ETAPA 26 LUGO-SAN ROMÁN DA RETORTA

GALICIA ES MUJER

No sé si la niebla es masculino, femenino o del género neutro. No voy a estudiar un tratado de gramática para aseverarlo. Porque la niebla matutina en este Lugo romano, pero frío (aunque en otras épocas que lo conocí lo era mucho más) protagonizaba los primero pasos hacia San Román da Retorta…pasas el puente romano sobre “o noso pai o Miño” y sigues por su vereda hasta que te adentras al interior (hoy casi todo por asfalto) con paisajes ya conocidos de esta Galicia de corredorias, carballlos, helechos (Mortos e vivos) y un musgo verde cubriendo las piedras (que llevan allí toda la vida) Piedras que han visto pasar paisanos con las vacas de un prado hasta otro, peregrinos camino de Santiago, máquinas arreglando el paso del agua y el tiempo…y no hace mucho otras máquinas que acabaron con el camino para dejar paso al asfalto y a los vehículos, por aquello de la modernidad y el progreso. Menos mal que en algún trecho sigues por ese Camino icónico donde las carballeiras de viejos carballos impone un silencio, roto por algún cuervo o grajo disputándose algún bocado. Y así descontando kms en los mojones del Primitivo vamos del km 99,600 hasta el 79 y algo…20 kms justos para llegar al Albergue de Cándido más allá de la Iglesia de San Román…recomendable en todos los sentidos. Correcto en cuanto a las instalaciones…el precio ni os cuento…la comida, sencilla, pero con la gracia de lo casero y las atenciones de cinco estrellas categoría lujo (quizás hasta mejores) Pero toda etapa tiene su historia y esta hasta dos. Ayer hablábamos de meigas y del obisome que se esconden en la niebla, resguardados por los troncos de los carballos milenarios. Hoy la leyenda ha dejado paso a una realidad que hemos ido constatando en los muchos Caminos e incluso en otras visitas a esta tierra. Las dos historias juntas corroboran que Galicia tiene nombre de mujer por algo. La primera de ellas, casi al final de la etapa, es la de una mujer de edad indeterminada, pero con méritos de pensionista, cargando el remolque de un tractor de estiércol a base de horca con mango natural (vamos que no era de ferretería) Todo un ejemplo de abnegación (seguramente necesaria) para alimentar los campos donde crece la hierba que sirve de alimento a las vacas, ahora y cuando los fríos les impidan salir del corral. La segunda te la encuentras de frente en el camino…unas gallinas (tres en concreto, aunque alrededor había otras) incubando en huecos de tierra bajo la atenta mirada de un gallo engreído y desafiante. Ninguna se inmutó ante nuestra presencia, demostrando que ese trabajo (incubar o poner un huevo, yo que sé) era tan importante que el paso de unos invasores de su intimidad no lo podía alterar…¿Entendéis por qué Galicia es mujer? Yo si.