Etapa de paisaje similar al de ayer, pero sin la dureza de la subida al alto de Labruja. En principio la entrada en España por Tui de este Camino Portugués se presenta leve porque son 20 kms y un terreno apropiado para el paseo del peregrino. Especialmente porque la media de pasos es buena y uno sabe que llegará pronto al descanso.
La primera impresión es la belleza del río Coura que a través de la basta vegetación se adivina uña resclosa y especialmente una especie de rápidos que conforman una imagen de niebla matinal.
La etapa transcurre entre aldeas, bosques de eucaliptos y otras especies sobre un pavés pronunciado. A veces se mezcla el canto rodado que obliga a una cierta precaución.
Después de Sao Bento de Porta Aberta viene Fontoura, Pedreira y así hasta llegar a Valença do Minho. Una ciudad de considerables dimensiones fronteriza y donde se nota el aluvión de españoles dispuestos a acabar con los ajuares portugueses, sensiblemente más baratos que en España. Aunque los portugueses tengan que ir a poner gasolina a Tui, sensiblemente más barata que en Portugal.
Valença se caracteriza por su fortaleza. Y aunque de los “listos del camino” no han hecho pasar las flechas por ella. Alguien con buen sentido las ha pintado y te lleva como es lógico por esta ciudadela comercial pero digna de ser visitada. Sus iglesias, dos, merecen detenerse en ellas. Se sale por una puerta, que seguramente fue la de entrada a la fortaleza desde España en aquellas guerras fratricidas.
De ahí al puente sobre el río Miño que sirve de frontera de los dos paises. Puente diseñado por el señor Eiffel, si el de la Torre de París. Y que nos da acceso a Tui.
La fisonomía de Tui se dibuja desde el lado portugués como una ciudad en altozano. Construida en base a una Iglesia-Fortaleza que servía para defenderse de los ataques del país vecino, especialmente en las guerras medievales cuando se luchaba por posesiones del entorno.
Su catedral es eso, una Iglesia dentro de una fortaleza circundada por Torres de defensa. Construida entre los siglos XII y XIII tiene un fondo templario y mezcla los estilos románico y gótico vale la pena pagar los 4€ y ver su claustro y les mirador sobre el Miño.
La ciudad tiene todos lo servicios y un restaurante de tapas La de Manu que puede resultar bien. No pedir jamón ibérico, es la única falta que se le puede sacar. Carta de vinos muy aceptable, incluso se permite el lujo de tener O Soro un Godello de Rafa Palacios a 90€.