11 DE NOVIEMBRE DE 2019

ALGO DEL NORTE EN EL SUR

Lecce se nos ha descubierto (su centro histórico) como una ciudad del Norte incrustada en el Sur (hay algunas costumbres de este Sur  que también están en Lecce) Una ciudad ordenada, limpia y con signos de una elegancia que no la hemos encontrado en otras de la Puglia (aunque Bari enamoraba) Todo aquí, menos el anfiteatro romano y el castillo del siglo XV, tiene la vistosidad que le da el arte barroco. En este caso el denominado “leccenés” que es muy parecido a nuestro churrigueresco. Siglo VIII en casi todos sus monumentos y entronca con ese periodo de vistuosidad que sigue al Renacimiento. Sus casas, no solo los edificios eclesiásticos o públicos. Los palazzos, algunos convertidos en alojamientos, como un hotel de 5 estrellas gran lujo antes de llegar a la Piazza de San Oronzo. Casas señoriales a modo de palazzos, sin serlo en manos de profesionales liberales, y un largo etc. Todo en función de esa elegancia que se trasmite en los comercios, incluso en los bares y cafetería de este centro histórico.

Hemos accedido por la Puerta de San Biagio y lo primero que percibes es la limpieza de sus calles (casi peatonal), luego la iglesia de San Mateo (ahí pagas los 9 € que te dan derecho a visitar otras). Sigues mirando a diestra y siniestra contemplando balcones, puertas o columnas y celosías que enmarcan la entrada a una casa o al Palazzo de turno. Así hasta Santa Clara, de la misma factura que san Mateo (barroco leccenés). Enseguida, vamos a la vuelta de la esquina aparece el anfiteatro romano que engrandece el interés por esta ciudad. Santa Irene (no es de pago) pero es la antesala al Duomo con su campanile y al lado el Seminario…Lo importante es cualquiera de estos monumentos. Pero hasta llegar a ellos se respira ese ambiente que os he descrito al principio…elegancia y un glamour que no habíamos visto (Módena, quizás puede compararse). Un café en la Piazza de San Oronzo frente al anfiteatro romano (lujazo) Y a buscar la Santa Croche y esta otra parte de ese casco histórico mejora sensiblemente esa sensación de señorial de Lecce. Tiendas y alojamientos (hoteles e incluso los B&B tienen su encanto en esta zona) Sin más, pero sin menos. Después de haber visto una ciudad muy viva nos vamos a la carretera. Apenas 40 kms dentro de la Puglia que nos trasladan del Adriático al Jónico (mediterráneo al fin y al cabo) Gallipoli que era la segunda ciudad del día nos devuelve el encanto de los barrios con calles estrechas entre murallas que dan al mar. Allí el castillo bizantino del siglo XIII (aunque retocado por todos los que dominaron la ciudad después) nos da la bienvenida a esa isla donde se encuentran los puntos de interés monumentales de Gallipoli (ya sabéis el Duomo y otras lindezas) Aquí se confunden las fechas, si Lecce era siglo XVIII, la presencia de griegos, romanos, godos, normandos y otras raleas ofrecen algunos relatos de iglesias (sobre todo) construidas allá por el siglo X y anteriores. En la cripta de la Catedral puede observarse esa circunstancia (puedes ver una iglesia anterior a esta del siglo XVII)  allí están algunos restos de la anterior construida en el siglo XII (pero nadie niega que existió una anterior) En este centro histórico, aparte del Castillo el interés está en el recorrido por sus calles donde un coche (aunque sea un cinquecento) pasa con dificultad. Donde las sissis domésticas dominan las calles (había llovido y muchos han aprovechado los ratos de sol para hacer la colada, que se seca en plena calle) Esta ciudad que se vive en la calle o donde un Palazzo espectacular se ha convertido en una vecindad, tiene ese atractivo de pueblo de pescadores, más que de ciudad cosmopolita (lo dejamos para Lecce) Diferentes pero tan atractivas una como la otra. Allí nos ha pillado la hora de la comida y claro (la tentación solo se vence cayendo en ella) hemos buscado el lugar adecuado para completar el día…La Vinaigrette…atractivo por dentro y de mejor para el paladar. Para compartir (que dos primeros es mucho, las raciones son generosas por estos lares) una catalana (si han leído bien) con gambas, y alcachofas al natural maceradas en limón para que no pierdan el color. Extraordinario. De segundo unos tallarines al vino con berenjena y pez espada (de lujo) Con media botella de Vedeca (según la definición) una uva”rara” autóctona de esta parte de la Puglia. Acidez y fruta correcta con cierta sensación cítrica…correcto. De ahí camino de Taranto, también en el Mar Jónico…aquí a la orilla del mar. El recorrido nos ha devuelto a las inmensas extensiones de olivos (aunque al principio de estos 80 kms hemos encontrado fincas abandonadas y olivos secos) y grandes plantaciones de cepas todas en espaldera. Se nota que se ha llegado al vino como industria en las últimas tres décadas (aunque existieran hace siglos). Es reconfortante ver tanta naturaleza viva. Además estaban puestas las esteras para recoger la oliva…un paseo agradable.