Era el día…desde las nueve de la mañana hasta pasado el mediodía (antes de comer) hemos visitado a una serie (cinco) de productoras artesanales de anchoas para configurar una oferta en nuestra vinoteca de Formentera. Buscamos la calidad y también la exclusividad para ello solo aquellas que tienen la fórmula “artesanal” como filosofía de trabajo de este producto. En Santoña, las hay y muchas de estas características, por eso hay que fiarse de quienes conocen la calidad, los productores y el resultado final…sobadas a mano, maduración, elementos de trabajo, etc son definitorios para la elección de las marcas con las que vamos a trabajar. Una larga mañana a modo de máster sobre la anchoa para unos neófitos en la materia…Ahora sabemos muchas cosas que ignorábamos y que sabiéndolas cambian nuestros parámetros sobre la anchoa. Empresarios que vienen de este mundo por la vía familiar (casi todos) Sus orígenes tienen una estrecha vinculación al mar Cantábrico (aunque los primeros llegaron desde Sicilia, ¿lo sabían?) Es preciso ver trabajar a mujeres y hombres, como miman a la anchoa, cada paso está justificado. Como algunos limpian el producto (sobar) que sale de las salazones con redes de pesca o espartos, incluso con “estropajo” convencional. Un arte (porque no deja de ser arte) que al final te llega en una pequeña lata (me refiero al octavillo) “Octavillo” 50 gramos de anchoas en ocho filetes que se consume en los bares en la propia lata, una costumbre que queremos incorporar para Formentera y es que allá donde vayas haz lo que vieres…y si encima tiene atractivo gastronómico, cópialo.
Terminado el periplo y a falta de decisiones finales (hay que valorar las diferentes opciones) Lo que está claro es la apuesta por la anchoa en Vins i Mes…
Una vez acabado el trabajo nos vamos a comer. La recomendación ha sido Hotel Astuy en la Isla de Cantabria. Un acierto por todo lo alto. Jornadas dedicadas a la langosta en un lugar donde los viveros (hay cinco mil langostas entre las rocas del cantábrico que soportan este vivero gigante donde también conviven nécoras, centollas y algún bogavante, no sé si despistado) se asoman al mar. Vamos están en el mar. No hay que hablar del menú degustación, ni del precio…podemos calificarlo de excelente, si no mencionamos el vino (pero se disimula entre tanto manjar) Para acabar un soufflé de la casa que en nada desmerece el conjunto.
La otra parte la pone el paisaje…simplemente espectacular. La guinda la pone La casa de las mareas (marismas y patos por doquier) mientras te desplazas hacia Santander para pernoctar…