Ya son las seis y diez de esta tarde del sábado 14 de octubre en O’Pedrouzo…lugar conocido antiguamente por Arca y que la suerte de ser mitad de camino entre Arzúa y Santiago lo ha convertido en final y cabeza de etapa para completar la Compostela. De la nada, apenas una parroquia de O Pino es hoy un centro de acogida al peregrino (de aquí a allí 19 kms) con multitud de pensiones, albergues y servicios de restauración para tanta gente. Y aquí ¿qué se puede hacer después de una siesta reparadora para los que hemos llegado? Nada que no sea ver por fuera la iglesia dedicada a Santa Eulalia y comentar la jugada en alguno de los múltiples bares. La bebida la ponen ustedes. Otros, escriben, ven la tele. Ahora con lo de las plataformas es una buena ocasión para ver dos capítulos de la serie olvidada y poco más…pónganle una cena a base de tapas, pulpo, tortilla, raxo y a dormir “mi estrella” que mañana llueve y la etapa se las trae.
Antes ha habido que recorrer los 19,7 kms que separan Arzúa de Arca (O’Pedrouzo) y la verdad es que se hace agradable desde el principio…eso si debiéramos denominarla “los cien mil hijos de San Luis” o “la torre de Babel”. No hace falta que conozcas el Camino o busques las señales que te conducen hasta aquí. Basta con seguir a la multitud. Curioso, hasta haces cola para saltar un charco. No digamos las señoras en los bares de esta etapa (que son infinidad) casi todos llenos, para el excusado. Una conocida de nuestro tramo ha desistido después de más de diez minutos. Con lo grande que es el “aseo” que nos rodea, basta apartarse del “andador” que han colocado para el Camino, entre eucaliptus, carballos y alguna vaca desconsiderada. Uno tras otro o en grupos heterogéneos de a no sé cuantos vas adelantando (en mi caso no) o te adelantan cientos de personas en peregrinaje. Otro momento es la selección musical de este recorrido…desde el “misa” con mensaje, reguetón (no sé ni escribirlo) cheli, una señora que se arranca por coplas. Lo que está creando Spotify en una cosa tan seria como el Camino de Santiago. Solo nos falta aquel con el radiocasete de grandes dimensiones acuestas y el ritmo actual donde con un sonido (música es otra cosa) repetitivo hasta herirte los tímpanos van recitando un sinfín de frases conexas que terminan siendo inconexas. Todo empezó en el desayuno en un bar “cutre”, todo hay que decirlo, en Arzúa. La tele a toda marcha para despertador de peregrinos con ese sonido taladrante y un señor que recita mientras acaricia a señoras de buen ver (¿las de mal ver no tienen derecho a salir en los videos de este tipo de comunicación?) Un viejo carca diría ¿Qué podemos esperar? Este viejo se pregunta si realmente eso es creatividad artística, y encima cobran.
Dejamos la música y nos concentramos en las conversaciones. Hemos oído cual torre de Babel bíblica, hablar en castellano, catalán, “desde Santurce a Bilbao” , alemán, italiano, coreano (este escrito en wasap, que debe ser dificilísimo) inglés, poligonero, holandés (nos decía un chico al llegar a Arca) en fin una etapa donde el propio Paco para huir de esta vorágine se la tragado en poco más de tres horas y media (no ver la foto del individuo) Apunten. Nos quedaría el relato de la cena, pero por su “importancia” me permito prescindir de él.
Pensión Maribel, O’Pedrouzo a eso de las siete menos cuarto de la tarde.