25 de octubre de 2019

LOS MIL COMENSALES DE GULIANA

Amanece en el Lago de Como junto al cementerio de Bellagio con una tenue luz y un sol que quiere dejar de esconderse detrás de las nubes (con la que cayó ayer) Temprano, como exige la vida del turista, nos vamos a recorrer Bellagio junto al vértice de la Y invertida de los dos ramales de este Lago de Como…aparcamos en un parquing vacío (es otoño y nada que ver con el verano por estos lares) Sabemos que no admiten campers, pero dada la fecha y que no hay ningún vehículo pensamos que la Policia Local hará la vista gorda…pues no. A dar vueltas para nada, porque en este pueblo, anótenlo desde las caravanas, no admiten este tipo de turismo (se olvidan que los ricos, a veces, también lloran) Sin más Holly, Rosa y yo recorremos Bellagio para tener una mínima idea de este pueblo de villas para muy ricos a orillas del lago de Como y a otras cosa mariposa. Por una carretera que bordea el lago…con un paisaje de ensueño (Parecido, pero diferente y además con luz y sol se ve de otra manera) Carretera estrecha (hay que pararse si viene un camión) y sinuosa pero ese una belleza única pasamos Lecco, ciudad industrial y nos vamos hacia Bérgamo (no se me queda el nombre) Allí, sobre las once y cuarto aparcamos en un lugar destinado a campers…aquí si. Una señora lista y con espíritu de servicio al cliente nos proporciona un mapa con el recorrido hasta el funicular que nos llevará a la Ciudad Alta…Bérgamo son dos ciudades juntas, la Baja donde están todos los que viven, menos los muy ricos que están en la ladera de la Ciudad Alta en unas villas de ensueño (debidamente vigiladas) y la Alta en la que se agolpan todos los monumentos que hay que ver según las guías y los que vinieron antes que nosotros. Pues nada unos 20 minutos de ascenso y al funicular (por cierto hasta los topes, como una lata de sardinas y con calor) Apenas dos minutos y desembarcas en una de las plazas dedicadas a los Mercados (supongo que allá por el siglo XIII y alguno más era normal la venta ambulante) Toda esta parte está enteramente dedicada al turismo, como cualquier lugar del mundo donde se viva de esto…Primero la Piazza Vecchia donde está el Palazzo Regionale, el Campanile (lo encuentras en este tipo de ciudades italianas del medievo: Lucca, por ejemplo) y detrás dos importantes lugares a visitar la Capella Colleoni…envuelta en frescos de Tepiolo…no deja de ser el mausoleo de el tal Colleoni (últimamente se lleva mucho eso del mausoleo) A su lado la Basílica de Santa María la Maggiore (el gran monumento de Bérgamo)…Construida en el tardo románico, en plena transición al gótico es una pasada. Pero además allí está enterrado Gaetano Donizetti, ilustre compositor de ópera, que junto a Bellini y Puccini dominaron la ópera italiana hasta la llegada Verdi. Compuso una de las más grandes óperas (para mi gusto) L’elisir d’Amore…Después el Batisterio frente al Duomo (este no vale la pena, viendo otros) Recorrido rápido pero intenso (la suerte es que todo está en poco más de cuatrocientos metros) Vuelta al funicular y la sorpresa del día (que dará título a esta crónica) Rosa pregunta dónde se puede comer (de local claro) y la señora nos recomienda un restaurante en la parte de la Ciudad Baja, barato pero auténtico, nos dice. Allá que vamos a Vía Broseta, 58…responde por el nombre de Trattoria d’Ambrosio Da Giuliana. Al llegar, en la misma puerta más de veinte personas fumando (jóvenes en su mayoría) que no sabes si entran o salen. Dentro un rumor de conversaciones, platos y un amable camarero que nos dice en correcto italiano “entro sense paura ” y luego lo traduce al español (es colombiano) Y seguimos su consejo, un primer comedor (aquí no) y luego una segundo y hasta un tercero (me dice Rosa que había otro en el piso inferior) Nos llevan a una mesa para dos (al lado una familia de cuatro que veranea en Menorca, viven en el pueblo donde nació Juan XXIII y tienen amigos en Formentera, bingo) Rápidamente una carta donde vienen los platos del menú de a10 € sin postre (vale 3 €) Te dan un papel donde apuntas la comanda y al buffet de verduras y legumbres que es un añadido (sigue el precio de 10 €, con cafe, obligatorio 11) Un cuenco con “verde que te quiero verde” o legumbres al gusto y casi sin respirar te llega el primer plato (pasta claro) Calificación de excelente. Con el último bocado ya te traen el segundo (solo hace 20 minutos que te has sentado) Los dos pedimos Vitello Tonato (era lo más fácil, otra cosa era meterse en jardines de donde no puedes salir) Agua para beber(aunque entra vino, se pueden imaginar…) y a las dos y media listos…no porque pedimos un tiramisú, muy bueno. Ya son las dos 35, has llegado a las 2 y has comido tres platos y un postre…Dicen que por allí pasan unas 1000 personas de todos los pelajes conocidos cada día (ricos, pobres, medio pensionistas y jubilados comparten la misma mesa y las gradúa de Giuliana) A la Holly y rumbo a Brescia…aparcamos cerca del Castello y bajamos hasta los monumentos que marcan los cánones del turista normal y corriente. Centro arqueológico romano (un aperitivo para lo que nos viene). Pararse en los frescos originales datados en el siglo I antes de Cristo. El Museo de Santa Gulia (cerrado a esas horas, las cuatro) A buscar la Piazza de la Loggia y las dos catedrales (Duomo Novo y Duomo Vecchio) en la Plaza de Pablo VI…en la Loggia descubrimos un reloj (de los que dan las horas) precioso (ver foto) De los dos Duomo…escojo el Vecchio (sublime), la cripta del siglo IX es impresionante. Lo que más sorprende de Brescia. Independientemente del legado histórico que tiene, es el ambiente estudiantil y por tanto joven que se aprecia en su piel. Las noches en esta zona (Pablo VI y Loggia) tiene que ser de lo más impactante (pero nosotros nos vamos a descansar a orillas del Lago de Garda) y mañana (sábado) Verona…Son las nueve menos cuarto y estamos a. al espera del menú en el Bistró Holly…sorprendente, como siempre.