CAPÍTULO QUINCE

La llegada a Santiago, aunque como en esta ocasión sea transitoria, ya que mañana continuamos hasta Ponte Maceira para encaminarnos a ese Finisterre. La llegada no está exenta de la emoción que supone entrar pòr el arco de Gelmírez a la Plaza del Obradoiro. Llegada de los cuatro en conjunto…saludos de rigor. Fotos y comprobar la gran catidad de personas que han llegado hasta la tumba del apóstol aprovechando el puente del Pilar. Yo que he vivido en esta ciudad puedo decirles que no había visto nunca tanta gente frente a la catedral. Alguien me ha chivado que septiembre y octubre son los meses más fuertes del Camino, tendrá razón visto lo visto.

Alojamiento en el Seminario de san Martín Pinario a un tiro de piedra de la catedral. Esta vez en las “celdas” para peregrinos, algo más sobrias que las otras, pero a un precio distinto. Con el sudor de un día de lluvia (el poncho no transpira) y las mochilas sin llegar…nos esperan. Con cierta preocupación por el frío del sudor…nos anuncian que han llegado y rápidamente ducha y a cambiarnos de ropa, por lo menos seca. Nos vamos a Mesón don Miguel de A Pobra do Caramiñal en plena ría d’Arousa Norte a degustar una serie de productos que nos ha anunciado Toño, amigo de Isabel y residente por estos lares (lo conocimos en Baamonde) La comida no ha defraudado…creo que ha cumplido con la máxima que nos anunció…”habrá un antes y un después” por la calidad, la elaboración de los platos quizás tenga razón. Percebes, camarones, pulpo y un virrey bien regados por ribeiro, albariño y godello  han hacho las delicias de estos peregrinos. En resumen, ha valido la pena el desplazamiento. Porque además de este Toño siempre se aprende algo sobre las rías y los productos de las rías. Gracias

Por la tarde a recibir a los últimos componentes del grupo que llegaban de Barcelona para experimentar esa sensación extraña de llegar hasta Finisterre y Muxía…Tin, Pope y Luis aparecerán ya en nuestra crónica de alcance de esta aventura por el Camino de Santiago.