Dicen las guías que es la etapa reina de este camino portugués. Lo es. Por su belleza (además el día soleado acompañaba). Por su dureza. A partir de Codeçal empieza una subida casi constante de 5 kms que se acentúa al final de esos kms cuando una pista se transforma en un pedregal y prácticamente hay que subir escalando.
Los primeros 8 kms es un paseo por aldeas y campos de hierba fresca recién segada. Muchas mujeres preparando la hierba para embolverla en plástico que la conserve para el invierno. Las vacas lo agradecerán.
Por otro lado cientos, miles de parras que se empinan por esas barras de granito y que en algunos puntos servirán de sombra a los peregrinos del verano. Cuando el sol es de justicia se agradece ese caminar fresco por la sombra.
Bosques de eucaliptos es el otro elemento básico de la vegetación de esta etapa. Y no olvidemos los ríos o los riachuelos que dan imágenes de excepcional belleza. Además la orografía del terreno permiten las cascadas excepcionales. Tanto en el río Labruja, como en el Mestre.
La verdad es que el desarrollo de la etapa permite superar esa belleza del Río Lima a la salida de Ponte da Lima.
Al llegar al alto de Labruja, punto más elevado de este Camino y después de las penalidades del terreno se agradece el descenso a Rubiaes. Antes un merecido descanso en un bar rulotte a 2 kms de Rubiaes. Por cierto localidad con un excelente Albergue de Peregrinos.
Dormir en Hotel Colón de Tui. 43€ la individual. Correcto. La comida en Bom Retiro de Rubiaes muy correcta para el precio. No descartéis hacerlo.