NO HABÍA PARA TANTO
La subida final de la etapa de ayer, más la mole de la sierra de El Torcal enfrente de Villanueva de la Concepción y las previsiones de las guías de este Camino nos habían metido el susto en el cuerpo ante el anuncio de “siete kilómetros de subida hasta el Puerto de la Escaleruela” Con ese ánimo empezamos a eso de las ocho en un alto de Villanueva y cierto que los primeros pasos hacían presagiar lo peor…exigente y por asfalto…tela era nuestro comentario. A medida que subíamos el sol aparecía a nuestra espalda. Imagen de ensueño con todas las montañas y los valles al fondo. A poco más de quinientos metros la ruta empezó a llanear mientras se oían las sierras mecánicas trabajando en la poda de los olivos (el aceite de esta cosecha está ya en las garrafas) Algún perro que otro y más adelante (mientras nos preguntábamos cuando iba a subir el terreno) llegamos hasta una casa abandonada y ahora refugio de una de las muchas realas de perros que nos hemos encontrado. Y seguimos llaneando (con algún repecho imperceptible para el resuello) El Torcal majestuoso a nuestra derecha y nosotros sabiendo que en un momento u otro teníamos que atravesarlo. 4 kms y nada que explicar hasta que nos encontramos una paisano con su perro para preguntarle: “buen hombre aquí cuando empieza a subir” Sonrisa de sabio en la cuestión…”más adelante, al final de esas rocas” Y así llegamos hasta un cruce donde las flechas nos indican a la derecha por un sendero (de los del Camino de siempre) Ya llevábamos 5,5 kms de los siete previstos de subida. “Ya verás tu la subidita de marras” pensaba yo. Sendero (aquí le llaman trocha) adelante, pasamos un arroyo con barro incluido…y un repecho exigente (pero nada comparable a los de ayer y antes de ayer) Una pista agrícola en subida continuada nos lleva hasta otra a la derecha que a los largo de un kilómetro y algo nos conduce hasta la cima del puerto (981 metros) el más alto de este tramo de camino hasta Baena. Ya estamos en el 8,4 kms y no siete. La verdad es que hemos llegado hasta aquí prácticamente sin notar una subida de más de 400 metros de desnivel. Allí una estancia (no estamos en la Patagonia pero lo parece) y una montaña serrada (al franchutis solo se le ocurre con cara de cansado “Montserrat”. Podría ser) En la estancia tres caballos, un paisano cargando el tractor con balas de paja, un perro que le sigue y una vaca muerta…Para un pintor un bodegón. Seguimos andando hasta una cancela que nos crea el primer problema debido a la falta de señalización del Camino. Menos mal que en un campo de olivos están recogiendo la aceituna (contrataste entre la parte baja del Valle y la alta de la montaña. Abajo ya están podando y arriba están recogiendo) y nos aclaran que ese y no otro es el Camino hacia Antequera. Hay que escuchar el silencio de las montañas cuando no tienen nada que decir. Apenas el rumor de unos pájaros y poco más…que maravilla…sol, paisaje, silencio.
Pasamos la cancela y preguntamos a otro paisano que recoge las pocas setas de cardo que encuentra…nos corrobora que es el Camino y efectivamente a pocos metros una nueva señal nos lleva hasta el mirador del puerto de la Escaleruela…al fondo la Vega del Antequera y la propia Antequera con el castillo y la alcazaba en primero plano. Y a bajar lo que hemos subido y algo más. Ahí si llega lo duro de esta etapa…Una bajada impropia de personas (un joven la sube corriendo a lo Kilian Jornet) Empedrado para mitigar las piedras sueltas…un precipicio de más de 200 metros al lado sin protección…sosteniéndonos en los palos para no caer y bajando a una velocidad máxima de 1 km/hora. Primero pie y palo y luego el otro…así 50 minutos con el susto en el cuerpo (si te caes te recogen en Antequera, lo que queda de ti) eso si el paisaje de ensueño…hasta tres paradas hemos hecho. Ya abajo seguimos el Camino hasta llegar a esta ciudad que sorprende por su monumentalidad…toda ella del siglo XVI en adelante. Aquí la desamortización de Mendizabal hizo de las suyas…la mayoría de conventos están desde hace más de 200 años en manos del Ayuntamiento…cosas de la política. Comida en Arte de tapa (lo que ganó ayer lo ha perdido hoy) buen producto, pero muy mal ritmo de cocina pese al esfuerzo del servicio. Si nos descuidamos juntamos comida y cena. Cenar en la Frasquita…recomendable en todos los sentidos…