MONTFALCÓ MURALLAT
Duración: 1 día
Lugar de Origen: Barcelona (Catalunya-España)
Lugar de Destino: San Ramón (La Segarra-Lleida)
Mas o menos una hora y treinta minutos de viaje hasta el primer destino.
Tomamos la N-II en la Diagonal de Barcelona con destino a Cervera, la capital de la comarca de La Segarra. Allí tomaremos la N-141 de Cervera a Calaf, a pocos kilómetros, aproximadamente unos 3 existe un desvío a la derecha donde se coge la LV-1003 hasta Montfalcó Murallat, primera parada de este recorrido por el Medieval de La Segarra.
Montfalcó Murallat es un poblado medieval, muy bien conservado, donde viven dos vecinos y que nos muestra casi en estado puro las diferentes construcciones de una aldea amurallada situada en una colina. Si hacemos un pequeño esfuerzo, hasta podemos imaginar que te has trasladado en el tiempo a pleno sigloXII o XIII.
Volvemos por dónde hemos venido y entramos en el núcleo urbano de Cervera (otro día estudiaremos esta localidad). Desde allí cogemos la L-303, que nos llevará a dos lugares claves en esta ruta medieval. Uno es el castillo de Montcortés, de planta rectangular con dos torres gemelas.
La primera vez que aparece en algún legajo como Castillo en toda regla es por el año 1095. Cuenta la historia que fue reformado en el siglo XV, pero también se sabe que en la segunda mitad del siglo XIV, constaba como señor del castillo Berenguer Llompart. Aunque los dueños han sido varios y variopintos: los Saciera, los Alta-Riba, los March, los Folcrás y los Moixó.
Como se aprecia en las fotos su estado es ruinoso. Cerrado al público esta joya de Montcortés necesita una “mano de pintura” de las Administraciones, obligadas a conservar nuestro patrimonio cultural, o eso deberían hacer.
Siguiendo la carretera L-303 en dirección a Agramunt, llegamos a el cruce de la población de Aranyó y allí nos encontramos con una mezcla de lugar medieval, con Castillo incluido y reformas de casa al estilo hortera, tratando de conseguir un efecto óptico que produce risa.
Castillo documentado en 1126. Reconstruido en 1569 por los Agulló, señores de Bellvei. Renacentista con torre a poniente, tiene un portal de grandes dovelas (piedra labrada) y escudo de armas partido entre bandas y águilas, perteneciente, como hemos dichos a los Agulló.
Perteneció a la familia del escritor Manuel de Pedrolo, que nace en esta población en 1918.
Salimos de Aranyó y buscamos el cruce de la L-303 con la L-310 que nos lleva a Concabella, y desde allí a la L-304 hasta encontrar un desvío (de tierra) que nos lleva hasta el Castillo de Ratera. Convertido en Molino, es uno de los mejor conservados. Restaurado hace poco, combina la arquitectura palaciega con su utilización industrial, ya que estaba dedicado a la producción de harinas.
Desde esta población y por la misma carretera llegamos a Les Pallargues. En medio de la población y a pocos metros del ayuntamiento, surge de improviso al penetrar en una calle relativamente estrecha, el Castillo de Les Pallargues. Una población en la cual hoy en día se capta todavía aquel aire de paz y tranquilidad que debió de transpirar a lo largo de su existencia. Se documenta desde 1061 en que se le denominaba “d’Espallargues” en referencia a los pallers. Durante 1315 su propietario era Berenguer de Rajadell y un año mas tarde lo sería el señor de Concabella que lo sería durante una parte del siglo XIV y parte del XV. Este castillo que se construyó en un emplazamiento aislado y en el punto más alto junto al río Sió, poco a poco se vio rodeado de casas a su alrededor hasta formar un núcleo urbano Parece que al en torno a 1636 ya se habían reunido unas 23 casas junto con unas murallas que las rodeaban. Pertenece al tipo de castillo-palacio de los que abundan en la comarca de La Segarra.
Es de planta muy irregular y lo forman tres polígonos de diversas medidas seguramente por haberse ampliado en varias ocasiones con una gran fachada. El cuerpo central que corresponde al mas antiguo, contiene un impresionante arco gótico de trece metros. Los cuerpos restantes parece corresponden al siglo XVI. La balconada añadida posteriormente hace unos 200 años, le permite tomar un aire de majestuosidad. No sería esta la última transformación, la guerra civil y la ocupación militar que tuvo que sufrir y dos bombardeos posteriores, lo fueron transformando hasta adquirir el aspecto actual.
