POCO QUE COMENTAR

POCO QUE COMENTAR

Lo mismo que los días te pueden dar sorpresas, los hay que pasan al baúl de los olvidos si no fuera porque alguien (en este caso yo) los plasmara en unas letras más o menos ininteligibles. La única novedad de la mañana ha sido la salida del barco de “la otra dimensión” esta vez sin que aparecieran los “humanos con dinero” que habrán desayunado (no mejor que nosotros), se habrán bañado en las aguas limpias de una cala de Symi (como nosotros) y ya ni me acuerdo de ellos…

Nosotros lo mismo, hemos desayunado, una vuelta por Symi, por aquello de me falta una camisetas o mira que mono lo que he encontrado (compramos cosas que luego pasan a un rincón del armario) todo a 24 € (de barato nada, pero como estamos de vacaciones) Y eso que todavía quedan los regalos a los niños y niñas (no vaya a ser que se encuentren desamparados los pobres) Pues con ese ánimo a buscar una casita tranquila en un mar revuelto por el viento y la encontramos (el capitán sabía donde nos llevaba) Todos al agua, unos antes que otros (esta vez me tocó el último por aquello de acompañar a Miquel en su soledad de baño) mientras un vinito con frutos secos que suele animar el ánimo. Ya séquitos, algunos hasta cambiados para la ocasión, a comer. Y aquí aparece la sorpresa (si la que decíamos que no) En una sartén de dimensiones adecuadas (para diez) aparece una fideuá (del cero) con gambas (congeladas, claro)…aplausos (sin probarla)…y todos creyendo que habían encontrado su tierra prometida se lanzan sobre los platos llenos de fideos marrones y un bicho de mar encima…vino para la ocasión (sauvignon blanc) y luego un pinot noir chileno. Con esas descubrimos (los menos adictos a la droga fideuá) una excelente ensalada de yogurt con berenjena, patatas y otros aditamentos que ha hecho las labores de plato principal (para mi, los otros fideuá a la turca) También otra ensalada clásica, con cebolla, tomate y pimiento a la mexicana ha sido el complemento ideal de la otra…este cocinero es la leche.

De comer hemos cruzado la frontera imaginaria entre Grecia y Turquía y regreso a los orígenes…pasamos la aduana (aquí sin bajarse del autobús, perdón goleta) y a pasear por un pueblo Datça, ciudad de descanso de autóctonos, más que de turistas venidos de más allá. Un helado guarrindongo y camino de otra de esas calas que nos permiten la juerga en solitario, sin molestar a vecinos protestones. Ronda de gintonics…y un nuevo baño, las sirenas, porque los elefantes marinos descansan el cuerpo y el espíritu (el agua estaba a 23,3). Hoy tocaba barbacoa…calamares y unas doradas de ración a la brasa del carbón…pero antes una mesa de diferentes verduras con todo su colorido…incluso unos pimientos que parecen del piquillo, pero son de aquí al lado. Todo acompañado de un Borgoña del 14…sensacional. Después de un intercambio de opiniones (con cierta vehemencia, el tema lo lleva) sobre la conveniencia o no de las fiestas taurinas en sus diferentes modalidades…aunque hay que decirlo la crueldad con los animales va por barrios y animales. Eso ha dado pie a un karaoke sobre el “toro enamorado de la luna” y otras delicadezas de la fiesta “nacional” que solo se entiende en modo música bailable…mañana más, porque todo tiene su final.