30 DE NOVIEMBRE DE 2019

GRAN FINAL EN ITALIA

Las condiciones meteorológicas condicionaron una parte de nuestra programación para este viaje a Italia…Aquellos días en que debíamos pasar por CinqueTerre la lluvia hubiera deslucido y mucho lo que hoy hemos visto. Con buen criterio y dado que de vuelta debíamos pasar (si o si) por aquí decidimos dejarlo para “tiempos” mejores y la verdad es que precisamente hoy ha hecho un solazo espectacular que nos ha permitido ver algo tan cercano a lo que conocíamos bien (Toscana) y que desconocíamos enteramente hasta que lo hemos visto en todas las guías como portada y calificado de imprescindible si uno quiere conocer Italia. A primera hora de la mañana desde la estación de La Spezia (luego os comentaré esta ciudad) con el tren de las 9 y 17 hemos empezado la “gincana” por los cinco pueblos que conforman el Parque Nacional de Cinqueterre”…Apenas diez minutos y ya la primera parada. Riomaggiore. Por un pasillo iluminado (largo) hasta una salida ciertamente cutre y a preguntar por el mar (anda que no estábamos despistados por ser puerto de mar) Por unas escaleras ciertamente rudimentarias llegamos hasta un lugar donde las barcas están en la calle sustituyendo a los coches (aquí aparcan barcas de recreo o pesca donde debían haber coches, pero…) Al final una pequeña dársena por donde bajan las barcas, claro. Y desde ahí una subida (mas escaleras) hasta dar con el punto exacto desde  donde hacer la foto que sale en todas las guías…y lo conseguimos. De ahí iniciamos un recorrido a pie (lo de a pie lo digo porque todo era subida) En uno de esos momentos foto…desde la orilla del mar veo allí arriba lo que parece una ermita con reloj incorporado. Aplicas el zoom y foto que te crió (pensando que nunca subirás hasta allí) A un ¿seguimos? Con respuesta positiva, por ver lo qué había más arriba…llegamos a la altura de una iglesia y después otra por calles de sube y baja (más sube que baja) hasta que después de la foto de la iglesia principal, me topo con la ermita con reloj incluido…ya no necesito el zoom para engañar al prójimo. Descenso rápido y al tren de nuevo (pasa cada hora por la misma estación)

Cualquiera de estos pueblos a orillas del mar, con ese colorido vivo en cada fachada (pese a que algunas están deterioradas) Con el mar entrando hasta los pies de esas casas. Te sorprende incluso después de haber visto las fotografías correspondientes en los prospectos turísticos. Vuelta al tren y tres minutos más tarde ya estas en Manarola, segundo pueblo y más de lo mismo, pero esta vez con chinos por doquier…paseo hasta el mar…foto de fachadas marinas (que se parezca a la de los carteles, por favor) Unos belenes con todos los elementos imprescindibles (aquí te acuerdas de la Colau) y por unas pasarelas que te llevan hasta la “Vía d’Amore” o lo que es lo mismo el “Camí de Ronda” que une por senderos los cinco pueblos. Nosotros llegamos hasta la curva de la foto y con prisas para llegar de nuevo al tren (por si lo pierden los chinos). Un grupo de chinos ataviados con equipamiento de los olímpicos de China (por la edad debían ser jubilados de los  voluntarios de la Olimpiada de Pekín) se dedicaban a hacerse fotos en posiciones de tai-chi. Mientras dos señoritas que parecen de “buen ver” se hacen fotos en posiciones de “influencers” que no es más que enseñando barriguita. Con esas al tren y dos minutos mas tarde en la estación de Corniglia. Pueblo que no está en el mar, sino cien metros más arriba y al que se llega por unas escaleras (creo que 380) o por un minibús que entra con el billete del tren (os imagináis la elección, fácil eh?) Preguntamos a que hora la vuelta y a visitar el pueblo. Diferente a los demás (sin chinos) Las fachadas de colorines, aquí son minoría y se cambian por calles y casas de aspecto medieval…lo que si es común son los cultivos, especialmente vid, en terrazas de muy, pero que muy difícil acceso. Hay unas fotos antiguas que reflejan el tremendo esfuerzo de la vendimia en estas tierras (esclarecedoras) Una iglesia con unos frescos excepcionales, además de estar datada en el siglo XIII (qué extraño) Y otra vez al tren en busca del cuarto (parece una sevillana) También apenas dos minutos y a bajarse (reencuentro con los chinos. Se les han unido unos cuantos indús y americanos por doquier, algún español despistado y argentinos de Misiones…otros toman mate, pero no les he preguntado de dónde) Vernazza. Volvemos a la fachadas de colores y foto desde el mar hacia tierra (hay que cumplir) Pero esta vez te sorprende una iglesia románica pura en su primera construcción y de la que quedan importantes vestigios dentro y fuera, pegada al mar. Lo demás es una copia con sus características propias como los anteriores. Allí toca aperitivo clásico de este viaje. Por la hora…Vamos por el quinto Monterosso…el más grande, el que tiene las mayores playas, pero el que no tiene la belleza que esperas cuando te enseñan Cinqueterre. Pueblo de turismo clásico…pero que unos parapentes se encargan de amenizar la visita. Comida a orillas del mar (un arroz a los frutos de mar, correcto en la elaboración y el precio) sin un ohhh que lo haga diferente.

De regreso paseamos por La Spezia. Si nos había sorprendido la importancia de su puerto por la cantidad de contenedores, la ciudad también te dice cosas…calles amplias con comercios de buenos productos, edificios de finales del XIX muy al estilo “Toscano”. En el centro los edificios mucho más neoclásicos al estilo Eixample de Barcelona. Un puerto deportivo con barcos y yates (de dinero) Se nota que es una de las bases importantes de la Marina italiana…Una ciudad que como base para visitar cinqueterre le aporta mucho. Puede ser (no lo sé) el segundo puerto de la zona después de Génova…si es centro de Cruceros, según nos cuentan. Y hasta aquí puedo escribir…Podríamos decir que “colorín colorado” este cuento se ha acabado…pero mañana de regreso la tentación de la Provenza es máxima…no lo sé.