NADA ES IGUAL EN EL CAMINO
Cuando te parece que la etapa es igual que la de ayer o que la historia que quieres explicar no es nada diferente a otra que ya has contado. Cuando piensas que no sabes que vas pensar. Aparece un Museo Etnográfico en un pueblo de la montaña asturiana que cambia lo que no querías escribir. Salimos esta mañana del albergue Miguelin (de lujo) con una frugal colación (nos esperaban casi dos kms de ascenso duro) algo de frío y mirando arriba, hacia los molinos de Iberdrola pensando “por ahí hay que pasar”. Mirada al suelo, concentración, a sufrir en silencio y hasta las tinieblas (bueno una niebla meona) que escondían los molinos…frío, mucho frío (el sudor de la subida se transformaba en un frío que calaba hasta en la mente) todo motivado por un viento del sur que en teoría era caliente. Desde arriba uno de esos paisajes que se quedan en el recuerdo…y empieza lo complicado desde los 1034 metros en un descenso “cruel” entre árboles calcinados, piedras en negro que recuerdan el incendio de 2017, un pantano allá abajo, el pueblo Grandas de Salime (final de etapa) en frente (como diciendo “baja que luego subes”) vas superando las dificultades (Michel avisa del peligro, se ha caído sin consecuencias) hasta llegar al núcleo de la etapa: el pantano de Grandas de Salime, una obra pública del 1955 sobre el río Navia… (212 metros) de nivel, tiene su tela verdad?) y a partir de la presa empieza una subida (aceptable hasta el pueblo a unos 540 metros) que te deja en el ayuntamiento, la iglesia y en el hotel La Barra donde pernoctamos. Como veis un relato pormenorizado de lo que es una etapa normal (corta después del esfuerzo de ayer) casi 18 kms con accidente tolerables (bueno la bajada se las trae, son 800 de desnivel) Comida de menú (por cierto muy buena) y una cena de pulpo (marroquí, que gallego no hay. Dice el paisano) Acompañado por un grupo de gaiteros que van se van de fiesta y no deleitan con ese sonido tan característico de estas tierras “celtas” que te da la gaita.
En esas que uno está dispuesto a un relato corto (por lo de no cansar) y de pronto aparece un Museo Etnográfico (hay muchos de escaso interés) que se convierte en un atractivo inesperado. Utensilios, reproducciones de estancias icónicas en épocas pretéritas (la escuela o el sillón del dentista son de impresión) Productos de la época (todas) Un ejemplo…la cantidad de rollos del papel higiénico El Elefante…Un molino, pallozas, un hórreo techado con espiga de heno y así una cosa detrás de otra que te transporta a una realidad que tu has vivido y que para muchos jóvenes que hoy lo visitaban les suena a chino. Pero que existieron y fueron testimonio vivo de una época determinada. La lareira (cocina) es una pasada…estaríamos explicando las miles de cosas que hemos visto…no podía faltar (se me olvidaba) un alambique para la elaboración de orujo…
Mañana caminamos hasta A Fonsagrada y ya entramos en Galiza…el tramo final. Otra subida de “injusticia” o inhumana como dice el franchutis…