Así empezaba Cançó de Bressol de Joan Manuel Serrat y nosotros hemos sustituido “rocío” por “escarcha” de la helada de esta madrugada. Seguimos por lo de “al medio día calor” (te vistes por capas) y dejamos para otra ocasión los mosquitos que con esta temperatura (9 grados a la hora de escribir) ni están, ni se les espera. Lo de “no quiero ser labrador” lo suscribimos,porque el campo y el ganado no conoce de fiestas, ni de puentes del Pilar, ni nada que se le parezca.
Iniciamos Camino esta mañana en Cervera de Pisuerga y lo dejamos en Tarilonte De la Peña; 22,90 Kms después, a eso de las dos de la tarde. Entre horas algunas cosas que contar. La primera en la frente. Siguiendo las flechas (cuando las hay) pero buscando el camino del Camino nos encontramos con una escena de lo que llamamos “bucólico-pastoril” un centenar de ovejas echadas en un prado esperando que pase el sol por allí y derrita la escarcha de una helada de justicia. Fotos porque la escena se lo merece. Unos mastines (los guardianes) nos avisan de que no están para lindeces. En eso nos percatamos que el recorrido pasa precisamente por la orilla del prado en cuestión y por una senda impracticable. Buscamos la solución alternativa en la aplicación y tampoco tenía visos de aceptable. Los AV si han cogido la montaña para enlazar con el Camino. Los “torpes” hemos optado por la solución fácil: carretera y a enlazar en su encuentro con el Camino. El coste del despiste o la prudencia han sido 2 kms de propina.
Luego de una subida con pérdida de resuello y aceleración de pulsaciones ha empezado un camino entre “rebollos”, vegetación frondosa donde se mezcla de todo, prados emblanquecidos por la escarcha, algún que otro charco helado, hasta salir de este enjambre y recuperar el aspecto mesetario donde vuelve el barbecho y especialmente las grandes máquinas que hacen más llevadero el trabajo en el campo. Así hasta el final de la etapa. Curioso como en ese paisaje de cierta monotonía surgen como champiñones algún espacio verde fruto de aquella repoblación forestal de principios de los 60 (se acuerdan del ICONA)
Pero no solo de paisaje vive el Camino, Hoy tocaba la zona “de la Peña” todos los pueblos tienen esa dependencia en su nomenclatura. Al llegar a Transpeña de la Peña nos topamos con un cruceiro del siglo XV y de una belleza extraordinaria. Desconozco el maestro cantero que lo elaboró, pero sus figuras que adornan su capitel y la peana son difíciles de encontrar en monumentos como este y eso que en Galicia los hay. Más allá está la iglesia de la Transfiguración con un friso que quita el hipo. La representación del pantocrator y los doce apóstoles recuerda al de Moarves de Ojeda y al de Carrión de los Condes. Una belleza única.
Lo demás es andar y andar hasta cansarse…una cerveza con torreznos en el bar del pueblo y hasta Guardo a pernoctar. Hotel El Tremezal. Dos noches (hay que lavar ropas) Excelente calidad-precio. Comida de menú, correcta.