VAMOS A CUENCA

Olba (Teruel)-Cuenca

Desde cualquier localidad de la comarca de Javalambre o Gudar Maestrazgo, te puedes desplazar hasta la capital conquense. En este caso será desde Olba (Teruel). Enlazaremos con la carretera Sagunto-Burgos N-234 y tomaremos dirección a Teruel. Al llegar a la capital turolense, siguiendo por la N-234 dirección Zaragoza, encontraremos el desvío a Cuenca (está muy bien indicado). Ya llevamos unos 57 kilómetros. Por la N-331, atravesando parte de los Montes Universales, después de 151 km, llegaremos a la ciudad de Cuenca.

Una ciudad que sorprende por su situación, encaramada en un montículo, asomada al río Huecar y donde sus casas colgantes no constituyen su único atractivo, seguramente es el más singular. Pero existen otros y algunos de una importancia cultural de primer orden en España, como el Museo de Arte Abstracto.

Casas Colgantes

Colgantes modernas

Majestuosas se asoman al abismo pero se agarran a la tierra. Las CASAS COLGANTES, son la imagen que la ciudad de Cuenca ha sabido exportar como su símbolo. Cuando uno las ve desde el otro lado de la carretera piensa que está viendo un cuadro o que se halla en un país de cuentos y que por alguna que otra ventana o balcón asomará el duende que las mantiene flotantes.

Pero si las observas desde  el puente, incluso da miedo y enseguida piensas que un día u otro lo colgante se puede descolgar.

Se construyeron en el siglo XIV : son el mejor ejemplo de la arquitectura gótica conquense. Sólo quedan las denominadas Casa de la Sirena y  Casa del Rey.

La ciudad está situada en el centro de España, a 167 km. de Madrid, y en el valle que forman los ríos Júcar y Huécar. Su situación geográfica hizo de esta ciudad una fortaleza inexpugnable en el pasado, mientras que en el presente su entorno le ha proporcionado la denominación de ciudad-paisaje.

Con 45.000 habitantes, Cuenca es el centro administrativo, jurídico y comercial de un amplio territorio. Actualmente la ciudad vive un impulso demográfico y económico debido al sector turístico, que se ha convertido en su principal actividad. Los cientos de visitantes que se acercan a la ciudad-paisaje no sólo pueden disfrutar de su privilegiado enclave geográfico. Cuenca tiene el honor de albergar, desde 1966, el Museo de Español de Arte Abstracto, semilla de diversas fundaciones culturales y museos que se han ido expandiendo por la ciudad. Otros organismos como la Universidad de Castilla-La Mancha, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo o el Archivo Histórico actúan de auténticos propulsores del desarrollo económico y demográfico de Cuenca.

También Cuenca tiene su historia y de ella queremos contarles cosas:

Según Julio Mártir Rizo, uno de los más afamados historiadores de Cuenca, la ciudad nació el mismo día y a la misma hora que Roma. Sin embargo, pocos son los restos que se conservan de esta cultura, si exceptuamos un pequeño puente y una fuente.

Más profunda fue la huella que el Islam imprimió sobre esta ciudad. Los árabes construyeron una fortaleza a la que denominaron Conca y, bajo los Omeya, Cuenca se destacó por una floreciente agricultura y una importante industria textil.

Tras un asedio de nueve meses, la ciudad, acosada por los almorávides y los almohades, fue recuperada por Alfonso VIII el 21 de septiembre de 1179. A partir de este momento en Cuenca se constituyó un concejo regido por el Fuero de Cuenca y una sede episcopal, organismos que contribuyeron al progreso de la ciudad.

El comercio hizo de motor de arrastre de la evolución económica, política urbanística y arquitectónica de Cuenca entre los siglos XIV y XV. Sin embargo, el siglo XVII arrastraría a la ciudad hacia un declive provocado, entre otras causas, por el aumento del precio de la lana y el consiguiente hundimiento de la pañería.

