Ya estamos en la frontera de Chile después de unas cuantas, casi cinco horas de coche desde El Calafate. Una señora cola para hacer los trámites en la frontera argentina, los guías con su mate correspondiente y los turistas a la espera. Pasada la salida, nos queda la entrada. Aquí todo lo que hay que comprar es agua, algún fruto seco y mucha, pero que mucha paciencia. Salimos a las nueve de El Calafate y nos darán las nueve cuando lleguemos a nuestro destino en el corazón del parque de las Torres del Paine, eso si percibiendo, más que viendo los Gemelos enfrente de nuestra ventana. Vamos primero a la frontera, después ya dentro del parque al lago y terminaremos en el hotel.
Pasada la frontera ya empiezan a divisarse entre la bruma las Torres del Paine, colosos que a lo largo de la tarde y de la mañana siguiente constituirán un paisaje único entre nieves, ríos y otras bellezas naturales hasta llegar a el glaciar y el éxtasis con los Gemelos y la gama de colores que forman con las nubes y el sol. Sin cansarnos que para información uno se va a google y la consigue toda. Mi intención es que observen cuansta sensaciones encierra este viaje. Primero las Torres del Paine y seguimos…
Mientras nos adentramos en el Parque seguimos en varias ocasiones el curso del río y una carretera tortuosa que nos leva hasta el hotel, no sin antes descubrirnos los Gemelos.
La noche oculta la gran montaña. A la mañana siguiente llega la sorpresa. Delante nuestro los Gemelos.
Tanta belleza emociona. Pues la mañana encerraba algo más…antes de regresar a El Calafate.
Ya lo han visto, el glaciar y un capricho de la naturaleza… No dejamos Patagonia síganme…