CAPITULO SEXTO

Se hace raro empezar la crónica de hoy mientras en el lavamatic de aquí al lado hacemos la primera lavadora de este Camino…enseres que ya han padecido cinco días y algunas tres etapas…Hay que aprovechar este tipo de instalaciones para hacer borrón.

La etapa ha demostrado tres ritmos diferentes en eso del Caminar, el pelotón de los torpes (un servidor) el deportivo con glamour (Isabel) y el Fórmula 1 (Vicente). Recorrido exigente, bueno los siete últimos kms hasta Villamartín el Grande. Un paisaje de la Galicia interior, con mucho cultivo de maíz, bosques de eucaliptos, prados inmensos donde pastan las vacas de leche y la rubia gallega. Aldea tras de aldea y una subida permanente…primero desde nivel del mar hasta 153 metros (marcaba el altímetro) Todo ello trufado con algún paisaje a nuestras espaldas que incluía, la ría, Ribadeo, Castropol (Asturias) y el río EO en su final. En Vilela, donde hay albergue a unos 7 kms del comienzo, la primera de las sorpresas desagradables. Albergue y bar cerrados. Dos peregrinas casi en actitud doliente se quejaban de esto. Luego unos latinoamericanos (en bici) buscaban desesperadamente agua…una lástima. Pues ese ha sido el resultado de toda una etapa de 18 kms donde la primera fuente de agua potable llega en el km 16,50 en Villamartín Pequeño. Tal era la situación que ahí me he quedado, temiendo por un rebrote de calor en la subida hacia Villamartín Grande.

Desde los 153 de altitud comienzan siete kms de ascenso hasta más de 400 metros…recorrido muy exigente con algún que otro llanito de apenas recuperarte. Un sol de justicia, pero que al amigo Vicente no le ha inquietado en ningún momento, sus 6 por hora se han mantenido impertérritos pese a la dificultad. Va más que sobrado en este Camino (bueno, en todos) Isabel algo más atrás pero hasta ese 18,600 y yo a las puertas del cementerio de Villamartín Pequeño haciendo cola por si se me quedaban o me daban otra oportunidad. Los dioses han optado por la segunda vía.

Os dejo que tengo que poner en marcha la secadora.

De vuelta…Como en estas poblaciones no hay donde quedarse. Solo existe un bar, de nombre tentempié (nunca mejor expresado) Por eso volvemos hasta Ribadeo, tercera noche en esta ciudad fronteriza…y a buscar el alimento nuestro de cada día. Hoy casi como un menú peregrino…un caldito gallego (con berzas, el taxista le gusta más con nabiza) de a 7 € y un lacón con cachelos y por qué no, un pulpo a feira (muy bien hecho) Como pueden apreciar una frugal colación. A la siesta y a preparar la marcha de mañana, mientras se acaba la colada…Esta noche en virtud de los consejos de lugareños expertos, se cena en el puerto de Ribadeo, la Solana para despedir el duelo…Pero eso os lo cuento mañana.

Mañana toca Mondoñedo y a dormir en el Seminario donde fue alumno predilecto el cardenal Rouco Varela (miedo me da) Esta experiencia está dedicada a nuestro amigo André que en la ocasión que pernoctamos en esta localidad no pudimos ir. Aquí el obispado es Lugo-Mondoñedo…algo tendrá el agua cuando la bendicen.