Estos 600 kilómetros son los que separan Aigues Mortes de San Sebastián. De una tirada tienen miga. Pero nosotros hemos parado prácticamente a mitad de camino. Concretamente en Saint Lizier en el condado de Foix, donde vive André Balard, conocido en “nuestra familia” como el franchutis. Estaba previsto en este viaje parar en su casa con comida y bebida incluida. Su generosidad es infinita. Son muchos Caminos de Santiago desde aquel en 2010, que nos han convertido en unos excelentes amigos…
Antes, al poco salir de Aigues Mortes, siguiendo las marismas del Ródano volvemos a deleitarnos con la presencia de los flamencos intentando comer en esos fondos de agua.
La comida en casa de André, todo un compendio del buen hacer de Nicole…producto y cocina se conjugan para satisfacer a los invitados. Salmonetes, rodaballo, mollejas y unos complementos de elaboración propia. Capítulo aparte merecen los vinos…para el aperitivo Ruinart blanc de blancs (el desaparecido para muchos mortales, menos para André) Ya en la mesa, un Puligny-Montranchet 2015…luego un Chateauneuf du Pape blanco de 2016. En tinto repetimos el Chateauneuf, tinto del 2015 y un Pomerol de 2016. Un armagnac de 1943 (inscrito en la biblia). Está todo dicho. De ahí y por carretera (después de un reposo necesario para eliminar el alcohol, por si acaso) hasta San Sebastián…el paseo por la concha, mañana.