Hoy cerramos la víspera de la primera etapa de esta parte del Camino Francés que nos llevará hasta Hornillos del Camino. Burgos nos recibe a eso de las once de la mañana con sol y calor. Nueva estación de tren para el AVE que viene de Madrid a las afueras, en un barrio en expansión. Después de dejar las mochilas y otros enseres en el Hotel Vía Gótica frente a la catedral (por cierto, muy cómodo en todos los sentidos) rápidamente a visitar este monumento que es el compendio del gótico español. Grande, majestuosa, el coro, los claustros, la tumba del Cid, la capilla de los Condestables de Castilla. Siglos que van desde el XI de la primera catedral románica de Alfonso VI hasta el siglo XVI y luego las diferentes restauraciones que le han dado un aspecto único. Se nota la blancura de la piedra o los colores recuperados en las diferentes tumbas del claustro superior. Foto al Papamoscas que suena a las doces…y a buscar San Nicolás de Bari y su retablo. Después hasta Santa Agueda o Gadea, como prefieran, donde, cuenta la leyenda, el Cid obligó a Alfonso VI a jurar que nada tuvo que ver con el asesinato de su hermano Sancho. Historia en una ciudad con historia. Burgos es parada obligatoria del Camino Francés y se nota por la cantidad de peregrinos que pasean por sus calles. Muchos, nos comentan hacen un alto para conocer mejor la ciudad.
Tras un paseo por la zona peatonal y sellar nuestra credencial en el albergue de peregrinos. Tocaba comer y estar en Burgos significa buscar un lugar donde preparen el cordero al horno con sus aditamentos correspondientes…morcilla de Burgos y pimientos asados, sin olvidar la lechuga y cebolla de acompañamiento. El asador de San Lorenzo ha sido la mejor elección para un lunes donde la inmensa mayoría de restaurantes están cerrados. Su fama le precede y la atención de José Manuel supera con creces las expectativas. Un compendio del vino, con una bodega donde se multiplican las ediciones de los grandes vinos y sus mejores añadas a unos precios más que razonables. Un disfrute de los sentidos.
A eso de las cinco, hora taurina, se incorpora al grupo el “franchutis” procedente de Irún en un tren que llega puntual. Hacía dos años que no caminábamos juntos y las emociones se traslucían en el recibimiento. Después de sellar en la Catedral (como es preceptivo cuando se inicia el Camino donde hay una) a contar miles de anécdotas de los caminos pasados…lo de abuelito cebolleta lo llevamos con cierta dignidad. Unas tapas en La favorita (está de moda) Una ligera colación que complemente la comida de este mediodía…destacable algún que otro pincho. Vuelta al “hotel” y hasta mañana a las siete y media para desayunar y a eso de las ocho (mejor antes que después) empieza la hora de la verdad…eso mañana