GERNIKA-LEZAMA

Para dejar Gernika hay que pasar de nuevo por todo el conjunto de la Casa de Juntas, cerca del monasterio de Santa Clara, ese donde las novias llevan una docena de huevos para que no les llueva el día de su boda. Aquí en Euskadi las posibilidades de acertar son escasas a menos que calcules el anticiclón de las Azores. Seguimos un trecho por el parque Europa. La conciencia colectiva está muy presente en esta localidad. La verdad es que esta parte de nuestra historia cuando la tienes delante emociona.

Para emoción y de la buena es el ascenso que se te viene encima a partir de la misma salida de la plaza consistorial, primero las escaleras (seguimos para bingo) hasta la iglesia. Hay que decir que en esta parte del Camino del Norte las iglesias son enormes, se les nota las diferentes construcciones y como cada vez las hacían más altas. Sigues por el núcleo urbano hasta la ermita de Santa Lucía de Zallo y a poco comienza el bosque y un ascenso pronunciado (de los serios, como todos estos) durante una hora y 26 minutos, perdonen que lo cronometre pero es lo que os vais a encontrar. Si además llueve intensamente, el barro te lo pone más difícil.

La etapa no tiene más relato que el sube y baja de los diferentes valles que atraviesas. Los bosques de pino y eucaliptos. El ruido de los leñadores cortando los árboles marcados para la industria maderera. Se corta y se replanta de inmediato. Dentro de 30 años el bosque será el mismo. Caseríos, uno detrás de otro, algunos simples residencias y otros con todos los pronunciamientos de la economía rural. Vacas, burros (que cantida de burros hay en esta zona), caballos, ovejas, cabras (las mínimas para hacer queso) y ocas, muchas ocas.

Un paisano que ha colocado en su casa una zona de avituallamiento a 1 € la pieza o la lata nos informa bajo un aguacero que a Larrabetzu todo es llano y bajada. “Gerekiz es un monte que se baja en vez de subir” afirmó con “sabiduría”…si supiera él las veces que nos acordamos tras cada una de las cuatro subidas de justicia que vinieron después de esas palabras, seguro que se arrepentría de habernos engañado como pardillos.

Paso a paso, por cierto una bajada de esas de caerse sin hacer mucho esfuerzo para ello, la pasamos con una agua persistente y con resbalones en el barro lo que nos obligó a caminar por la senda que dejaba el agua…no veas como llegamos a la carretera que te lleva a Goikoletxea y después a Larrabetzu. En esta última localidad el mundo abertzale está muy presente, especialmente la concienciación sobre los presos de ETA. Pero esa es otra historia.

Un alto en el camino, hay que decir que los pinxos de tortilla son insuperables. Lo  que si se superan por carretera son los tres kms que separan Larrabetzu de Lezama. Es una zona residencial con casas imitando caseríos…aunque hay una gran casa con escudos heráldicos en la puerta que tiene que ser de alguien muy pudiente…no preguntamos por aquello de ser discretos, pero me quedé con ganas.

Y de ahí a Bilbao para pernoctar en una Residencia de Estudiantes. Habitación correcta. El problema es que está en la Calle Cortes, no me acordaba que cuando estuve por aquí hace la friolera de 48 años era la calle de las señoras de vida alegre y hoy es una zona llamémosle “deprimida” donde se ha instalado la inmigración. Cerca de la plaza Zabalburu…Pero hay que decir que comimos en la calle San Francisco en una pulpería los dueños son de la zona de Valdeorras en Orense y por cierto de maravilla todo productos gallegos y del Bierzo, incluido el Godello. Muy recomendable. La noche la compartimos con amigos de Bilbao. Una ciudad moderna y donde el diseño forma ya parte de su idiosincrasia. No me he olvidado del Guggenheim….