Alojamiento: Lerwick.
Fort Charlotte Guest House A/D
Lerwick. La ciudad es pequeña pero acogedora, con una cafetería estupenda (Café Petit Perrie) que prepara unos scones deliciosos. Tiene un museo principal de las islas bastante interesante junto al puerto, una fortaleza al lado de la bahía, un Böd (antiguos refugios de pescadores) y un broch (antiguas fortalezas celtas de defensa) bastante bien conservado.
Lerwick es la capital y centro administrativo de las Islas Shetland, y a decir verdad, es la única gran ciudad que hay por aquí. Aunque las islas han estado habitadas desde hace muchos siglos, Lerwick sólo data del siglo XVII, cuando empezó a crecer como puerto comercial para los pescadores de arenques holandeses, gracias a su magnífico puerto natural protegido, Bressay Sound.
El descubrimiento en 1970 de petróleo en el Mar del Norte trajo consigo la construcción de la terminal de hidrocarburos de Sullom Voe, y el efecto sobre Lerwick ha sido espectacular. Ahora es el principal punto de tránsito de las plataformas petrolíferas con el Mar del Norte. El puerto se ha ampliado por ello, llevando una mayor prosperidad a la ciudad.
El corazón de la ciudad es la atractiva Commercial Street, que corre paralela a la Esplanade. En el extremo sur de la calle hay muchas casas antiguas, y si seguimos más al sur veremos los acantilados de Knab o la maravillosa playa de Bain. Al norte de Commercial Street se halla Fort Charlotte, construido en 1665, y que lleva el nombre de la reina consorte Charlotte, esposa de Jorge III. Desde entonces ha sido utilizado como prisión, y base de la Royal Naval Reserve. En realidad, no hay mucho que ver en el fuerte, si no es por las maravillosas vistas que desde sus almenas tenemos del puerto.
Uno de los edificios más impresionantes de Lerwick es su Ayuntamiento de estilo victoriano. Las vidrieras de la sala principal representan escenas de la historia de las Islas Shetland. Frente al Ayuntamiento se halla el Museo de las Shetland, que ofrece información útil sobre la historia de las islas. Entre los objetos que se representan está una réplica del tesoro de la Isla de San Ninian.
Sin embargo solo hay que alejarse unos pocos kilómetros de la terminal para apreciar esa otra Shetland, salvaje, algo inhóspita pero casi siempre grandiosa que nunca deja de sorprender. Si las playas parecen salir de una postal del Caribe, la tierra firme es pura roca con una escasísima vegetación capaz de sobrevivir condiciones metereológicas extremas. No es una cuestión de bajas temperaturas sino de constantes vientos fuertes y tormentas que condicionan la supervivencia en estas islas. A Shetland solo es recomendable venir durante el verano cuando el tiempo suele ser menos inclemente aunque si se quiere ver ese extraño fenómeno llamado aurora boreal hay que atreverse a visitarla en invierno cuando también se celebran las fiestas vikingas, o las Up Helly Aa como se conocen en el dialecto local, una mezcla de inglés y antiguo noruego.
Las imágenes de paisajes en estas islas se van sucediendo a cada curva o cambio de rasante de sus carreteras.
No podemos hablar de Shetland sin referirnos a la isla de Sant Nimian, junto a Bigton… Ayer nos dirigimos a ella nada más salir de Lerwick, pero el mal tiempo impide una visión perfecta de este fenómeno geográfico el tómbolo que la une a Midland…un espectáculo de la naturaleza.
Tampoco puedes venir a Shetland y dejarte en el tintero Eshaness, donde sus farallones configuran uno de los paisajes más interesantes de Shetland.
He seleccionado una serie de instantáneas que creo hacen justicia a cuanto vimos…