LAS TRES FRONTERAS

Hoy era el día de cumplir con el objetivo principal de este viaje…Visitar la factoría de sillas de VITRA en Weil Am Rhein. Mi amigo Pippo ha venido desde Argentina para cumplir uno de esos deseos que permanecen agazapados hasta que se cumplen. Sobre las once de la mañana, después de desayunar ha empezado la visita propiamente dicha. Tengo que decirles que para los acompañantes era un trámite antes de seguir viaje a otros lares. Pues no ha sido así. La cantidad de diseño que contiene la visita la hace más que interesante. A parte de las sillas (a lo que se dedica preferentemente esta empresa) el conjunto arquitectónico de este “Campus” es atractivo por si solo. Los edificios, ya sean  los que contienen parte de Museo, parte de muestra de sillas o conjuntos de estancias de hogar u oficinas creadas por los  diseñadores de VITRA. Ya sean los de producción industrial (estopa no se visitan) son totalmente diferentes y cerrados por distintos arquitectos. Por si fuera poco hay elementos como el tobogán o una choza de madera de un diseño contemporáneo muy especial.

El museo, visita obligada, es un monográfico sobre la influencia del diseño en el mundo de la música. Referencia a las sillas, taburetes y otras lindezas que se crearon en los años 60-70 para las grandes discotecas de moda en el mundo. Especial mención a Studio 54 en New York…En fin que si estáis por aquí hay que ir a Campus VITRA y sino se coge un avión a Basilea y se va…

Por la tarde, vamos después de comer y con un calor sofocante (en la sombra 36 grados) y a orillas del Rhein, visita a Basilea, segunda de las fronteras de hoy, la tercera a Francia unos metros. No conocía esta ciudad y la realidad es que nos ha sorprendido…Se respiraba tranquilidad…una paz que responde a la idiosincrasia que te encuentras en cualquier ciudad de Suiza (la neutralidad se trasluce en el carácter). El sol la hacía brillar más…Los tranvías rompen en cualquier caso una cierta monotonía. Y después de pasar por la Marktplantz con el edificio del ayuntamiento destacando. Un paseo por la zona comercial (están todos los que tienen  que estar) y nos vamos a la catedral y por ende a la orilla del Rhein. Y aquí la otra sorpresa del día…cientos de ciudadanos bañándose en sus aguas, aprovechando la corriente, con algunos patos haciéndoles compañía y todos provistos de una bolsa a forma de salvavidas que daba una nota de color. Luego hemos comprobado in situ que el tal salvavidas no era más que una bolsa donde se guardan los enseres para cambiarse del traje de baño al de paseo con cerveza incluida. Curioso. Se dejan llevar mientras conversan como si estuvieran en el bar de la esquina depxués de un día de trabajo. Hoy no me extraña el bañito con la que estaba cayendo. Cena correcta en un lugar caro y helados en la plaza antes dicha por aquello de aprovechar que la temperatura había pasado de 36 a 29 todo un alivio. Volvemos a Alemania, después de recorrer 3,5 kms y a escribir que se hace tarde. Mañana volvemos a la Borgoña para quedarnos un tiempo (cuatro horas) en Beaune y a buscar Lyon, final de etapa.

Mañana más…