Los restos de lo que debió haber sido el Castillo se encuentran en la parte baja del pueblo. Su ubicación se debe, seguramente, a la necesidad de organizar una defensa rápida de la población. Situado en un promontorio estratégico, se supone que pertenece al siglo XIV o XV.
Regresamos al cruce de la carretera de Queralbs y recorremos el último kilómetro hasta lo que es un pueblo de una belleza excepcional. Colgado de la montaña, sus calles y casas respiran piedra, pizarra y madera, elementos naturales que nos enlazan con épocas pretéritas.
Por sus características se puede datar en el siglo XII, fruto de la reedificación sobre la primitiva iglesia consagrada en el año 978.
Durante los siglos XV y XVII la construcción primitiva sufrió algunas
modificaciones como la ampliación de la nave central con dos nuevas capillas, la construcción de una sacristía con capilla y la edificación de un campanario de torre coronado por una pequeña espadaña. Cabe destacar el pórtico de entrada que cubre la pared de mediodía, compuesto por seis arcos adovelados de medio punto que descansan sobre cinco columnas, constituyendo uno de los mejores ejemplares
de pórtico del románico catalán. Las columnas son de mármol con vetas de azul y blanco mientras que los capiteles y las arcadas son de piedra calcárea compacta.
De la puerta de entrada hay que destacar sus batientes de madera, que
conservan restos de la forja original.
con un ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera.
Tiene adosado un campanario de dos pisos de planta cuadrada y una capilla construida posteriormente. Los muros laterales son de un grosor notable, igual que los del campanario. Se evidencian dos etapas en la
construcción del edificio: la nave y el campanario en el siglo XI y el ábside en el XII.
En el Museo Nacional de Arte de Catalunya se conserva parte de la decoración mural del ábside, un baldaquín sobre columnas y la talla de una virgen románica en madera de roble. La entrada se halla situada junto con la torre del campanario, en la fachada orientada al valle, siendo una puerta cubierta con un dintel simple y dotada de un destacado herraje, una muestra más de los trabajos de la forja de hierro de esta zona. El dibujo de los elementos que decoran la puerta es igual en cada
uno de sus dos batientes.
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Sant Marcel formaba parte del dominio del Monasterio de Sant Joan de les Abadesses, siendo consagrado a principios del siglo XI por el abad Oliba. En el Museo Nacional de Arte de Catalunya se conservan el ara y el frontal del altar.
Pues de Planés a Planoles, allí nos encontramos con otro templo románico consagrado, esta vez, a San Vicente.
Iglesia de una sola nave reforzada con arcos torales, cubierta con bóveda de cañón y acabada con un ábside semicircular, con dos ventanas de doble sesgo. El ábside tiene un friso con una arquería ciega de estilo lombardo. Se puede datar el edificio en los siglos XI y XII.
El edificio fue ampliado en el siglo XVIII: se construyeron un campanario de torre, una capilla y una segunda nave en la que quedó incorporado un pequeño atrio porticado.
La iglesia de Sant Vicenç de Planoles es nombrada por primera vez en el año 1141, aunque es posible que existiera mucho antes porque de Planoles se tienen noticias desde el 938.
Por sus proporciones, estructura y recursos tecnológicos, esta iglesia puede relacionarse con su vecina de Sant Cristòfol de Ventolà.
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Si ya hemos mencionado Ventolá, deberemos dirigirnos a esta población. Para ello tomaremos la C-17 (antigua N152) en dirección a Ribes de Fresser y tomaremos un cruce que nos aparece a nuestra izquierda y que dice: Ventolà 3. La carretera es estrecha y apenas caben dos coches, por lo tanto cuidado a la hora de circular.
Allí dejaremos el coche dónde podamos y recorreremos a pié los escasos 200 metros que nos separan de la Iglesia consagrada a Sant Cristófol.
Iglesia de una sola nave, muy larga, cubierta con bóveda de cañón y acabada con un ábside semicircular. El campanario, cubierto de forma
piramidal, es de torre de planta cuadrada de un solo nivel de ventanas, coronadas por un arco apuntado en cada una de las fachadas; seguramente se trata de un añadido bajo-medieval.
Aunque probablemente fue edificada en el siglo XI, ha sufrido algunas modificaciones con el paso del tiempo, como el añadido de un porche en la fachada meridional, de tradición neomedieval, y la supresión de una pequeña capilla.
C-17(antigua N-152) hasta Ribes de Fresser y allí la iglesia Parroquial, consagrada a Santa María y muy reconstruida, eso si sobre la primitiva.
De la primitiva iglesia románica, documentada en el 1035, destruida en el 1936 y reconstruida en los años 1945-46, sólo se conservan los tres ábsides, uno de central y dos de laterales que hoy en día son capillas, cada uno de ellos con una ventana de doble sesgo y cubiertos con bóveda de cuarto de esfera.
La obra original debió responder a las formas típicas de la arquitectura lombarda.
En el interior de Ribes de Fresser tomaremos una carretera que nos lleva directamente a Pardines. Hay 6 kilómetros, es estrecha (caben dos coches con dificultad), pero bien asfaltada. A un kilómetro aproximadamente de Pardines, y teniendo como referencia los contenedores de basura, hay un desvío al camping de Pardines, que siguiéndolo nos lleva hasta la Iglesia de Santa Magdalena (de obligado cumplimiento en la ruta, pese a las dificultades). El camino es muy estrecho, aquí si que no caben dos coches, pero bien asfaltado.
La capilla de Santa Magdalena de Puigsac queda en la vertiente de tramontana de la Serra Cavallera, en el vecindario de Puigsac.
Edificio de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón y acabada con un ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera.
El lugar y el paisaje invitan a momentos de sosiego en la vida agitada de las personas de ciudad.
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Reservamos en el Anna. Y quizás nos hemos equivocado, no lo sabremos hasta nuestra próxima visita a Ventolà. Pero definamos la comida de hoy como pasable. Barata (2.000 por barba con propina), pero cara porque no tenía nada en especial, es de aquellas veces que uno se siente que ha sido y tremendamente cara. De primero una tabla de embutidos de la zona, bien surtida y algunos de buen comer. No son ni de lejos de la calidad de los de Moià por ejemplo, ni en lo que se refiere a los de tipo longaniza, ni los achorizados, ni los de bull o cabeza de jabalí. Podrían comprarse en cualquier mercadillo de domingo.
El segundo de batalla, pies de cerdo, pato (no pedirlo) y ternera con setas (en principio parecía algo seca). Bodega inexistente, un vino de la casa aceptable con gaseosa. Con eso está dicho todo. Por lo tanto una comida cara. Sorprende la gran cantidad de gente que recorre esos tres kilómetros para una comida de subsistencia por poco dinero. Conviene reservar, yo les doy el teléfono por si se atreven: RESTAURANTE ANNA: 972727260. RESTAURANTE CAN TONICU: 972729136
Insisto de Can Tonicu nada que opinar, no lo conozco.