Tras los avatares del siglo XVIII y los conflictos bélicos del XIX, es en este último periodo cuando se configura la ciudad tal y como la conocemos actualmente. En el siglo XX Cuenca, al igual que el resto de España, sufrió la Guerra Civil, un hecho que no ha podido arrebatar la belleza de esta ciudad castellano-manchega.

Y la reciente historia tiene sus imágenes.

Cuenca, como hemos dicho es algo más y allí está su Catedral, su casco viejo, donde en cada puerta asoma la cultura que encierra esta gran ciudad. Música, literatura y artes plásticas son una muestra de la inquietud de la sociedad conquense.

La Catedral de Cuenca tiene el honor de ser la primera catedral gótica de Castilla. De estilo gótico normando tiene el doble carácter de santuario y fortaleza. Las obras las iniciaron canteros galos, siguiendo la moda francesa, en el año 1196 y se dieron por finalizadas en el año 1257, sin embargo, a lo largo de los siglos ha continuado sufriendo transformaciones que hoy en día permanecen inconclusas.

Su planta es de cruz latina, con tres naves, una amplia cabecera sin arbotantes y un presbiterio profundo. El crucero está cubierto por una gran bóveda central de influencia anglonormanda; de hecho se ha constatado que el autor del edificio se había formado en escuelas en las que se estudiaba el arte normando y conocía la arquitectura borgoña. El exterior de la catedral se renovó casi por completo en el siglo XVI y su interés artístico no era excesivo. Un siglo más tarde, en el XVII, se construyó la capilla del Sagrario y se reformaron tanto la fachada como las torres, otorgando al edificio un aspecto barroco. En el siglo XVIII se construyó el nuevo altar mayor y ya a principios del siglo XX se desmontó de nuevo la fachada, reconstruyéndola en lo que es su aspecto actual.

El puente

El viejo

La catedral

Otros monumentos

Puente de San Pablo
Comunica el convento de San Pablo con el casco urbano. Es de gran belleza , de hierro y mide aproximadamente 60 metros.

La Plaza Mayor
Es un trapezoide de forma irregular y auténtico centro neurálgico de la ciudad.

Ayuntamiento
Situado en uno de los lados de la Plaza Mayor, es un bello edificio barroco construido en 1762. Es un monumento porticado levantado sobre una triple arcada de medio punto. Ha sido restaurado recientemente.

Palacio Episcopal
Está adosado a la catedral por la zona sur. Se construyó a principios del siglo XVI, aunque la fachada se construyó en el siglo XVIII.

Torre Mangana
Fue antigua fortaleza árabe y es un reloj municipal, un auténtico símbolo de la ciudad. Está construida en el solar que ocupaba el antiguo alcázar árabe. A principios del siglo XX se restauró siguiendo un estilo neomudéjar.

Palacio de los Toreno
Tiene una gran importancia histórica ya que fue testigo de los amores entre Enrique de Trastamara , fundador de la dinastía con Catalina . Ha sido ocupado más tarde por importantes artistas como César González Ruano, Saura o Gerardo Rueda.

Hemos hablado del compromiso de Cuenca con la cultura y de ahí nace el Museo de Arte Abstracto, de obligada visita en Cuenca.

El 1 de julio de 1966 se abría al público el Museo de Arte Abstracto Español, instalado en las Casas Colgadas de Cuenca, propiedad del Ayuntamiento, que alquiló el edificio por un importe simbólico. El Museo estaba formado por un centenar de cuadros y una docena de esculturas que había ido reuniendo desde diez años antes el pintor Fernando Zóbel, aunque solamente se exhibían unas 40 pinturas y esculturas, para seguir después la fórmula de rotación lenta de la obra. El Museo fue ampliado en 1978, y en 1980 Fernando Zóbel donó la colección a la Fundación Juan March porque “el programa artístico de la Fundación coincidía con nuestras intenciones generales y además contaba con la libertad de criterio, la organización y la fuerza para enriquecer y proyectar hacia un futuro el desarrollo vital del Museo”. Desde 1980 la Fundación Juan March es responsable y gestora del Museo de Arte Abstracto Español.

