No hay alternativa. Sintra necesita un solo día para hacerse una vaga idea de lo que significa en la historia de Portugal y para conocer de cerca el movimiento de una corte que reinó aquí durante 800 años. La mañana se inicia con el desplazamiento hasta esa localidad…Estación de trenes de Rossio,(aunque si lo prefieres puedes ir hasta la Estación de Oriente en el Parque de las Naciones) Mucha gente para un solo tren. Al llegar a Sintra nos dimos cuenta que el que venía de la otra estación estaba casi vacío. Pero vayamos por tiempos…sale cada 20 minutos y la suerte es que era lunes (dicen que los fines de semana es casi imposible llegare y ver todo lo que hay que ver en Sintra) pero el tren iba hasta las trancas. 40 minutos y un sin fin de estaciones hasta llegar a destino. Allí comienza un paseo por una localidad cuyo Ayuntamiento (el edificio me refiero) ya es un espectáculo. Luego un recorrido hasta el Palacio Real es de una exuberancia resaltable por la vegetación de la zona. El centro de Sintra es un laberinto de callejas dedicadas al turismo puro y duro, como no podía ser de otra manera…Destaca la “pastelaria” Periquita que por lo que hemos visto tiene su fama. Una vez has subido por estas calles, luego volvemos a bajar hasta ese Palacio Real que fue una transformación de uno original construido en la dominación árabe que aquí llego hasta finales del XII…Pese a sus transformaciones a lo largo de estos siglos se conservan los vestigios árabes. Destacan las dos chimeneas que lo distinguen en la distancia. Después de este pequeño encuentro con Sintra había que decidir cómo se llegaban a dos monumentos imprescindibles en cualquier visita a la ciudad (yo diría que también para cualquiera que venga a Lisboa). El Palacio da Pena y el Castelo dos mouros. Puedes ir andando (la subida es para expertos o más jóvenes) en Tuc-tuc (carromato de tres ruedas y que hace su función por aquellas pseudo carreteras donde hace falta pericia de F-1) en autobús, el 434 concretamente que te lleva hasta las inmediaciones de estos dos lugares. Nosotros lo hemos hecho en el tuc-tuc (mi consejo es que. esperéis al 434…). Paradas correspondientes con la explicación de rigor y lo mejor es que se conocen los rincones para hacer las mejores fotos…(alguna ventaja tenían que tener sobre el autobús). Por cierto en una de esas paradas nops enseñan la casa donde Roman polansky filmó con Jonnhy Depp “La novena puerta”. Seguimos y acabamos el “tour” externo que habíamos contratado. A comer en un lugar más que aceptable lejos del feroz turisteo. Pero faltaba algo. La visita al Palacio da Pena…Las dos partes, una la construida en el siglo XVI y la otra del siglo XIX…(las guías están para algo, así que a consultarlas). Lo muy interesante es como se han conservado muchos utensilios y muebles usados por la familia real portuguesa. Todo hay que decirlo, Portugal fue un reino hasta 1910 cuando se proclama la República y se destrona a Manuel II. Por lo tanto no es de extrañar que haya llegado en buenas condiciones parte de su legado.
De ahí hasta las proximidades del Castelo dos Mouros, construido en el siglo VIII y del que nos queda debidamente restaurado todo su perímetro amurallado. Aquí ya hemos cumplido con lo indispensable. Pero hay que resaltar que en Sintra se sigue respirando aristocracia pese al republicanismo presente.
Para volver la misma operación del tren (aquí dada la hora, la de comer) con menos gente de la que vinimos. El viaje de 40 minutos nos deja en la estación de Rossio y aquí hicimos el primer intento de subir por el Elevador de Santa Justa (intento fallido). Se nos echaba encima la hora de cenar al otro lado del estuario y había que coger un metro hasta Cais de Sodré y desde allí en un barco (que va y viene con muchas prisas) . En un plis plas de 10 minutos por el río Tejo ( 3 € el viaje) llegamos a nuestro destino en el restaurante Punto Final a orillas del estuario donde algunos pescadores de caña intentaban redondear su cena. Mañana será el momento de dejar Lisboa y desplazarnos a Sesimbra, pero eso será mañana.