No acostumbro a titular con un restaurante, pero hoy es más que merecido. Está en la Playa de Vega a pocos kms de Ribadesella y en pleno Camino del Norte a Compostela. Un virrey (rey por estos lares) de cartón piedra decora la entrada de este establecimiento con pinta de “para turistas” y que encierra una cocina a la brasa tan digna como las más grandes (ya saben a quienes me refiero) Tanto es así que ha transformado sus productos en delicias para los gourmets de aquí hasta allá (lo digo porque las puedes encontrar en las tiendas exclusivas de New York) Producto de calidad contrastada allá de donde venga (el Cantábrico es proveedor de cualquier maná que precisemos) De entrada (entrantes) unas espardeñas braseadas (producto nuevo) de ensueño y un pequeño listado con de manjares hasta llegar a una ración de rey (virrey) de los de verdad…marcado con “pescado en el Cantábrico”. Busquen, todo en lata y listo para ser servido en su propia casa. De postre (sin lata) un arroz con leche…
Pero el día, mojado en un principio, empezaba en Comillas, con visita obligada al cementerio de la localidad instalado en una vieja iglesia gótica, abandonada por un pleito vecinal en el siglo XVI. El cementerio necesitó una ampliación y se encargó de ello Lluis Doménech i Montaner. Además, cuenta con varios mausoleos con obra escultórica de Josep Llimona que creó la imagen icónica del camposanto el Arcángel Exterminador…bien merece detenerse.
Volvemos, como les anuncié al Parque Natural de Oyambre…bajo el agua y de ahí a San Vicente de la Barquera…uno de los pueblos más bonitos de España…la imagen de su puerto o de las marismas, las restingas, los dos puentes, las barcas en marea baja conforman un cuadro hiperrealista que han pintado cientos de artistas…la iglesia y el castillo son anécdota. Porque en esta ciudad uno puede acudir a una tienda junto al puerto y prepararse una cena de Nochebuena a base de kilómetro 0 con marchamo de “lujazo” y “órdago a la mayor”. Con la compra bajo el brazo (que fácil es caer en la tentación cuando te llama lo bueno) buscamos la sorpresa del día (aunque haya que cambiar de comunidad) Buscamos Pría, entre Llanes y Ribadesella, pero no para el queso (que bien se lo merece) sino para visitar los Bufones en pleno acantilado. Dicen que para que soplen se deben dar dos circunstancias, que haya marea alta y que el mar esté bravo. La primera por la hora se le supone, la segunda generaba dudas entre los oriundos, pero a medida que te acercabas la gente volvía satisfecha …” bufan los bufones” y lo hacían con ganas a cada golpe de mar…máxima expectación y fotos y videos por doquier…Vamos un geiser en frío…lo siguiente lo he contado al principio. Nos quedaba Santa María de Lebeña al ladito de Potes (final de etapa) y todavía teniamos un pequeño vestigio de día (esta vez sin agua) para llegarse hasta esta iglesia prerrománica del siglo X…una maravilla para acabar la jornada.