Dos sensaciones bien diferentes en esta etapa que nos llevaba hasta la primera población de la Ribera Sacra, ya en la provincia de Lugo. Salimos del Albergue de Vilamartín de Valdeorras por asfalto y así seguimos, con equivocación incluida, has A Rúa de Valdeorras (población de casi 2 kms de largo) A un lado el río Sil, al otro lado la vía del tren. Ni siquiera te fijabas en el paisaje por lo raro de la etapa. Una vez consolidado el error vía el mapa de la etapa (tengo que decirles que han sido loos primeros cinco kms que hemos andado juntos Vicente y los “torpes”) Desvío a coger de nuevo la senda, ya en lo más alto de A Rúa y por una carretera secundaria, pero complicada hasta la altura de la empresa Autoneum, que sorprende por el lugar (en medio de la nada) y por sus dimensiones y vehículos aparcados. Vista en internet, se trata de una multinacional con fábricas en cuatro continentes y más de dieciséis mil trabajadores (tela marinera) Dedicada a componentes para el automóvil. Pasada esta empresa la carretera era un lugar más que seguro para apreciar realmente el paisaje. El Sil al fondo, muy al fondo, porque la subida era suave pero constante para salvar 200 metros de pendiente. La N-120 allá abajo, como a vista de pájaro y con un cambio sustancial de la montaña y la vegetación. De las cepas de Valdeorras a la montaña pura y dura. Asfalto sí, pero la sensación ha cambiado radicalmente, empiezas a apreciar la etapa en todos sus valores. Pinos, encinas y otros árboles de altura. Alguna bodega en el fondo (en lo alto) y a partir de Albaredos 4 una confortable travesía, con sus ascensos y descensos tranquilos, ni siquiera una rompe piernas. En Albaredos te reciben los chicos de la bodega, aunque antes ya has apreciado in situ aquello que vemos por la tele de las viñas en las laderas del Sil (quizás aquí todavía a pequeña escala) pero André diciendo aquí vendimian con cuerda de alpinista. Un puesto de tentempié con zumos y frutas varias, gentileza de la bodega, sello en la credencial. Porque además es la primera población (aldea en este caso) de la Ribera Sacra. Todo el recorrido está trufado con expresiones artísticas colgadas de algunos árboles (animales, el sol, mariposas, flores, etc) Se agradece esta diversidad, obra de un americano instalado en Albaredos. Antes has atravesado el límite provincial entre Ourense y Lugo. A partir de aquí dejas el asfalto para adentrarte en un camino al estilo de las corredorias, con su hierba natural, casi virgen de paso. Eso sí, comienza un descenso hasta Montefurado de injusticia divina. Le comento a André, mucho “Jesús te ama” en las farolas, pero hoy nos ha puesto una cuesta para que te estozoles (mínimo) Pizarra suelta y eso con sol, con lluvia es impracticable (por carretera como los ciclistas) Llegada a Montefurado, con las piernas y las rodillas en constante sufrimiento. Estación de tren y traslado a Quiroga, capital de O Courel, montañas míticas en estos lares. Por cierto, Montefurado se llama así por la operación de los romanos en el siglo III de desviar el río Sil para aprovechar el oro en sus aguas procedentes de varias minas en la zona, ¿se acuerdan de las Médulas, aquí al lado). Menú del peregrino, con un plato típico “carne al caldeiro” Sublime. Mañana vamos para allá y volvemos a Quiroga. Verán en la “sección fotos” verdaderas muestras de pintura urbana en edificios de Quiroga…la foto no hace justicia a la obra.