ETAPA 23 FINAL CON FINAL FELIZ

La última etapa del Camino Olvidado (aquí le llaman Viejo) entre Cubillos del Sil y Cacabelos empezaba con mal pie (asfalto y más asfalto) Un largo camino de siete kms por un polígono industrial de la zona (menos mal que es domingo) Una carretera donde las cunetas son un basurero común de los que no saben que la basura hace daño al medio ambiente y a la vista (normalmente mal educados en todos los aspectos de la vida) Vamos un desastre comparable al paso por Burgos o León en el Camino francés. Digamos que aburrido del todo y con la amenaza de que esta recta llegue hasta Cacabelos. Pasado el polígono una serie de casas de barrio nuevo, diseminadas en la naturaleza alterada, con más o menos gusto, pero con pintas de haber costado lo suyo. Hasta que llegas al Barrio Bajo y te encuentras con casas de una planta, con pedigrí (por los años) de aspecto pobre de antaño, algunas reformadas y a partir de ahí cambia radicalmente el recorrido. Entramos en una pista de concentración parcelaria, recuperamos la arboleda de llano (olmos y chopos por doquier) y nuestra Pilí se suelta de la correa protectora y danza a sus anchas persiguiendo fantasmas. Eso si, algunas bicicletas (insisto en que estamos en domingo) Dos elementos nuevos…el paisaje se transforma y los árboles se quedan en una anécdota entre las viñas que pasan a dominar hasta donde el horizonte te deja ver. Mencías y godellos con colores de otoño después de la vendimia (rojos, ocres, amarillos intensos y algún burdeos) son el epicentro del paisaje. El segundo elemento lo ponen los cazadores…el ruido de los disparos de escopeta en el primer día que se ha levantado la veda te acompaña durante los últimos siete kms de etapa. Algunos con la puntería afinada (un disparo) y otros con el punto de mira cambiado (parecen metralletas) Así hasta la Plaza Mayor de Cacabelos frente a la iglesia. Un final feliz para el final de este Camino. A partir de aquí los peregrinos del Viejo nos confundimos con los del francés. Hasta aquí éramos diez y un perro (perra en este caso) más los dos que van por delante. A partir de ya (en las calles de Cacabelos se nota y mucho) somos parte de la romería del Camino francés (mientras que no tengamos que hacer cola para un pipí en cualquier bar) que nos llevará hasta Santiago. En Villafranca del Bierzo, donde pernoctamos, el domingo muestra dos humanidades diferentes, los autóctonos, mudados para la ocasión (misa de doce) y los peregrinos, vistiendo ropas de “mañana también”. Comida en el mesón don Nacho (de obligado cumplimiento) donde Pedro hace los honores y con Gregory Pérez, enólogo de postín que aporta sus vinos (Cuveé Mengoba, Godello Las Botas y un magnum de El Rebolón del 18) Un festín previo a una siesta de “pijama y orinal” que dijo el académico. Hotel las 3 Campanas…lujo a su alcance. Mañana está previsto cubrir la distancia entre Villafranca y Cacabelos por el Camino al revés…visita programada a la bodega de Gregory. Tarde de reflexión para afrontar la subida a O’Cebreiro del martes. Por hoy ya basta de emociones.