27 de Abril
Estamos ya en los momentos finales de este Camino (ya no se si es el once o el diez) Cada vez son más los paneles de la N525 que anuncian Santiago a…Ahora tocan instantes de terapia colectiva (siempre alrededor de un buen pulpo, un vino correcto y un excelente orujo después del arroz con leche de rigor…algunos flan con nata) Todo se circunscribe a reflexionar sobre este Camino, sobre estos días de nómada del secano al mojado y de horas de corredorias embarradas, de carreteras sin sentido, de aldeas y parroquias o de meseta sin horizonte…Todo influye a la hora de hacer balance y preguntarse por el próximo, o si no hay próximo. Cada uno es cada cual y por tanto nadie debe influir o suplantar la voluntad del otro. Así es el Camino (y eso que no hemos llegado a la plaza del Obradorio, donde se expresa en todos los sentidos la “lágrima fácil”)
Llevamos días donde los colores son los protagonistas de las etapas. Colores que siendo los mismos cambian o se matizan según la luz que reciben (sol y azul del cielo, gris claro o gris plomizo. De todo hemos visto) Dejemos aquellos que son anécdotas (las camelias por ejemplo. El naranja oscurecido del mimbre, etc) y vayamos a los que dominan realmente…Verdes de musgos diferentes ya sean en piedra o en carballo. Marrones con matices de hoja de roble o helecho en invierno. Gris y gris negro del granito. Negro del barro negro de esta tierra y así hasta completar la gama que esta parte de Galicia ofrece al peregrino.
Hoy también era día de cruceiros…desde casi los primeros pasos de esta etapa hemos empezado a ver cruceiros (de los de verdad) donde el crucificado es el crucificado y la piedad se convierte en una virgen sin cuerpo de Cristo. Todos con antigüedad (siglo XVII) y algunos con tintes contemporáneos (los prefiero a que se mueran por falta de cuidado). Luego esa maravilla en la N525 expuesta a cualquier desalmado…la iglesia de Santiago Apóstol datada en el siglo X, una auténtica joya del románico gallego. Otro de los punto de máximo interés de esta etapa está en cruzar el Puente de Taboada para salvar el río Deza, momento de gran belleza paisajísitica antes de Silleda.Siguiendo por esas pistas de colores vivos vamos percibiendo la fuerza de la naturaleza en forma de alfombra de hojas caídas y de piedras que se mezclan con el barro y el agua, como si nunca se fuera acabar. Y hasta aquí puedo leer. Lo demás sería dotarle de más fantasía de la que realmente desprende.