29 DE NOVIEMBRE DE 2019

RECUERDOS

La verdad es que hoy no pensaba escribir una crónica de 686 kms de autopista entre Sorrento y La Spezia en la Liguria…pero a medida que avanzaba el día y los lugares por donde pasas vas considerando la posibilidad de plasmar algunos de los recuerdos de este y otros viajes por esta Italia que se debate entre lo viejo y la vanguardia.

Siguiendo la autostrada, la A-1 para ser más concretos, que une Nápoles con Milán pasado por Roma y Florencia las imágenes son casi todas iguales…muchos camiones que pasar, afortunadamente ningún atasco importante, polígonos industriales…el Vesubio tapado y coches arriba y abajo. Nada que te anime a escribir aunque sea de algo.

Pero la mañana ya ha empezado con cierta sorpresa provocada por dos o tres equivocaciones del conductor al seguir a la “señorita GPS” que nos ha llevado a una carretera de montaña (las equivocaciones, ella no se equivoca nunca) sobre la ciudad de Sorrento y que nos ha dejado ver los dos lados del mar…por uno Nápoles y el Vesubio y por el otro la Costa Amalfitana…En condiciones normales nunca hubiéramos pasado por allí, pero después del cabreo te llega el sosiego de decir “no hay mal que por bien no venga”. Aceptado “pulpo como animal de compañía” y después de un café (en la autopista, servido por un señor que no se enteraba de nada) hemos empezado por ver el cartel de Orvieto y luego Viterbo…dos ciudades que se nos quedaron en la retina, una por su catedral y la otra por el Palacio de los Papas y el aguacero que nos cayó bajando al Duomo…más allá Assisi y uno ha empezado a darle al recuerdo de un viaje estupendo en todos los sentidos (la Holly, el bistró, la chef, los campings y todo lo que hemos ido viendo, incluso las malas carreteras) Cuando pergeñaba la crónica en mi cabeza hemos visto el cartel de Toscana y claro (hay cosas que a uno le pueden) el motivo era más que suficiente para contar que hace unos tres años hicimos un viaje fantástico con los señores Morales por estas tierras, pero también otros con amigos entrañables, aunque no estén. Te acuerdas de aquel café de primera hora en la Piazza del Campo de Siena con los camiones de reparto y el suelos mojados por el agua de las mangueras de la limpieza. Cortona, donde tomar un aperitivo te transporta a películas que dejan huella. Si además pasas junto a Lucca, el motivo se extiende a otros condicionantes. Primero a la ciudad en si…sus murallas, sus calles o la elegancia que transmite…Y luego porque es la patria de Giacomo Puccini…y de ahí pasas a lo que ha significado este viaje en conocer ciudades donde la ópera tiene una importancia capital…Venezia sin ir más lejos con la Fenice frente a ti. Luego te vas mentalmente a Bérgamo, a la tumba de Donizzetti, escuchando (mejor creyendo que escuchas) L’Elisir d’Amore (una de las más bellas óperas) Luego Catania, la cuna de Vincenzo Bellini o Sorrento (aunque era de Nápoles) con el museo a Caruso, el hombre que eternizó  la napolitana “Torna a Sorrento” y para acabar en Módena ante el gran Pavarotti, por si quedaba algo ahí estaba el Nesum Dorma de Turandot. De Puccini, faltaría más.

Un viaje largo, el de hoy, pero entrañable en los recuerdos que te lleva la monotonía de una autostrada en Italia…mañana quizás la última etapa (según se tercie) Cinqueterre en tren…cinco pueblos que son icono y portada de todas las guías. El tiempo da bueno, esperemos. De momento recogidos en La Spezia, en la línea de salida de ese recorrido.

Hoy hemos disfrutado del bistró Holly con productos autóctonos aderezados con alguno importado (ya queda poco de las vituallas que empezaron el viaje con nosotros) Mañana más…