Estos fondos, junto a posteriores adquisiciones -como la de 100 obras de la colección Amos Cahan en 1987-, se sumaban a los que ya poseía la Fundación Juan March, que alcanza actualmente 1.600 obras, de ellas 515 pinturas y esculturas. De estas obras, se exhiben actualmente en el Museo de Arte Abstracto Español, de Cuenca, un total de 129.

La colección inicial del Museo de Arte Abstracto Español, de Cuenca, creada sobre la base de autores -españoles todos- de una generación posterior en algunos años a la terminación de la Segunda Guerra Mundial, y continuadora en cierto modo de las ideas renovadoras que en su día tuvieron Picasso, Miró y Gris, fue concebida con el fin de conseguir una representación de los principales artistas de la generación abstracta española. Su creador, Fernando Zóbel, deseaba que no se dispersara la obra de sus compañeros, que no se marchara toda al extranjero y que fuera conocida en España.

La selección de las obras no fue realizada al azar, sino buscando la calidad y no la cantidad y sin pretender formar una representación exhaustiva de artistas abstractos españoles. “La selección se ha realizado muchas veces -declaraba su creador- con el consejo y la ayuda del autor; y para evitar el peso de falsos compromisos, el Museo se ha opuesto siempre a recibir regalo de obras”.

En cuanto al carácter abstracto, “empleamos la palabra universalmente aceptada para indicar sencillamente que la colección queda limitada a obras que se sirven de ideas e intenciones no figurativas, pero que en sí abarca toda la extensa gama que va desde el constructivismo más racional hasta el informalismo más instintivo”, añadía Zóbel.

La búsqueda del sitio adecuado se inició en 1961 y en junio de 1963 el pintor y escultor conquense Gustavo Torner sugirió la posibilidad de establecerlo en las Casas Colgadas de Cuenca. Desde el primer momento Torner fue el codirector del Museo, con Gerardo Rueda como conservador.

Su colección permanente tiene obras de:

Basterrechea, Néstor
Camín, Joaquín Rubio
Canogar, Rafael
Chillida, Eduardo
Chirino, Martín
Cuixart, Modest
Delgado, Guillermo
Farreras, Francisco
Feito, Luis
Gabino, Amadeo
Guerrero, José
Hernández-Pijuán, Joan
Lorenzo, Antonio
Manrique, César
Millares, Manuel
Mompó, Manuel H.
Muñoz, Lucio
Oteiza, Jorge de
Palazuelo, Pablo
Rivera, Manuel
Rueda, Gerardo
Saura, Antonio
Sempere, Eusebio
Serrano, Pablo
Tàpies, Antoni
Teixidor, Jordi
Torner, Gustavo
Viola, Manuel
Yturralde, Jose María
Zóbel, Fernando

Chillida

Oteiza

Antonio Saura

Hay otros museos interesantes que si uno tiene tiempo son recomendables:

Museo arqueológico de Cuenca
Instalado en un antiguo edificio del siglo XIII, llamado la Casa Curato de San Martín, presenta en tres plantas los hallazgos arqueológicos encontrados en distintas excavaciones realizadas en la provincia. Destacan algunas piezas del paleolítico  y un fondo dedicado a la Etnología (costumbres y artes populares). Otro apartado, dedicado a las Bellas Artes también resulta interesante. Así como una notable biblioteca especializada en los temas de los que trata el museo y dos talleres, uno dedicado a la cerámica y otro a grabados.

Ubicación: c/ Obispo Valero, 6

Museo Internacional de Electrografía
Las tecnologías más avanzadas de generación, reproducción y estampación de imágenes aplicadas al arte son algunas de las curiosidades que se pueden observar en este museo. Posee más de cien obras realizadas por autores de todas partes del mundo en las que se han utilizado las más modernas tecnologías. El marcado carácter didáctico del Museo y de la colección que alberga queda patente en el taller de investigación que posee: un centro dotado con aparatos dotados de la más moderna tecnología.