Siguiendo la misma pista, después de pasar Montroig, llegamos a Pelagalls, allí en el centro del núcleo urbano, encontraremos la Iglesia de Sant Esteve.
La primera noticia que se tiene de esta iglesia, data del1090. Pero en 1968, cuando se hacían trabajos de restauración se encontró bajo el altar un pergamino del acta de la consagración, efectuada el 14 de noviembre de 1180, por el obispo de Urgel, Arnau de Preixens. Este documento iba acompañado de las reliquias de San Armengol, San Lázaro y otros santos.
Iglesia de una sola nave, en la que destaca su puerta. Formada por tres arquivoltas sobre columnas monolíticas. Su construcción entronca con las iglesias de la Cataluña primitiva. Esta es una característica de algunas construcciones religiosas del Valle del río Sió. La cabecera es de un ábside semicircular, como se aprecia en la fotografía y como única decoración interior tenía una línea seguida de impostas en todos los muros.
En el siglo XVIII se hicieron reformas importantes. Entre ellas la construcción de su robusto campanario.
Siguiendo la ruta del románico de la comarca de La Segarra, tomaremos la carretera L-310 de Tárrega a Guissona, pasaremos esta importante población agropecuaria hasta encontrar la C-1412. Allí giraremos a la derecha en dirección a Torà de Ruibregós. Casi al final del núcleo urbano nos desviaremos por una carretera en dirección a Solsona. Antes de salir del pueblo observaremos una calle que nos indica: a Cellers (no podemos despistarnos), pasaremos un camino de grava, junto a un monasterio y seguiremos hasta encontrar a la izquierda un camino asfaltado que conduce a granjas diseminadas por el término municipal. La pista asfaltada tiene unos 3 kilómetros y después sigue una pista de gravilla, sorprendente por su buen estado. Al final de la misma, y entre un paisaje producto del incendio del 1998, llegaremos al Monasterio de Cellers, consagrado Sant Ermenter y Sant Celdoni. La leyenda sitúa este como el lugar donde se enterraron los cuerpos de estos dos mártires huyendo de la invasión musulmana.
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La primera noticia de este monasterio se tiene en 1038. En 1070, ya se constituye en Priorato, ya que había una pequeña comunidad benedictina. Pero a mediados del siglo XIV, quedó completamente desabitado. En 1399, las reliquias de los dos santos se trasladan a la Iglesia de San Miguel de Cardona, donde las colocan en el altar mayor.
Del monasterio primitivo solo queda la Iglesia. De una planta cuadrada encabezada por tres ábsides. El espacio central está cubierto por una cúpula ojival, seguramente de construcción reciente.
El presbiterio se alza unos dos metros sobre el nivel del suelo y debajo existe un cripta original del siglo XI o principios del XII, cuando fue edificada la iglesia.
Si el viajero llega hasta el monasterio observará que hay una valla anunciando unas obras de restauración. Se desconoce si se dejaron por el incendio forestal que asoló la zona, por falta de presupuesto o por falta de voluntad política de la Generalitat de conservar las joyas monásticas de nuestro patrimonio. Una lástima.
Acabado el recorrido entre el Románico y la Segarra medieval, nos dirigimos a San Ramón. En esta población, denominada así porque se veneran los restos de San Ramón Nonato, se construyó un Monasterio que se conoce como El Escorial de La Segarra debido a sus dimensiones. De estilo barroco, se empezó a construir en el 1675 y se acabó en el siglo siguiente.
Pues bien, en este lugar está la Fonda Magdalena , Calle Mayor, 36, Teléfono: 973524004. Tiene un menú que cualquier persona puede preparar en casa después de comparar en cualquier mercado de Cataluña. Nada de sofisticaciones: Entremeses (buenos). macarrones (facilita el acceso de los niños), canalones de muy buena factura, etc. En cuanto a segundos lo típico también, Ternera con Setas, Conejo al horno, Butifarra y demás manjares del lugar a la brasa.
La bodega corta, más bien cortísima, al unísono con la comida. Sorprende eso si, una novedad de Canals y Nubiola que ha embotellado en Francia un Cabernet Sauvignon y un Merlot jóvenes a un precio asequible unas 800 pesetas. Todo un descubrimiento, mejor el Cavernet, aunque no desprecie usted el Merlot.
El precio de la comida ajustado al lugar, unas dos mil por barba. No está nada mal. Un buen consejo, llame con antelación, pues suele estar lleno, ya que es comer como en casa pero sin guisar.
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