LIMA

Llegamos a Lima como habíamos previsto. La panza de burra sobre nosotros y una temperatura de 11 grados. Nada que el cuaderno de viaje no hubiera previsto. Hotel a primera hora de la mañana, antes un tráfico fuera de lo común. Una ciudad que representa casi el 50% de la población total del Perú y con todos esos ingredientes nos encontramos a las puertas de Miraflores, un barrio residencial a orillas del mar y donde se concentra una parte importante del comercio y las finanzas de esta ciudad.

Lo más próximo era acercarnos hasta la orilla del mar para ver el panorama desde abajo. Allí estaban los surfistas aprovechando cada hola y delante nuestro La Rosa Náutica, restaurante que había sido y que ahora es más para turistas que para degustadores de la cocina peruana.

Miraflores Surfistas en Lima Rosa Náutica

Sin más dilación que este paseito nos dirigimos al Museo.Enrico Poli,  situado en la calle Cochrane 400 del barrio de Miraflores. Entrada 10 US por barba. Imprescindible si uno quiere conocer de cerca lo que dejó la cultura precolombina y la inmediata postcolombina con piezas de excelente valor. Cuando se repongan de la sorpresa de ver todo lo que contiene un museo privado incluido el Señor de Sipan, siguen su camino y se acercan a El Mercado  un restaurante situado en Miraflores y que se está convirtiendo por derecho propio en templo de la cocina peruana. Hablaremos de ella en todo momento en este viaje porque junto a la historia, supimos combinarlo con todas las variantes de esa cocina mezcla de la tradicional autóctona, meditérranea aportada por los españoles y oriental traida por los japoneses y chinos que se instalaron en estas tierras atraidos por sus riquezas naturales. Recuerden El Mercado de Rafael Osterlinch, allí de todo. Ceviches de extraordinaria factura. Causas limeñas como en pocos sitios. Pulpo a la brasa, impresionante,  y unos postres caseros que ablandan la voluntad de cualquier régimen. Un vino, normalmente argentino o chileno (el vino está supercaro en Perú) y a seguir la marcha.

Viajamos al centro de Lima para ver naturalmente la Plaza de Armas, la Catedral, el Palacio Presidencial (no llegamos al cambio de guardia), la Plaza de Toros de Acho donde se celebra la famosa feria del Escapulario, merece un detenido recorrido. Desde sus corrales hay una magnífica vista de las montañas de Lima y las construcciones de los recién llegados.

Plaza de Armas- Palacio Presidencial Catedral

Buscamos sus calles…

Y fuimos a los toros…

Volveremos a Lima a cenar en Pescados Capitales  y comer en Panchita donde Gastón Acurio hace de las suyas…