Nos ponemos en marcha temprano. A las siete ya empezamos los diez kilómetros que separan esta aldea con aeropuerto, de Santiago.
Vilamaior nos queda atrás después de dos kilómetros y ya adivinamos al frente el Monte do Gozo. Desde allí ya se ve la ciudad de Compostela. Seguimos por las instalaciones de TVG y TVE en Galicia, es San Marcos. Por cierto allí hay una puLperia y un raxo de primera en el restaurante San Marcos. No se lo pierdan.
Monte do Gozo, todo un sin fin de instalaciones para el peregrino y alguna para uso cultural.
Las fotos de rigor, y Santiago nos espera. Vamos que llegamos tarde a la Compostela. Hacemos el camino con cierta premura entre transeúntes por el barrio de San Lázaro donde se encuentra el Panteón de los Gallegos ilustres. Una calle larga donde se mezclan autóctonos y peregrinos. Algún turigrino que lleva coche de apoyo y sólo hace siete kms, eso es trampa. Y poco a poco dejamos el tránsito rodado y entramos en la porta del peregrino. Por allí hasta la parte de atrás de la catedral, el palacio arzobispal y la Puerta de Gelmirez.
Al final la plaza del Obradoiro. Que vamos a contar, ya lo haremos.
Después de la emoción, abrazos con otros peregrinos y a por la Compostela. Veinte minutos de cola y ya es nuestra. En latín como marcan los canones. Después a la Puerta del Perdón, menos cola, pero haberla haila. Entramos sin mochila, emoción se volverá a abrir dentro de once años. Abrazo al apóstol y visita a su tumba.
Salimos a dejar mochilas en consigna, otra cola. De allí a la catedral para la misa del peregrino. Otra cola.
La iglesia llena. Los diáconos piden silencio, de eso nada monada.
Salen en procesión varios sacerdotes, algunos extranjeros y detrás el Arzobispo de Santiago. Vaya suerte.
Ofrendas de grupos de peregrinos, y nombran a los de verdad a los que se han currrado el Camino, también a los turigrinos, una coña.
Me nombran y a la misa. Al final balancean el Botafumeiro, vaya suerte he tenido.
Publicado en Diario de Teruel
LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA
Compostela 26 grados a la sombra. Son las diez menos cuarto de la mañana y paso la Puerta de Gelmirez. Ante mi la plaza del Obradoiro, posiblemente la más bonita del mundo. La única que reúne edificios de todos los artes arquitectónicos de la cristiandad. Románico, gótico, plateresco, barroco y neoclásico. Ahí es nada. Lo importante es contener la emoción de haber cumplido un sueño, a la vez que un reto. Lo segundo comprobar una a una las caras de todos los que hasta allí han llegado. Es la viva imagen de una “ciudad de la alegría”. Algunas lágrimas, apretones de manos, abrazos con los que te has ido conociendo a lo largo del Camino. Después a las colas para la Compostela, a pasar la Puerta del Perdón, que para eso es Jacobeo y a la misa del peregrino. Casualidad, la preside el Arzobispo y al final de la misma se balancea el Botafumeiro. Hasta en eso he tenido suerte. Pero antes el deán anuncia solemnemente: Peregrinos que han llegado, etc., etc. y en medio, desde Saint Jean de Pied de Port un peregrino de Teruel. Vaya final para un caminante en Compostela.