LA LLUVIA 9/11/22

La mañana tenía su intríngulis…a eso de las siete la disyuntiva era si llovería o no y eso impediría la instalación del mercado de los miércoles, uno de los más importantes de la Provenza (así rezan los prospectos turísticos) A las 8,45 desayunados nos encontramos en uno de los cafés de la place de la Republic. Croissants con café y a patear el mercado…nubes que amenazan, pero que dejan pasar algún rayo de sol. Primeras compras de no sé para qué sirve, pero es mono (cualquier excusa es buena para justificar la compra) De ahí a la zona de víveres de todo tipo, trufas, ostras, algún chino al Wang ton y tantas otras cosas. Después las ofertas en materia de verdura (madre mía cuanto de bueno tienen estos mercados franceses) fruta, quesos de todo pelaje (vaca, cabra y oveja) de todas las regiones desde Normandía hasta Savoya…y un largo etc. Una parada con padre e hijo que acaba confesando, con cierta ilusión su ascendencia lorquina (consecuencias de la guerra civil y de la huida de los perdedores de la contienda) Colorido variopinto que va desde una alcachofa o un ajo confitado a un “trío” que no es otra cosa que tres aceitunas de excelentes proporciones pero coloreadas en verde, negro y rojo. Ya nos están dando las once y hay que correr porque nos espera el Monasterio de Sant Paul de Mausole donde estuvo internado Vincent Van Gogh, que, a pesar de ser holandés, más parece un vecino de Saint Remy donde lo pintó todo. Hasta el punto de que existe un circuito salido de la combinación naturaleza con cuadros del pintor.

Pasamos enfrente a ver los restos romanos de Glanun y a comer…algunos restaurantes están hasta las trancas y hay que improvisar…Una pizza Montblanc y otras ofertas para una comida rápida, aunque de excelente factura.

De ahí, a eso de las tres y media nos vamos directos hasta Chateauneuf du Pape…una de las zonas vinícolas de particular atractivo. Google maps te manda por alguna carretera de paso único, desproporcionadamente complicada y fuera de la ruta normal. A tu izquierda Avignon (lo dejamos para otra ocasión) y rápidamente llegamos frente a Chateau La Nerthe (casualidad) entramos en el recinto bodeguero con impresionantes vistas de tanta garnacha, cariñena, Morvedre o syrah que te reconcilia con este mundo del vino en esta zona regada por el Ródano. Aquí comienza una tormenta de las serias que dura más de una hora, lo que nos permite visitar las salas de barricas de cabo a rabo, incluido el cementerio que sirvió (cuenta la leyenda) para esconder parte del vino en la invasión nazi. Dicen que los propietarios actuales abrieron el muro y descubrieron el contenido en 1985…compra de algunas botellas con titulación y a casa. Cena de todo aquello que habíamos comprado, especialmente un surtido de quesos acompañados por una ensalada de cum laude. Sesión de catarsis, que suelen darse en estas ocasiones donde se reúnen amigos con historia y que además saben contarlas…finalmente después de concluir en que hay “amigos, conocidos aventajados, conocidos y saludados” nos vamos a dormir que mañana hay que madrugar…jornada larga…amigos que dura es la vida del turista.