.
De aquel Mojacar queda la blancura, de aquella playa desierta al lado del Parador de Turismo ya no queda nada. Pero en el fondo nos sigue gustando el recuerdo.

Desprendámonos del coche, en algún estacionamiento destinado al efecto, y preparémonos para recorrer este pueblo, hecho para disfrutar andando. Nos daremos cuenta, por lo empinado de sus calles, que crece alrededor de un cerro dominando una región históricamente poblada por culturas que admiraron, al igual que nosotros, su benignidad. La cultura del Argar, fenicios, griegos, romanos, cartaginenses; todos dejaron trazos de su cultura en lugares como Rajada de Ortega, Cerro Cuartillos, Caldero, Cabezo de Mata, Llano Manzano, etc… Pero sin duda alguna, la cultura árabe transciende en su historia hasta tiempos muchos más próximos que la historia transcribe. Este antiguo sultanato nazarí fue frontera cristiana y musulmana, que erige para su defensa torres de vigilancia. Las continuas razias cristianas encuentran reposo, cuando en junio de 1488, los Reyes Católicos envían a Garcilaso de la Vega, como capitán encargado de entablar conversaciones de paz con su alcalde. La entrevista es amigable y fructífera, pues permite a sus moradores convivir en paz con los cristianos hasta mucho después de la rebelión morisca. Si quieren conocer algunos monumentos andalusíes, pueden visitar la ya mencionada Torre del Perulico o los restos de lo que fuera su castillo, hoy convertido en templo parroquial, muy transformado. Algunas fuentes y aljibes permanecen como parte de este árabe legado que ha trascendido hacia algo mucho más importante y visible, aún hoy en día. Sólo tendrá, el viajero, que deambular por las plazas, calles, pasadizos, arquerías, callejones sin salida…, entonces estará viendo una trama urbana totalmente árabe, similar a la que puede ver, si desde la capital, decide trasladarse a nuestro vecino desconocido del Magreb.

El efecto singular de Mojácar ha provocado una histórica atracción de peculiares personajes: estrellas de cine, acaudalados extranjeros, buscadores de fortuna y sobre todo artistas. Ellos protagonizaron un movimiento pionero que convirtió a esta villa del Mediterráneo en un renombrado punto de encuentro de artistas, intelectuales, políticos, ricos o “simplemente” viajeros como nosotros.
Punto final a este primer día por las inmediaciones del Parque Natural del Cabo de Gata, con una incursión no programada a Mojácar. Ahora toca volver hasta Las Presillas Bajas y lo hacemos por la Autovía del Mediterraneo. Que buenas comunicación hay en esta Andalucía ya sea oriental u occidental. Por cierto no se olviden de cenar en el Hostal de La Isleta del Moro, pidan una Cuajadera,se darán cuenta de la utilidad de esos 20 € sueltos en el bolsillo.