MOLDE-KRISTIANSUND-MOLDE

Ya hemos dejado el Nordnorge, barco correo de la empresa Hurtigruten que nos ha traído desde KIRKENES hasta Molde. Una excelente estancia en un crucero calificado como al anticrucero, como se entiende en este sector del ocio. La realidad supera la ficción y hay que decir que este tipo de viaje cumple las necesidades de quienes nos negamos a realizar un crucero a modo de las actuales condiciones.
Aquí no hay obligaciones, aunque el control es imprescindible donde se mueven más de doscientos cincuenta pasajeros. La prueba superada con muy buena nota por esta empresa.
Yo destacaría la comida. Excelente en lo que se refiere a la elaboración del menú de la cena que se hace con toda la seriedad y sobriedad al respecto. Ordenadamente pero sin las parafernalia de los cruceros. Hay quienes acostumbrados a los otros, especialmente los gringos, se visten con mayor elegancia para esa cena. Siempre un menú equilibrado donde el pescado es el rey. Estamos donde estamos. Pero sin abusar. Hay que decir que el producto es bueno y la elaboración mejor. Felicidades.
El buffet del mediodía y el desayuno francamente buenos. El servicio y la atención al viajero extraordinaria, de lo mejor. Ls excursiones pues son lo que son. Sin más juicios. Algunas, las imprescindibles hay que realizarlas. La de Las Lofoten, sin ir más lejos son esenciales para el resultado final del viaje.
Después de estos halagos dediquémonos a hablar de lo serio.
Molde sorprende por su situación privilegiada frente al fiordo. Una ciudad extensa con poca concentración poblacional. Más bien la dispersión es uno de factores que han condicionado la vida ciudadana. El transporte público es esencial en estos casos y realmente por lo que hemos visto supera las previsiones. Gran labor de los políticos de este área. Léase siempre…
Su mirada, con guiño incluido, está inclinada hacia el fiordo, que poco o mucho influye en una buena parte de los visitantes.
No en vano le llaman la ciudad de las rosas. Están por todas partes y de una belleza extraordinaria. Si paseas por el centro te topas con la catedral. Muy noruega. Centros comerciales a gogo en toda la ruta y poco más singular. Después de este recorrido para saber donde estamos,  hay que desplazarse unos 4,4 kms en subida permanente. A pie una tortura, en coche una maravilla. Es el mirador de Varden. Imprescindible su visita si se quiere tener una perspectiva de Molde y el fiordo.
El siguiente punto de interés es Bud. 41 kms y punto de partida hacia la carretera del Atlántico. Bud es un pequeño pueblo pesquero, antaño dicen que fue muy importante en el tráfico entre KRISTIANSUND y Alesund. Hoy es como hemos dicho un pequeño  pueblo pesquero de una extraordinaria belleza. Allí procura que te toque la hora del almuerzo. Hay un curioso restaurante, buffet para más señas, llamado Bryggjen i Bud que ofrece una comida a 26 euros sin postre con un producto extraordinario y de una elaboración de casa que quita el “sentio”. Sencilla pero muy apetitosa.
De allí por una carretera que bordea todo el fiordo vamos hacia lo que se conoce como. La carretera del Atlántico. Una obra de ingeniería que va uniendo islotes e islas hasta llegar a tierra firme. La verdad es que con buen tiempo el paisaje en bello, pero la espectacularidad que ofrece esta carretera no se aprecia. Con mal tiempo en el mar su visión es absolutamente distinta (buscar video en Youtube).
Unos kms y llegamos a KRISTIANSUND, ciudad asentada sobre tres islas, unidas por puentes o un pequeño barco que te lleva de una a otra en un recorrido que no supera los veinte minutos.
Aquí es digo de ver el barrio antiguo Gamie Byen. Allí se conservan casas, el estilo es el mismo, de hace tres o más siglos. Algunas en pie y otras en proceso de degradación por abandono. Es curioso el café dodeladen que ya ha cumplido los trescientos años y que ofrece comidas y demás.
La otra parte es una ciudad más de las que hemos visto. Con todas sus casas en maderas a colores….