1 DE DICIEMBRE DE 2019

QUE BIEN HE COMIDO AL LADO DE MCDONALS

Desde la salida de La Spezia la lluvia no nos ha abandonado ni un solo instante. Prácticamente 569 kms hasta Saint Remy de Provenze bajo una lluvia a veces asumible y otras tormentosa eso si por autopista lo que lo ha hecho más llevadero.

Ni por la imaginación pensaba hoy escribir la última crónica. Pero la carne es débil y aquí estamos en una calle de esta localidad de la Provenza donde siempre es agradable venir. Un domingo por la tarde, ya sobre las seis, después de un día de lluvia. En las calles no queda ni el tato…alguna pareja de turistas despistada (como nosotros) y poco más. Las tiendas cerradas y extrañamente la iluminación de Navidad puesta, pero apagada.  No obstante solo pasear por estas calles ya es un placer para la vista y para el espíritu después de un intenso viaje por Italia.

Hoy, pese a los aguaceros, pese a tener que pasar Génova que es un fastidio (menos mal que al ser domingo los camiones no circulaban)pese a otros muchos inconvenientes (meteorológicos) el camino ha sido enriquecedor a nivel de paisaje. Primero la paleta de colores que desprende un otoño por la Liguria. Más tarde la costa de la Imperia con la sempiterna San Remo…una vez atraviesas la frontera llegas a Niza y de a poquito la imagen de Montecarlo allá abajo…Una vez entras en la Provenza empiezas a ver toda la intensa cromacidad de los amarillos, ocres, rojos, verdes y la cantidad de cepas ya den declive temporal, pero que se asemejan a cuadros al óleo… Si de ahí sale ese vino rosado pálido el Côtes de Provenze que tan de moda se ha puesto. Mi amigo André, dice que hay que tomarlo con salmonetes. Aunque me consta que últimamente se ha vuelto algo vicioso y lo bebe con otros productos…Yo sigo instalado en “el salmonete”.

Lo que no he contado hasta ahora es el por qué del titular de esta crónica. Pues es tan simple como la satisfacción que supone comer bien en el bistró Holly en un área de servicio gestionada por Mc Donals. Una ensalada, de esas que la chef Mateo no pierde ocasión de comprarla cuando la encuentra en los mercados…ilustrada con unos tacos de atún en aceite (oliva, por supuesto) y luego una carne roja acompañada de un revuelto de verduras autóctonas de la Puglia curadas en aceite y vinagre (poco) pero con un toque de peperonzzino que alegraba la parte de sosez que siempre tiene un filete…Y con esas hasta aquí a Saint Remy de Provenze donde ya no llueve…fin de fiesta para treinta y nueve crónicas de un intenso, interesante y maravilloso viaje a bordo de la Holly.