Leídos por activa y por pasiva los acontecimientos de un domingo (sin fiestas que guardar) en Paiporta (zona 0 de la tragedia del sur de Valencia) Donde una población (léase ciudadanos de pleno derecho) enfervorizada fruto de la desesperación, de la indignación de todo lo que a ustedes se les ocurra, porque no hay calificativos. Responde con rechazo y “agresiones” veniales a la comitiva institucional que los visitaba para darle apoyo moral ante su dolor por las vidas perdidas (familiares incluidos) y por los bienes materiales (todo lo que tenían) “Lo he perdido todo” decía la multitud (siendo verdad) Algunos hemos tenido que robar porque nuestros hijos tenían sed y hambre (también verdad. Lean la entrevista de Salvador Enguix en la Vanguardia) Los saqueadores ya están en la cárcel (algunos) Después de cinco días y cinco noches de colas para conseguir una botella de “Fontvella”, algo que llevarse a la boca o algún pañal para el chiquillo/a. Qué esperaban: “adhesiones inquebrantables”, “fe, esperanza y caridad” No amigos políticos…no era ese el clima de una población que lucha por su subsistencia y camina kilómetros para conseguir algo tan básico como un litro y medio de agua para beber. Vale, que nadie podía prever la magnitud de lo sucedido, ni la AEMET, ni la propia Generalitat, ni las negligencias de los políticos y técnicos que ustedes puedan añadir. Vistas las primeras imágenes, tanto las de Letur, como las de la “zona 0” el aparato del Estado debe ponerse en marcha de inmediato con todos los medios materiales a su alcance. Y esto es lo que no se hizo. Las luchas intestinales entre administraciones (habrá que hacer mucha pedagogía sobre el Estado de las Autonomías) Las de los partidos en el Gobierno o en la oposición (lo de Feijoo, lamentable. Lo de Robles para dimitir y tantos otros, saben a qué me refiero) Causaron estupor entre esa población que gritaba “Lo hemos perdido todo y ahora qué” Ese “qué” no tuvo respuesta inmediata. Muchas dudas, mientras iban creciendo la indignación de las colas y las caminatas de más de seis kilómetros a por una botella de agua. De ahí lo de “barros e insultos” durante la visita de los reyes, el presidente del gobierno y el de la generalitat se convierta en normal. Los resúmenes de prensa hablan de la actitud del rey y la reina ante ese rechazo. De un final “cristiano” (te encomiendas algún dios cuando vienen mal dadas) De esa población ante quien “crees” puede darte una porción de esperanza donde no la hay. Esa frase de “Felipe no nos dejes” resume una mañana (dicen que hora y media, las imágenes son elocuentes) de angustia retenida. Era, seguramente, la última opción de quienes ya no tienen nada que perder (lo han perdido todo. Algunos hasta la vida) No quisiera pecar de radical en este análisis apresurado. Pero se me ocurre que hoy la “monarquía” (no la de Rufian y otros) le ha echado una mano a la política y sobre todo a los políticos. Y ahora, “señores políticos, ustedes que pueden…trabajen” (como dijo Genma Nierga en la “mani” tras el asesinato de Ernest Lluch)