DÍA 5 CIGÜEÑAS

CIGÜEÑAS

Realmente no han sido las protagonistas del día. Pero vienen siendo habituales desde Logroño y ni siquiera las había mencionado y eso que son objeto de una foto y otra más. Es época de incubar y se ve la hembra o el macho en el nido mientras el otro va a la búsqueda de alimento (suponemos que en esta especie se inspiraron para crear el Ministerio de Igualdad) Las hay en todas las iglesias, postes eléctricos y algunos “pisitos” de protección oficial construidos a tal efecto. Simpáticas y con su ruido característico alegran los recorridos. Seguiremos viéndolas porque es la época y porque el camino que vamos a seguir está repleto de ellas (seguiremos informando)

El día se presentaba fresco pero luminoso y por eso hemos aprovechado para recorrer Zamora (el casco antiguo) de norte a sur. Empezamos en el Castillo que nos quedaba al lado de donde aparcamos la Holly. Sus orígenes hablan de Alfonso II de Asturias, aunque los expertos lo atribuyen a Fernando I, pero su lugar estratégico hace que hayan pasado varias civilizaciones hasta nuestros días. Incluso fue cuartel de artillería durante el reinado de Felipe V. Muy bien conservado, se ha realizado una brillante restauración que permite su visita desde 2009. De ahí nos fuimos hasta la Catedral, está al lado. Antes las vistas del río Duero y el puente de piedra del siglo XII, aunque ha sido reformado en múltiples ocasiones para adaptarse a las necesidades de las comunicaciones terrestres de la zona. Paso obligado de los peregrinos que vienen por la Ruta de la Plata. La Catedral, también del siglo XII. Destaca su cimborrio gallonado y ornamentado con torrecillas cilíndricas. Realmente es muy singular entre las que hemos visto.

Siguiendo por la calle de los notarios en esta Zamora intramuros buscamos el Portillo de la Traición, hoy de la Lealtad. Allí la leyenda esconde la muerte del Rey Sancho a manos de Bellido Dolfos y que dio origen, según los libros que hablan del Cid (incluida la película al efecto) al episodio de la jura de Santa Gadea a unos pasos de la Catedral de Burgos en la entronación de Alfonso VI. No hay que olvidar que la ciudad de Zamora era en si misma un reino con Doña Urraca en el trono… Seguimos por la calle que recorre este centro histórico desde los Francos hasta Ramos Carrión, etc. A derecha e izquierda hay que pararse para admirar algunas de las 22 iglesias románicas que tiene este municipio. Además de los diferentes palacios de edades pretéritas, algunos medievales, otros ya entrados en los siglos del renacimiento. No las vamos a enumerar (para eso está internet y los libros adecuados. No todo está en esta crónica, amigo) A modo de arte la sorpresa (para algunos) llega en la Plaza Sagasta donde hay cuatro de los 19 edificios modernistas que se construyeron en esta ciudad. Su origen se debe a Francesc Ferriol formado en la escuela de Domenech i Montaner y que fue nombrado arquitecto municipal allá por el principio del siglo XX.

No nos ha faltado faena esta mañana de sol, como pueden apreciar. Pero nos ha dejado tiempo para observar como en la Plaza Mayor, donde da el sol, se concentran los zamoranos a disfrutar del vermut. Por cierto cada local exhibe una oferta muy amplia de esta bebida (uno pensaba que el vermut era de Reus y resulta que los hay de aquí, de allá, de al lado. Cosas del querer) Para este viajero (Caminos incluidos) Zamora es una de las ciudades más atractivas que conozco. Para quien no haya estado nunca es obligado pasarse al menos dos días en ella para apreciar someramente todo lo que encierra y como se ha gastado el dinero público en recuperar de forma brillante la arquitectura histórica. Pero Zamora es también lugar donde tradicionalmente se visita la tienda Lema 3 entre la Plaza Mayor y Sagasta. Allí el capricho se torna en forma de sombrero o gorra al efecto con que combatir el frío. Hoy era un día para caer en la tentación. De capricho para la testa a Los Caprichos de Meneses donde comer, pero pasando por un nuevo capricho en Entrevinos, una vinoteca donde también forma parte de la tradición comprar vinos y otras delicatesen. Hoy ha tocado Llanos del Almendro de 2006, una joya…casi desaparecida. La comida todo un espectáculo por 45 € el menú degustación…cinco platos, cuatro excepcionales y un quinto justito (a mi parecer) pero que no desmerece el calificativo de “habrá que venir a comer a Zamora”. De vino un toro cosecha de 2016 (apresúrense ya quedan pocas botellas) Por la tarde colada (ya tocaba) en un lavamatic aquí cerca. Esto es lo que ha dado desí este sábado de Zamora…Ah, para cenar, se preguntarán. Pues una frugal colación a base de fruta…me amenazan con esa nueva moda de “ayuno intermitente”…no lo quiera dios.