Ubicación: Edificio Carmelitas (Vicerrectorado). Ronda de Julián Romero s/n

Museo de las Ciencias
Inaugurado en enero de 1999, está situado en pleno casco antiguo de la ciudad, en la pequeña plaza de la Merced. Consta de dos edificios: un antiguo convento y su ampliación contemporánea. Incluye un interesante Planetario y, de una manera simbólica, todo el discurso y el hilo conductor del Museo es el tiempo. Incluye , entre otras, las siguientes salas: astronomía, cronolanzadera y tesoros de la Tierra, laboratorio de la vida y la Historia del futuro.

Ubicación: Plaza de la Merced s/n

Pero no sólo de cultura se vive en Cuenca, esta provincia tiene una atrayente gastronomía de la que destacan con nombre propio: El Morteruelo y sus dulces.

Cuenca comparte muchos elementos gastronómicos del resto de las provincias de Castilla-La Mancha: su origen rural y pastoril, la calidad de sus materias primas, el respeto a las tradiciones… Cocina de platos fuertes y gran poder calórico; así los gazpachos y las ollas, el cordero y la caza, son sus señas de identidad más destacadas. Pero ofrece, también, un buen número de platos exclusivos y preparaciones únicas que le confieren una personalidad propia.

Entre los platos típicos citaremos los zarajos, sorprendente plato consistente en tripas de cordero asadas al horno de leña tras ser enrolladas en una ramita de sarmiento; el cordero al horno, a la brasa, el cuchifrito o el cordero a la caldereta, plato de gala de los pastores, muy picante y sabroso.

Pero el plato por excelencia y el más conocido de la cocina conquense es el morteruelo, a base de hígado de cerdo rallado, carne de caza (liebre, perdiz), gallina, jamón serrano, manteca de cerdo, nueces y especias en abundancia (canela, clavo, alcaravia, pimienta y pimentón).

Otros platos dignos de mención son el ajoarriero o el atascaburras (a base de bacalao, ajos, patatas, pan rallado, huevos cocidos, perejil y aceite); la trucha procedente de la serranía preparada al horno o a la plancha, los cangrejos asados y en salsa, los gazpachos manchegos (a base de torta de pastor y carne de liebre, perdiz, gallina, setas y jamón); las chuletas asadas al sarmiento, las migas ruleras, el salmorejo, el moje, el pisto… todo ello regado por los excelentes vinos blancos de Horcajo de Santiago, Fuente de Pedro Navarro, Belmonte, Horcajo y Santa María de los Llanos, los claretes de Casas de Haro, Tarancón o Quintanar del Rey, el blanco dorado y el tinto rojo subido de Mota del Cuervo; el rosa pálido de Motilla del Palancar y el tinto de Iniesta, El Pedernoso o El Provencio.

Como broche final, el queso manchego y otros postres de la repostería conquense, encabezados por el alajú (a base de almendras, miel, higos y todo envuelto en una oblea) y seguidos por los pestiños o los pellizcos de monja procedentes de San Clemente y todo ello acompañado de Resolí, licor típico de la zona, verdadero regalo de los dioses, de exquisito paladar, cuyos principales ingredientes son aguardiente, café, canela, esencia de corteza de naranja y azúcar.

Y para dar cuenta de todo esto que mejor que algunos de sus restaurantes, aquí les recomendaremos dos: El Figón de Pedro, en la calle Cervantes de la capital. De todo tiene este palacio del buen comer, pero lo mejor la calidad-precio. No es barato, pero satisface el paladar y eso amigos entra dentro de los placeres con “d” de dinero.

El otro es Las Rejas, en Las Pedroñeras. El paraíso del ajo. Allí Manolo de la Osa, que estrena Estrella Michelín, nos trasladará hasta el éxtasis de unas sopas de ajo, seguramente la experiencia será inolvidable y se la contarán a sus amigos, a sus enemigos y a los indiferentes. No se lo pierdan.

Ya comidos o cenados volvemos por donde hemos ido, dos horas y media de camino nos llevarán primero a Teruel y luego a Olba o donde ustedes pernocten. Buen viaje.