EGIPTO EN TURÍN
Todas las crónicas que aparecen en las redes sociales sobre Turín nos aconsejan como prioritario la visita al Museo Egipcio…y no se equivoca ninguna. A las nueve y media en punto, bajo una lluvia molesta llegamos a este Museo…trámites de rigor y al segundo piso que es donde se inicia la visita…primero los vestigios anteriores a las dinastías (estamos hablando de más de 3600 años antes de Cristo)…Lo primero que ves es una momia de esa época (para ir haciendo boca) y a partir de ahí todo lo que encontraron los arqueólogos allá por finales del XIX y del XX hasta que Nasser puso punto final a la búsqueda indiscriminada de los tesoros ocultos de las diferentes civilizaciones de Egipto. Dicen que es el segundo museo después de El Cairo en piezas de ese Egipto de antes de ayer. Y les puedo asegurar que lo es (o al menos yo no había visto tanto Egipto entre los museos que he visitado, especialmente el British) Además todo está ordenado, no como el de El Cairo donde se amontona estatuas, sarcófagos y momias (hace tiempo que no voy). Piezas donde en otro lugar alcanzan expectación y singularidad, aquí están por doquier. Bien documentadas y con un trabajo de restauración muy logrado. Además el conjunto del museo, las salas (la de los reyes es un claro ejemplo) la iluminación, etc crean un clima que enaltece mucho más el objeto básico. Las fotos son demostrativas de cuanto estoy reflejando. Imprescindible la visita.
Luego Turín es una ciudad media con una industria muy potente, la Fiat, que marca sin duda la vida cotidiana. Al pie de los Alpes, hoy un día gris escondía parte de su belleza. Porque subiendo a La Mole (un edificio con una aguja a 165 metros de altura) se ve toda la ciudad y su entorno con los Alpes omnipresentes. No ha podido ser, pero callejear desde la Plaza del Castello hasta el Palacio Real, seguir la Vía Po o la Vía Roma, perderse por El Barrio judío te da una visión pequeña pero suficiente de esta ciudad. Sobretodo si además te alojas frente al la factoría Fiat.
En ese paseo llegas al Duomo para ver la sábana santa (escondida debajo de unas telas) Pues no la ves. He tenido la sensación de pequeña estafa. Está allí solo para creyentes. De allí a la Puerta Palatina, siglo I antes de Cristo…Piazza San Carlo de visita obligada. El denominador común de esta ciudad de entre el final del XVIII y el XIX son los paseos cubiertos que se encuentran en el centro de la ciudad. Supongo que los largos inviernos bajo las nubes que no pasaban los Alpes hizo que se construyeran para salvar las lluvias. Dicen por aquí que solo un lado de la vía está cubierto…era para que pasaran los ricos sin mojarse, los pobres por la otra acera bajo esa lluvia molesta. Galerías donde se concentran las ofertas de las grandes marcas y que se asemejan a las de otras ciudades italianas como Milán. La comida en un pequeño restaurante de comida local…el anuncio lo dice todo “Comida desde las 12 hasta que se acabe”…a las 13,35 ya quedaba el “casi nada”…sencillo pero bien elaborado a base de verduras y productos de buena calidad precio (si estuviéramos en el Camino hablaríamos de menú del peregrino.
Por la tarde camino Del Valle de Aosta, concretamente hasta Hoce, a orillas del Dora Baltea. Antes de llegar atraviesas Donas, que aquí conocen como la ciudad del vino. Las cepas están situadas en las laderas de las montañas que rodean esté pequeño núcleo conformando un paisaje muy singular (ver las fotos de Rosa en mi Facebook). Siguiendo la carretera hacia Aosta, llegamos a Bard (pueblo medieval) con un Fuerte que era uno de los enclaves estratégicos para ascender por este valle entre montañas (mañana toca visita a primera hora, pero antes una fotos tomadas desde Hoce) Hoy llegamos temprano a descansar del esfuerzo de ayer…apenas 80 kms de coche. Cena en el “bistró de la Holly” y a levantarse temprano que mañana hay que llegar al Lago maggiore pasando por el de Orta. Pero eso ser mañana.