Café y croissant en el bar Gorriz junto al mercado de San Sebastián, por cierto un gran croissant de mantequilla. Por la lameda camino del Ayuntamiento, por cierto un edificio de los que marcan una ciudad junto a la Concha. Y eso La Concha en mayúsculas. Una de las imágenes más bellas que se pueden construir hoy (si he dicho construir) y más en un amanecer sabiendo que el sol va aparecer ya mismo. El recorrido se ve interrumpido por las numerosas fotos que pide el paseo y la vida que hay en el paseo y la playa o en el agua por ejemplo…Unas señoras que se van a bañar, un fotógrafo que aprovechando la luz inmortaliza el instante, unos perros que juegan mientras sus dueños comentan el buen tiempo y así paso a paso, parón a parón vamos consumiendo ese kilómetro y medio hasta pasar el túnel que te lleva a Ondarreta y de ahí a las primeras estribaciones del ascenso a Igeldo. De nuevo las escaleras, se están convirtiendo en compañeras inseparables en este Camino. Y así vamos para arriba. Una subida exigente que nos lleva hasta el pueblo de Igeldo y a pocos metros de suave ascenso llegamos al camino que bordea la costa. Entre caserios, algunos viejos, otros de construcción moderna, pero con regusto a euskadi seguimos con la vista puesta en el mar. En medio de este escenario nos sorprende una mesa en el camino a modo de ayuda al peregrino. Agua y mensajes de aliento al caminante. Paramos para sellar la credencial y seguimos la marcha hacia nuestro siguiente destino, Orio. Entre subidas y bajadas alternando bosques y carreteras locales llegamos a una antena de comunicaciones que nos deja ver el puerto de esta villa marinera. Hay que tener en cuenta sobre todo que los caminos por el monte no son de rosas…piedras y más piedras colocadas como si hubieran llovido dificultan y mucho la marcha, especialmente las bajadas. Si San Sebastián es sinónimo de “realeza”, no en vano fue sede de la corte española durante los veranos reales en los siglos XIX y XX. Orio es sinónimo de mar, de traineras, de marineros más allá de nuestros mares, de mujeres cabeza de familia que representan ese matriarcado que forma parte de la esencia vasca. No en vano allí tiene lugar una de las competiciones con mayor tradición, la bandera de Orio de traineras…seguramente con la de la Concha la de mayor implantación en Euskadi. Recorres el puerto hasta casi su bocana y empieza otro ascenso para salvar el último monte antes de llegar a Zarauz. Esta vez casi paralelos a la AP-1. En ese ascenso aparecen las cepas de Getaria Txcolí. Foto de rigor y culminando el ascenso aparece en el horizonte Zarauz y su magnífica ubicación con una playa donde dicen que la oligarquía vasca pasaba (pasa) los veranos por aquello de estar cerca de la Corte de Donostía (cuando estaba). Me dicen que siguen teniendo sus casas familias de toda la vida en la sociedad vasca. Un campo de golf de nueve hoyos nos da la bienvenida y forma parte de los planos generales de la zona. Por cierto el final de la foto es Getaria. Y allí un sin fin de atractivos. Pasaremos mañana camino de Deba, pero antes nos resarciremos de esta etapa de 23,1 kms con un buen rodaballo en el restaurante Astillero…hay otros, pero a mi personalmente es el que más me. Atrae por la relación calidad-precio. La única lástima es no poder degustar las lágrimas de Getaria de mi amigo Jaime Burgana. Otra vez será.
La tarde a recorrer Zarauz, y pasear por la orilla de su playa, incluso sentarnos en una terraza viendo los intentos exitosos o no, de la multitud de surfistas que hay en sus aguas.
Si queréis un resumen hay que decir que sigo pensando en que esta etapa resume un país vasco donde se mezclan como en ningún sitio el verde de los prados y el azul del mar en una sinfonía cromática difícil de plasmar en unas simple fotos por mucho que lo intentes.
Dormir en Hotel Alameda 57 la doble y 46 la sencilla. Correcto. Hotel convencional pero con un personal muy amable.
Mañana más…